prueba y ensayo de orejas

prueba y ensayo de orejas

Prueba y ensayo de orejas

Todos los sábados cerca de las 12 hs con el sol de primavera alto, aparecía, la nena lo esperaba sin desesperar, jugando en el jardín con el perro, que mansamente se dejaba disfrazar con trapos y maquillajes de tiza de colores.

Era un perro grande, con aspecto de pocos amigos, y de pocas pulgas. Nunca se dejo atar y por eso lo amaba, aunque viéndolo trasvestido en los personajes imaginarios de la nena perdía su ferosidad, convirtiéndose en risueño y adorable por un rato, hasta que sus orejas enfocan el sonido del portón y corre a recibir a Tito perdiendo en su carrera los trapos pero conservando el maquillaje.

Tito se agacha y acaricia la cabeza del animal que saluda con agitación de cola, tira sus orejas para atrás para que el hombre le toque la cabeza devolviendo el afectuoso saludo.

– Hola pichino, otra vez te pintaron la cara?

El perro mueve cola ahora frenéticamente rompiendo los helechos de la galería.

– Hola Tito, no entres porque están encerando.

Tito se sienta en una de las sillas del jardín, se saca la gorra de corderoy verde oscuro y la pone sobre la mesa. Mientras que la nena se trepa a su regazo y lo besa. Pasada la bienvenida. Se quedan unos minutos en silencio.

– La cera del piso es cara? Preguntó.

Siempre hacia preguntas raras con una visión original, de las cosas, a veces disparatadas pero siempre, con algún objetivo.

Tito pasaba mucho tiempo con su nieta, y se sentía orgulloso, a veces secretamente y otras públicamente de las salidas de la nena.

– No creo contesto. (en realidad no tenia idea)

– Pero… por que preguntas?

Tiene que ser cara- dijo-

– Siii por que? Preguntó el abuelo.

– Cuantos tipos necesitas para llenar un tarro de cera?.

La nena en realidad meditaba sentada en el regazo de su abuelo, haciendo ademanes obedeciendo a su mitad italiana.

Imaginando una fila larga de hombres y una especie de enfermera, parada ante una mesa blanca con un tarro de cera y algunos hisopos dispersos.

Los hombres pasaban de a uno inclinando la cabeza, mientras la enfermera exploraba sus orejas con los hisopos que después descargaba en el tarro y así se lo relato al abuelo que escuchaba atento, entonces preguntó

– Por que decís que tiene que ser cara?

– Y siii Tito cuantas orejas de tipo necesitas para llenar un tarro?

Tito conteniendo la risa, dijo.

– Pero tipos con orejas sucias hay por todos lados por qué te parece que es caro.

– Si, pero tardas mucho tiempo en sacarles la cera.

Y el abuelo muy orgulloso, le dijo a su nieta citadina. La cera la sacan de las abejas y también la fabrican con petróleo en fabricas, por eso no es tan cara como vos pensás

– Pero como vos pensaste es como piensa un industrial.

Siempre juntos, ella se bajo y fueron adentro a comer tortilla de fruta, su almuerzo de los sábados, mientras el perro espiaba detrás de la tela metálica.

A la memoria de Juan Rodríguez Villar mi abuelo.

Así arranco mi interés por las orejas y las situaciones que las mismas suscitan. Siempre me gusto su estética sinuosa. Me gustan mucho la de los gatos que además de lindas son útiles para que los pequeños depredadores cazen.

Las orejas de burro, no se por que ese encono con el pobre animal, a mi por suerte nunca me las pusieron a pesar que demostré un desprecio considerable por el sistema educativo a muy temprana edad.

Sin olvidar, «tirarle de la oreja» como otra forma arcaica de reprimenda catedrática de antaño y en su forma más estúpida tirar de la oreja al cumpleañero, como si ya no tuviera bastante haciéndose un año mas viejo.

Pero volviendo al pobre cuadrúpedo, que tuvo su final feliz salvando su reputación apareciendo en los créditos de una peli prono. ya que no solo sus orejas eran considerables.

También esta el odelion, ( que no es otra cosa que la cabina de los viejos y queridos teléfonos públicos brasileros ) y se llamaban así porque tenían forma de oreja grande y verde.

Hace algunos años vi. una señora en un odelion, de vestido naranja y colorido, con una mano sostenía el tubo del fósil aparato y con la otra una rama mas o menos corta con un papagayo azul y amarillo, algunos amigos rosarinos que moraban en el lugar hicieron correr el chisme de que el papagayo era de central, en tanto que los porteños insistían con boca, disputa que no interesaba a nadie en Buzios.

La especie oreja lingüista transformer, porque de sustantivo, es adjetivo. Aplicable.

– Horacio es un oreja. Es una forma antidiluviana de botón..

También tenemos los botones importados de estilo colonial recuerdan eso de «los ojos y oídos del rey» esas especies de buchones transoceanicos

«el ultimo orejón del tarro» No , no me imagine un barril lleno de Elfos cuando era niña, porque las fantasías fáciles sin aplicaciones practicas nunca me interesaron, pero confieso que sentí una punzada de desilusión cuando mi mamá me dijo que eran unas frutas.

«Te mojo la oreja» como reto y provocación. Este código nunca lo entendí mucho.¿le moja la oreja por que no se anima a putearlo?

Las orejas meteorológicas por definición tienen sabañones dando indicio así de las bajas temperaturas.

La oreja solidaria: » te presto la oreja» cabe aclarar que cuando un individuo dice esto es porque esta dispuesto a escuchar algún drama no muy interesante.

Y en mi mente se dibuja un tipo que se saca una oreja y se la deja al afligido en la mesa ahí al lado del mate y las tostadas… y le dice.

– Apúrate que a las seis la vengo a buscar.

A mi me gustaría tener algunas con bluetooth e ir dejándolas por la ciudad, para escuchar historias desde mi escritorio, que entren por mis orejas y salgan por mis dedos

Gabriela Messina Rodríguez

13-09-18

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