10 Km y 50 semáforos

10 Km y 50 semáforos

XXXXXX

28/02/2017

−WhatsApp: ¿estás en casa? paso a buscarte

−WA: cuando quieras

Desde la nueva dirección, hasta la que era nuestra calle, hay diez kilómetros y 50 semáforos. Subo al coche y parto. Imprescindible el pendrive con mi última recopilación de música.

Empieza Ymeji’s Theme tema central de Deseando amar.

El primero de los semáforos es el de la calle Arenys con el lateral de la Ronda de Dalt.

Chan, el protagonista de Deseando amar, viste siempre trajes de preciosa seda. Había pensado vestirme como él, el día que me case contigo.

Meando apaciblemente, me miras melancólica, tras el coito.

Con una fruición increíble paso en verde la glorieta del mismo lateral, alcanzo el de la rotonda para bajar por Hospital Militar, verde también. Me espero tres segundos en el de la gasolinera, siempre en Hospital Militar y rápido alcanzo, si no cambian, los otros dos: uno, donde el quiosco y el segundo con la calle Piferrer.

¡Conocerte ha sido extraordinario!

Resuenan en la intimidad de mi coche las notas de La princesa Monoloke.

¡Entre nosotros dos, hay vértigo! ¿Sabes?

Me paro en rojo en el cruce Hospital Militar con G. A. Becquer.

¿Cuándo empecé a darme cuenta de la importancia de lo que nos estaba sucediendo?

Después del semáforo de la clínica Delfos me paro en el cruce Hospital Militar con la avenida de las palmeras.

¡Sin tus caricias me sentiría vacío!

Rojo e surrealista el semáforo peatonal de la parada de metro de Vallcarca.

¡Qué momentos hemos pasado!

Inútil acelerar: se pone rojo a la altura del colegio inglés, cruce con la calle Medes, como también el de la Casita Blanca, esquina Ballester. El semáforo al final de la calle Ballester, para meterme en República Argentina, ahora esta en verde. Me dirijo rápido y derecho hacia Mitre.

¡Te quiero tanto!

The Misión Suite me pone los pelos de punta.

¡Tu sexo, parecido a los de las estrellas porno, rasurado, virginal, casi infantil, siempre está allí! ¡Para mí!

Un prólogo el semáforo del PizzaHut, esquina Beltran. Majestuoso el cruce Balmes/Mitre. Un entremedio, el de Muntaner. Peatonal el de Mandri. En Ganduxer, esquina Escoles Pies, otro entremedio y por fin el semáforo de Vía Augusta.

Qué dulce es la música de Nobody Knows. Dulce como el amor fraterno de Saki por Akira.

¡Conmigo, todavía el sabor de tus labios!

En un recorrido de luces fatigadas, Mitre y cinco seguidos: Calle Tres Torres, Rotonda De Lázaro Cárdenas, Dr. Roux y los dos de la Rotonda antes de meterme en Numancia. Entre varios destellos verdes y rojos, accedo y paso el primero de Numancia.

¡Rajado por tus profundos ojos…!

Rápidamente vienen dos, antes de ser absorbido por la Diagonal. Paso siete. El más importante el cruce con Traverssera de les Corts, hasta la Estación de Sants y aquí paro en rojo.

Este es el tango Cabo Wabo de La lista de Shindler.

…¡me volveré loco!

En la calle Tarragona están tan sincronizados los dos, que no tardo nada en girar a la izquierda en la calle Valencia. Alcanzo el segundo semáforo y a la derecha, ¡nuestra calle!

¿Cómo no pudiste ver el camión? Allí estaba, el camión de la basura, parado en medio de la calzada. Era de madrugada. Habías estado con tus amigas. ¿Cómo no te diste cuenta? Te empotraste con tu coche. Tu cuerpo y tu alma quedaron atrapados en un amasijo de metales para siempre.

La última noche que estuvimos juntos, te pusiste un esparadrapo a lo largo de tu sexo ¡Cuando fue el momento, me enseñaste lo que era imposible!

Pasado los semáforos, respectivamente, de Aragón, limoso, de Consell de Cent, denso, Diputació, sin matiz, y Gran Vía, amenazante, llego a nuestro piso, un ático, en el numero 31 de la calle Vilamarí, cera de la izquierda, justo al lado del concesionario Renault.

Dime, mujer, cuando el amor cambia, ¿sabes tú adónde va?

Suena el vals de The Gran Father del Padrino 2. En la boda de la hija del Padrino, todos hombres llevan puesto el esmoquin. ¿Y si me pongo un esmoquin el día de la boda?

Encuentro sitio para aparcar. Mira, el gilipollas de siempre, que con gestos me pregunta si me voy. ¡Acabo de llegar, gilipollas!

La secuencia ascendente de las únicas tres notas, repetidas obsesivamente, de la banda sonora de Metti una sera a cena, seduce mi último momento antes de salir del coche.

No tengo llaves. Saludo el portero que me mira anonadado al verme pasar tan decidido. Subo con el ascensor de la izquierda, el que llaman montacargas pero que no tiene pinta de montacargas. Nadie lo usa.

Me abre mi madre.

−¿Mamá? ¿Qué haces aquí?

¡Mi madre!

−¡Cariño, entra …descansa un poco!

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS