Sin amor, sin llanto y sin dinero

Sin amor, sin llanto y sin dinero

Ricardo R.H.

11/12/2018



Domingo 11:45pm; Caminaba de camino a casa poca gente pasaba a mi lado era de esas noches frías donde solo se respiraba cansancio, las personas iban con la mirada abajo y las manos en los bolsillos, presurosas por llegar, en unos minutos estaba por salir el último bus a todo destino, todos caminaban a prisa y sin fijarse en nadie;

en la salida del bus apenas había unas cuantas personas, un hombre evidentemente ebrio a metros de el y su hedor era embriagante casi me sentí mareado de aquel tufo que provenía de el, un poco después una joven pareja se besaba con tal calor que hacían sudar a toda la calle, otro hombre apoyado en una pared casi dormido con es vaivén de ida y vuelta luchando con su sueño para mantenerse despierto;

y al fondo… ahí estaba esa mujer, una mujer con el rostro cansado y sin ninguna sola expresión una mirada perdida en el espacio y en el tiempo, se podía ver por el temblor en sus manos que tenia frio, y por lo encorvado de su espalda cargaba dolor y tensión, yo caminaba hacia ella buscando la misma banca para sentarme;

estando a un lado de ella la escuche suspirar, eran suspiros de lamentos y era mas que evidente su dolor, un poco dudoso y apenado le pregunte:
-señora esta usted bien ?
-si, dijo ella, con una voz sin fuerza y temblorosa, me quede unos segundos pensando que me había mentido, era evidente que aquella mujer estaba mal, estaba triste, sabia que no era de mi incumbencia pero insistí y volví a preguntar: segura que esta todo bien? me miro detenidamente y no se si fue mi rostro cansado o mi triste insistencia que le inspiro confianza pero respondió:
-nada esta bien, todo esta mal, la vida esta mal, la vida es injusta.
-lo siento, respondí. si en algo puedo ayudar cuénteme que le pasa;
-tengo 56 años 4 hijos y mi esposo me acaba de dejar, después de 30 años de matrimonio me abandono, tras años de ser la mujer que el quizo, de ser su sirvienta, de lavarle y plancharle la ropa, me dejo, después de vivir solo para el, lo atendía le hacia la comida le preparaba el baño y en ocaciones hasta lo vestía, cuando llegaba cansado del trabajo se recostaba en el sillón y yo le quitaba los zapatos y los calcetines para masajear sus pies y preguntarle como estuvo su día, en ese tiempo el jamas pregunto por mi, jamas pregunto como había estado mi día nunca me pregunto. pero era mi esposo el hombre al que había dedicado mi vida, por el que vivía por el que había aguantado gritos y humillaciones por falta de la casa limpia o por no tener la comida a tiempo, años y años de llorar y hoy me dejo, me dejo sin remordimientos y sin dudarlo simplemente se fue, tomo sus cosas y salió con el único argumento de que ya no podio vivir conmigo, me hice mil preguntas, ¿donde falle? que hice mal? cual fue mi falta para que ahora me dejara tirada como perro?
pero no había respuestas.
– mirándola sorprendido pensé que era algo para lo que no había respuesta, ninguna palabra mía de aliento podía hacerla sentir mejor.
-le dije aquella frase tan trillada que dices cuando no encuentras que decir: – por algo pasan las cosas señora, dios sabrá por que permitió que sucediera.
-dios? en este momento dios me a tenido en el abandono, me a dejado a mi suerte. no hallo consuelo en ningún lado las lagrimas se ma han agotado así como mis fuerzas y mis ganas por vivir, se poco de mis hijos y ninguno esta cerca para poder ayudar, estoy sola, sola y sin dinero por que de tantos años de estar con el, nunca hice nada por mi, jamas trabaje o ahorre ahora que el se va me quedo sin nada y sin nadie, años de ser una ¡tonta!
-usted no es una tonta dije apresuradamente
– pero claro que soy una tonta, solo vivi para el y olvide vivir para mi, ahora y a esta edad me encuentro sola y sin nada y con la desesperación de tener que enfrentarme a eso, a este mundo nuevo en donde no se ser mas que una esposa, una sirvienta, una ¡tonta! – decía con gran sufrimiento y de manera intensa, se podía escuchar en sus palabras el dolor, el coraje, el odio y la impotencia ante su nueva situación

era poco lo que yo podía decir, y ahí estaba ella hablando con los sentimientos a flor de piel y sin hacer ninguna expresión y yo? valiente confidente, sin poder decir una palabra de aliento.

pasaron segundo, suspiro, me miro y miro al cielo, sonrío cuando se paro, volteo y dijo:
-suerte hijo, gracias por escuchar y que en la vida nunca te quedes sin amor, sin llanto y sin dinero.


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