SUCESOS QUE MARCAN VIDAS

SUCESOS QUE MARCAN VIDAS

Con solo un pequeño bolso con ropa y pocos pesos, abordó el tren que lo llevaría hasta Puerto Belgrano, la mayor Base Naval del País, rígidas directivas vociferadas por cabos de aspecto duro y amedrentador les exigieron bajar y ordenarse en filas, fueron pasando por una mesa donde se les entregaba un jarro metálico con mate cocido y un trozo de pan.

Al día siguiente los despertó el sonido de diana, Mildo se acomodó como para seguir durmiendo, pero una mano fuerte lo tomó de una pierna y lo tiró al piso, y más asustado quedó cuando un espejo le devolvió la imagen de su cabeza rapada.

Trotar horas en cualquier superficie, pasto, tierra arada, campo con malditas rosetas puntiagudas se convirtió en algo habitual e imposible de evitar, el tiempo de descanso muchas veces era abruptamente interrumpido por los gritos del sub-oficial de guardia que los hacia salir a la intemperie solo en calzoncillos y con la gran bolsa blanca llena de ropa al hombro y a los saltos en cuclillas.

Al fin fueron nombrados marineros y un día luego de un último sermón un oficial leyó el destino definitivo.

Mildo quedó en Puerto Belgrano, era el lugar donde estaba amarrado el Acorazado Belgrano, a ese impresionante buque fue nuestro novel marinero a trabajar en lo que ordenaran.

Entre sus labores fue aprendiendo el oficio de mantenimiento de las máquinas del buque y seguramente ese fue el motivo de su próximo traslado al A.R.A. Fournier, un Rastreador que esporádicamente tenía salidas a mar abierto por maniobras, patrullaje o traslado de víveres a lugares alejados e inhóspitos.

Cada tanto tenía varios días de franco que le permitían regresar al pueblo y disfrutar de la vida civil, alejado de la rigidez militar, él esperaba con ansias esos días libres para poder retornar a su terruño, especialmente para ver a su novia, una hermosa joven que vivía en el campo junto a su familia, de nombre Rosa .

Los domingos, luego de misa, podía pasear con ella en la plaza, o visitarla en el campo los días martes y jueves que eran días de visita.

En uno de esos francos, donde la relación entre ellos se afianzaba más y a ambos les costaba mucho separarse, a sabiendas de que el no regresar en la fecha indicada implicaba castigos, sin ser suficiente pretexto como para persuadir a Mildo que debía partir, tomó la decisión de disfrutar unos días más su noviazgo y se quedó unas semanas más.

El destino tiene guardadas sorpresas inimaginables, mientras él paseaba tomado de la mano con Rosa, una orden del Alto Mando Naval, llegaba al Fournier, para que inmediatamente zarpara con destino a Río Gallegos, obviamente no iban a esperar a este simple marinero, rápidamente fue suplantado por un joven cordobés que prometía hacer más ameno el viaje con sus chistes y pícara personalidad.

El Fournier salió en pro de su cometido con rumbo sur a aprovisionarse en Río Gallegos con los víveres suficientes para cumplir su orden de patrullaje y control de puestos en Islas de Atlántico Sur. Mientras esto sucedía Mildo en tierra firme aún disfrutaba de salidas con sus amigos y los encuentros con su novia.

Luego de dos semanas, sin ganas se despidió de su familia y de Rosa para volver a sus tareas en el buque. tras un largo viaje lleno de pensamientos y recuerdos donde abundaba la presencia de Rosa, llegó a la guardia de la Base, para ingresar debió dar su nombre, el guardia al escucharlo le pidió que esperara un momento, se ausentó un segundo de la ventanilla para hacer una llamada telefónica y regresó junto a él con cara seria. De pronto apareció un jeep de donde bajaron dos soldados con cascos blancos y brazaletes con las letras PM (Policía Militar), rápidamente lo tomaron del brazo y lo subieron al vehículo, Mildo no entendía nada, sabía que estaba en infracción pero le parecía que estaban siendo demasiado agresivos, lo condujeron a un calabozo donde lo alojaron en forma brusca y se fueron sin mediar palabra. Ahí pasó toda la noche,estaba incomodo, pero por momentos sonreía porque sabía que era el precio que debía pagar por haberse quedado más tiempo con su novia, el castigo le pareció insignificante comparado con el disfrute de robarle un beso a ella.

Al día siguiente el panorama se complicó, llegó el sacristán a charlar, a darle la noticia, la terrible noticia de que el Fournier había colisionado con rocas, se había hundido en el Estrecho de Magallanes y nadie se había salvado, ninguno de sus compañeros, ni el joven marinero que lo había suplantado, eso ocurrió el 22 de septiembre de 1949, solo encontraron algunos cuerpos, al primero lo encontró en la playa un vaqueano chileno, más tarde, un avión de reconocimiento vio lo que parecía, desde el aire, una balsa, allí enviaron buques y una nave chilena divisó la pequeña embarcación, dentro de ella los restos de cinco marineros sentados bien agrupados, con ropa de abrigo con capucha, pero su piel completamente negra por la acción del frío. Los subieron a cubierta, los taparon con una bandera chilena y los llevaron al Puerto de Punta Arenas, donde se les rindió homenaje, luego sus cuerpos fueron trasladados a Buenos Aires y recibidos con honores. Eso dio un vuelco en la vida de muchas familias que perdieron a sus seres queridos y también en la de Mildo, ya que rápidamente fue expuesto frente a una Corte Marcial y se decidió su inmediata baja de la Fuerza Naval Militar. Hoy en la Ciudad de Usuhaia hay un monumento que recuerda la tragedia del Fournier.

Pero yo no estaría escribiendo este relato si Mildo no se hubiese quedado unos días más por amor a mi madre.

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