Me llamo Miki. Bueno, me llaman así desde que un colega me puso el mote por el ratoncito de Disney. Puto Disney. En fin, mi vida ha tenido en los últimos meses varios reveses, que llevo lo mejor que puedo.

Tengo 46 tacos y estoy divorciándome. Ella quería quedarse con todo lo que pudo, y lo está consiguiendo. Sí, vale, yo también la cagué. Me quedé sin trabajo, algo muy de moda en este país, y llevé muy mal la situación. Es posible que pasara como una depresión, me han dicho, pero, ¿quién no pasa por malos momentos en la vida? Si quieren llamarlo depresión, adelante, pero paso de ir a un psiquiatra para que me dé pastillas… Es cierto que, cuando estuve sin trabajo, se me fue un poco la mano. No sólo porque andaba todo el día fumado, sino porque además preparé en casa unos armarios de marihuana, con la idea de sacar algún dinero… Eso a ella la puso muy nerviosa, y ya era nerviosa de por sí… Creo que las mujeres de hoy no saben relajarse. Da igual, la cosa fue de mal en peor, hasta que se hartó de mí y mis cosas, tras casi tres años de estar en casa sólo… con la María. A veces pensaba que ella era mi amante, y creo que mi ex también, porque me dijo que eligiera entre las dos… Y mi matrimonio se fue a la mierda. Todo se estaba yendo a la mierda…

Ahora vivo con mi madre. Se quedó viuda hace unos diez años, cuando mi viejo murió. Manda huevos, lo de mi viejo. Toda su vida currando como un cabrón, como fresador en una empresa del metal, y a los pocos meses de jubilarse, que parecía que rejuvenecía, le da un jamacuco y palma. A mi vieja, tenerme otra vez en casa, le sentó fatal, y andamos todo el día a la gresca. Bueno, ella, porque yo, paso. Cierto es que, también había vuelto mi hermana pequeña, un poco antes que yo, tras dos divorcios y un niño. Y aquí vivimos ahora, los cuatro: mi madre, frustrada; mi hermana a su bola; mi sobrino, a verlas venir; y yo, reencontrándome poco a poco.

Porque, en medio de toda esta basura, sigo creyendo en la vida. Encontré un trabajo que, aunque no me da mucho dinero, me gusta, y veo una ruta a seguir. Con mi ex, pues le pedí disculpas, y, si quiere quedarse con todo, que se lo quede, que tener más no significa ser más, ni mejor. Y en casa de mi vieja… he empezado a preparar la cena todos los días que puedo, para ver si nos sentamos todos juntos, y nos vamos acercando. Como siempre, los niños (mi sobrino Diego), dan la primera lección (el chaval es quien más me apoya en esto). Pero creo que mi hermana y mi madre, se van quitando las armaduras, y a veces se sientan, e incluso, hablan y ríen… Y la vida sigue.

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