Mi mamá y yo nunca fuimos felices, es una gran verdad aunque poco digerible. Mi mamá y yo somos personas completamente distintas, a mí me gustan unas cosas que a ella nunca podrían gustarles. Las decisiones que he tomado en la vida nunca fueron las correctas para mi madre, ella quería a un profesional de corbata que tuviera un trabajo de oficina y que se ganara la vida con una profesión, como abogado, licenciado o quien sabe qué cosa.

La relación en general con mi familia ha sido una locura, sí tal cual, una locura. No entiendo ni nunca entendí como ganarme su respeto, tuve etapas de; deportista, músico, estudiante, esposo, padre de familia y comerciante, pero al parecer hiciera lo que hiciera siempre me dieron su comentario más duro y desagradable, cosas así como; ya estás muy viejo para eso, estás perdiendo el tiempo, no ves que tu no naciste para eso y pare de contar la infinidad de barbaries que les salía de la boca. Así que hice lo que haría cualquier persona con cuatros neuronas, los invite a una reunión y luego los envenene viéndolos morir, jajaja, tampoco llegaría a tal extremo, me aleje y deje que el agua siguiera su curso. Aún los amo y mucho pero no puedo permitir tomarme un vaso de cianuro un 31 de diciembre, o medio festejo de cumpleaños interrumpido por una polémica familiar, los dos matan uno al momento y el otro te mata poco a poco, me imagino que han oído hablar del cáncer por ejemplo.

Mi mamá y yo no hemos sido los mejores amigos, no nos llevamos, a veces nos gritamos y sabemos lo disfuncional que somos, pero a lo largo de estos años, hemos pasado lo que se imaginan y lo que no se imaginan, fuertes situaciones, hambre, desdicha, tristeza, depresiones , ansiedad y un conjunto de cosas extraordinariamente fuertes, sin embargo mamá y yo. Hoy nos sentamos en un banco a comer helado, pedimos unas barquillas de parchita y por un momento me sentí como un imbécil, y esto ocurrió porque vi pasar a una niña con su madre, en ese mismo momento recordé a mi hijo y lo difícil que era ser un buen padre, lo difícil que es satisfacer todas sus necesidades, reconocer que es necesario para él y tratar de hacer el mejor trabajo posible. Fue en ese momento que volví unos quince años en el tiempo, sintiéndome como un niño de nuevo y poco a poco mi cuerpo y me mente fueron sintiendo, no recordando. Sintiendo el verdadero amor que me dio mi madre, las veces que dejo de ir a un sitio que le gustaba por ir a buscarme al colegio, las veces que me mostro amor solo con mirarme, las veces que me abrazo cuando llore por el carrito de juguete que perdí en el colegio, las veces que fue autentica, las veces que los dos conectamos nuestras miradas y sentimos; la revelación inolvidable que transmite el amor, aunque todos lo sienten nadie sabe cómo funciona, solo sabemos que funciona hasta para los disfuncionales.

Ahora sé que me gustan las barquillas de parchita, pero no sé si cuando vuelva a pasar pueda pedir dos, solo sé que hoy comprendi a mi madre por primera vez en mi vida y ser padre es tan difícil, sé que hoy fui padre y también sé que hoy sé que es ser hijo.

Hoy sé que escribí un cliché, se que entendí lo que ustedes ya saben, pero no importa me quedo con el sentir en silencio.

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