Tras casi una hora de oír divagaciones varias, Amanda Keen decidió levantar la mano para exponer la suya. Con ella intentaría abrir algunos ojos, transmitiendo su pensamiento sobre el mundo que nos rodea. Un mundo descuidado, por el cual sentimos negligencia y lástima al mismo tiempo.

Y sus palabras textuales, fueron así:

-Somos íntegros viajeros, en esta travesía que es la vida. Voluntarios temporales en lo desconocido y autosuficientes en la ignorancia humanitaria.

Algunos escarchados de mente, necesitan un baño de inteligencia y otros, perdidos en el olvido, simplemente encontrarse sin desviarse de su trayecto.

Buscamos la perfección imperfecta o una corrección incorrecta, no se sabe.

Queremos evolucionar a lo largo del tiempo, a lo largo del camino, no obstante, nos negamos a los cambios. Nos contradecimos constantemente, innecesariamente…

Libertad, pedimos encerrándonos en lo hondo de nosotros mismos. Nos embadurnamos de hipocresía cada día, deplorable, pero nos sobra.

Transferimos sueños insignificantes a la vida y prosperamos magia imposible para el futuro, un futuro inopinado, a merced de la realidad y de un verdadero sueño.

La bondad que habita muy interiormente en nosotros, dura lo mismo que una estrella fugaz en el cielo oscuro. Lo presiento, lo observo perezoso.

El planeta entero debería despertar de esta mentira abstracta, aunque sea cautivadora y parezca pacífica, esclaviza tus neuronas, te anula y absorbe como ser.

Continuadamente vemos maravillas donde no las hay y negatividad frustrante en el intento de ceder, crecer como persona.

No busquemos culpables a nuestro alrededor o en otros perímetros de la existencia. Sencillamente mirémonos en el espejo y admitamos los errores, nuestros errores cometidos y aceptemos sin rechistar lo obvio, lo indiscutible. Al principio escocerá, descubrir lo muy profundo que se esconde el éxito en cada uno, pero una vez logrado, resurgiremos de las cenizas grises.

Realmente sería extraordinario desviar el rumbo esporádicamente, sin embargo no somos capaces, ni por nosotros, ni por nadie de este desbocado universo. Quizás un dato triste y un tanto descabellado, no obstante me remito a las estadísticas establecidas.- al soltarlo enérgicamente, Amanda alzó su mirada hacia la profesora, esperando una reacción cualquiera.

En cuestión de segundos, la sala entera se llenó de acalorados y merecidos aplausos, por los cuales la joven universitaria sin poder evitarlo se sonrojó y consecutivamente dio las gracias, uno por uno.

A veces nos dan la oportunidad de ser escuchados, y siempre, hay que aprovecharla al máximo.

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