Viviendo En Un Mundo De Extraños

Viviendo En Un Mundo De Extraños

Danubio De Campos

17/12/2018

A veces escucho la voz del viento y esa pequeña luz que se cierne sobre uno que otro pensamiento. A veces me siento tan vacío viviendo en un mundo lleno de extraños, sentir que al salir de casa en una tarde nubosa, no veo personas. Gente con rostros apagados, pupilas cansadas que transitan de un lugar a otro. Vidas que se cuentan en un segundo, vidas perdidas en la inmensidad tan eterna de esta ciudad. Somos tan pequeños, como ese soplo en el viento que viene de la nada y se desvanece suavemente. La soledad ha clamado su parte y aún busco, como una frágil rana que ansía encontrar su camino desde el tranquilo río al gran y poderoso delta que pueda entregarle ese horizonte que sueña.

Recuerdos irresolutos bailan en la retina de mis ojos y el fragor de esa melancolía que resuena en mi interior escribe en mi rostro una muesca de tristeza. En un mundo tan grande ¡cuán fácil es sentirse completamente solo! Hay tantas personas, pocos con quien hablar. Hay tantas palabras y tan pocas bocas que se atrevan a decirlas. Tanta luz, más sin embargo la oscuridad es quien siempre extiende su fría mano primero, para consolarnos a veces, para entregarnos ese sentimiento sin nombre que solo comprendemos en lo profundo de nuestros corazones, ese sentimiento siempre fustigado por esa sensación increíble de estar siempre algo fuera de lugar, quizá demasiado.

En las pupilas de los ojos de todas aquellas personas que pasan brevemente por la calle: desinterés total. Sabiendo vivir en ese mundo donde tres o cuatro personas pueden allegarse a un corazón y que el resto, no son más que extraños temerosos, números que jamás reconocerán otras vidas, otras realidades y otro ser. Esos números que pasan breves por esa eternidad de horas que mueren, cuando cada día no pareciera tener nombre ni razón. De vuelta en casa no hay consuelo a mi sopor, no hay descanso para mis tribulaciones y este vacío tan terrible, solo el saber que no hay nadie al mirar a mis costados, que siento frío y que estaré solo hoy, tal como ayer y tal como lo estaré, el resto de mi vida.

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