Esa imagen refleja el nombre de la calle donde se ubica la casa de mis padres.Mis recuerdos quedan lejanos y al unísono cercanos. Es la convicción de que el tiempo es un ahora, como decía San Agustín. Se trataba de un espacio extenso y muy provechoso, pues existió un cine, llamado Avenida. Todo lo que rodeaba a aquel magnífico edificio, tan vasto, era campo. Se encontraba a las afueras del pueblo, sin que hubiera casa alguna por allí. Contrariamente a lo que sucede ahora, pues se ha poblado de casas y pisos. Aquella magnífica sala de proyecciones se ha transformado en un terreno lleno de casas.

Los recuerdos cabalgan de esquina en esquina. Se paralizan en la mente de muchas personas que vivieron aquella experiencia como única. La imagen de un majestuoso cine que reunía cada domingo, especialmente, a toda la gente del pueblo:mayores, jóvenes y niños. Cada tema de una película se simbolizaba de un color. Aquel magnífico cine, también se destinaba para los espectáculos de los artistas que visitaban el pueblo. Todo valía para recrear vida del mundo del espectáculo, y de paso entretener a tantas personas que deseaban pasar un momento de descanso, después de una semana de trabajo duro en el campo. La intención era buena, reconciliarse con un día agradable. Allí se reunían casi todas las personas del pueblo como si fuera una gran familia.

Los dueños de aquel cine era un matrimonio muy peculiar. Él, ra un señor muy alto, al que apodaban «el mosquito», por tener una figura muy estilizada y delgaducha. Ella, era una persona muy educada y respetuosa, doña Mercedes, de familia adinerada, al contrario que él. Era característico , y sigue siendo aún, asignarle algún sobrenombre o apodo a cualquier persona que asomara alguna peculiaridad en sus maneras.

Todas las personas que vivieron aquella experiencia, la cuentan con nostalgia. Recuerdan el paseo que comenzaba desde la mañana del domingo, y se prolongaba hasta la tarde en el cine Avenida. Con el transcurso del tiempo , se convirtieron en los protagonistas de muchos encuentros en aquel lugar, que más tarde contarán y describirán a sus nietos con mucho entusiasmo. Y pensarán que aquellos tiempos , comparados con los actuales eran mejores. A pesar de no contar con recursos, de trabajar desde niños, de no tener casi dinero en los bolsillos, y llevar la misma ropa los domingos;valoran la capacidad que tenían para soportar aquellas penurias y saber disfrutar. La llegada de ese día de descanso era muy esperado para pasar un día con su pareja, el que tuviera o con los amigos de toda la vida. Para ellos, es la vida que les tocó vivir. Unos la aceptan, y otros no volverían a aquellos momentos ni los cambiarían por éstos, con más libertad, más medios y más oportunidades. Una suma de opiniones que cada cual elige la suya a su libre albedrío.

He conocido a un señor que me ha hablado de este cine que existió en la actual casa de mis padres. También sabe muchas anécdotas acerca del nombre anterior de muchas calles de mi pueblo,Fuentes de Andalucía, que me han sorprendido. Por ejemplo, la calle Hermanas Sevilla, conserva ese nombre de antaño, porque en la esquina de esa calle vivieron dos hermanas solteras, ricas y compuestas pero sin novio, que eran de Sevilla. Más curioso aún el nombre anterior de la calle Aurora, a la que aún se conoce como «medio manto», con lo que se diferenciaban los que vivían en la parte alta más pudientes, porque se trata de una calle con bastante pendiente, y los que vivían más abajo con menos recursos.La alusión a ello por este sobrenombre vino al caso por el comentario de alguien que vivía en la parte de más arriba, al decir que estaba a gusto en «medio mantito», pensando en un nivel más bueno. Y la calle Las Flores, se sigue llamando así, aunque no tiene relación con lo que le dio el nombre, que fue la existencia de balcones repletos de flores.Por último recuerdo la explicación de la calle San Antonio, antiguamente conocida por calle «la Matea», en alusión a la dueña d una tienda que estaba situada en la esquina de la misma, llamada Matea. En fin,se dieron muchas influencias para denominar las calles en otras épocas y por las que aún se conocen y que pasan de generación en generación.

Es costumbre de este señor que ronda los noventa años, contarme alguna que otra vez, una historia de este curioso pueblo con calles empinadas y que conserva un parque que en su momento ensalzó su belleza un jardinero, al que los niños temían porque no permitía que se acercaran a las flores.Era «la Alameda».

El paso del tiempo deja huella en el corazón de muchas personas y nos transmiten ese sentimiento en forma de recuerdos que retienen en su memoria y en su retina, mientras prestamos atención los de ahora, y contemplamos la metamorfosis que han sufrido las cales o los barrios con la satisfacción que se merecen las persona mayores, nuestros abuelos y bisabuelos, de ser escuchados con atención

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