Toda una epopeya de personaje en blanco y sin facciones es medible dentro de una botella de agua llena hasta la mitad. Las historias son semillas escondidas entre las sombras en busca de condiciones necesarias como para brotar y dispersarse por el mundo, sin límites ni fronteras que paren su avance reconquistando sin violencia, aprendiendo en el camino que la religión es el invento más extendido pero con menos utilidad plausible.
La existencia es un vector con punto de partida y fin desconocido. Tiene sus curvas, sus valles y cimas… viajas sobre ella como si fuera una vía donde el tren de un solo eje lo surca en equilibrio sin preocuparle las dimensiones ni los signos de los cuadrantes. El bien no es el mal, ni viceversa. Salvo en determinadas ocasiones donde los exponentes se igualan anulándose entre ellos y el producto roza el cero por ambos lados… su parábola se pierde más allá del infinito. Allí donde lo que se pierde no vuelve porque cuesta demasiado para que salga rentable buscarlo.
Hacer el bien es como viajar a la luna en un transbordador con el único testigo de una cámara poco objetiva y tras haber amerizado… olvidarse de investigar el lado oscuro por no llevar un foco adecuado para la ocasión.
A cualquier individuo de una ecuación en condiciones normales, contestará que intenta acometer sus acciones desde un punto de vista moral y ético. Luego viene el camión de la realidad al estilo basurero móvil para transportarte la experiencia de ver una metáfora y poder oler el efecto doppler de su verdad en ciertos ámbitos de la vida cotidiana.
La pena de muerte era un toque de atención sobre las conductas aberrantes que ocasionalmente suceden de forma aleatoria. Un repulsivo modo de concienciar mediante el castigo promulgando una manera más severa el ojo por ojo que impone a una sociedad al control programado. Donde la mayoría de los usuarios son sometidos y una pequeña parte conocedora de las claves y subterfugios, viven libremente sin dicha carga residual de los mecanismos del poder oligárquicos escondidos entre las fisuras y fallas.
El mal se escurre entre las cañerías desvencijadas, tiene tonos metálicos de corrosión, avanza entre los resquicios como raíces en el subsuelo, evitan las zonas luminosas y las regiones más ecuánimes e imparciales del cerebro. Todo el mundo dice de no saber hacerlo, pero la mayoría miente por saber aplicarlo mirando hacia otro lado para evitar consecuencias incriminatorias.
La soledad es el deponente perfecto para informar de los comportamientos laxos de los seres humanos. Los animales en diferencia pecan menos que los bípedos parlantes con conciencia, nombres y apellidos. La nocturnidad y alevosía son los corchetes de la mayoría de los delitos que florecen a diario sin importar el escenario, el día ni la hora. No necesitan una razón que los inspire, son sucesos espontáneos que carentes de filtro ocurren, sin que nada lo impida.
No existen ángeles ni demonios en ningún hombro de quien proceda a realizar sus hazañas. Eso es algo que funcionaba en los dibujos animados que pintaba el congelado Disney. No es la sustantividad de nada, el mal no conoce edad, clase social ni religión practicante. Un ateo no es un servidor de Satanás así como un presidente o un alcalde velan y hacen el bien por sus ciudadanos.
La corrupción es una enfermedad que se regenera e infecta a sus cobayas a través de los sentidos. La vista es el método más contagioso, el oído sin conocimiento probablemente el máximo exponente si es la técnica empleada, incluso me da en el olfato que muchos huelen el pedo antes de tirárselo, porque la mierda es algo que se llega a mascar por anticipado según quien sea el presuntamente acusado. Si no te toco es porque me da asco y de esta forma evito impregnarme de nada que desearía no conocer o presenciar.
Las cárceles se llenan de gente sin fondos ni cultura, casi en simetría a lo que sucede en el congreso cada legislatura. Ahora al término presos políticos le sale novios y amantes como si hablásemos del barrio francés del liberalismo sexual. Por muchas pruebas existan y demuestren la evidencia, cuando la justicia lleva gafas de sol, no es certeza suficiente para la neutralidad.
Depende quien seas la vara de medir es extensible y también la dureza de su material. Como si de un manubrio se tratara el poder entre las sombras se ramifica por distintos conductos fuera del alcance de los simples mortales. Las noticias del hoy se olvidan mañana salvo en los informativos que tiran de filmoteca en vez de la veracidad. La exactitud es una unidad que ya no sufre las condiciones del sistema métrico internacional. Todo el planeta conoce a Newton y su manzana. Conviven con la gravedad y sus constantes, pero una porción del pastel no sufre consecuencias de reacción ante sus acciones.
Cuando la física no cumple el cien por cien de los casos, la moralidad y ética adquiere el valor de papel higiénico mojado sin importar el uso, densidad o el desgaste. Por lo que bien y mal es una boya que flota en medio del océano. Depende del punto de vista del observador, no es lo mismo ser un ave que un pez al enfrentarse al problema y eso que ellos se pueden mover en las tres direcciones… Un humano debería tener menos grados de libertad de acción por nuestras condiciones adquiridas al nacer, pero en la práctica es usar tinta o un carboncillo que difumine en una gran paleta de grises.
Cada mañana me miro al espejo, y mi reflejo hace lo mismo desde su inversa dimensión. Si al caer la noche la carga residual de ambos individuos es la misma, debería ser un regocijo para alguien que no pisa los parques de atracciones, ni tampoco visita lugares donde la fluctuación de las ondas altera la sinceridad hasta convertirla en una versión modificada. La conciencia es un perro que lustra sus pelotas a base de lengua.
OPINIONES Y COMENTARIOS