El aeropuerto es un lugar lleno de historias,

de todos los colores, sabores y destinos.

En la de hoy,

ella a sus casi 18, parte con muchos sueños en la maleta,

y al lado de ellos,

los temores, los recuerdos, las sonrisas, los deseos, los silencios y las lágrimas

de todos aquellos que haciendo uso de su mayor esfuerzo, procuran hasta el final,

darle la confianza necesaria para que se lleve una imagen mental

de todo el amor que le profesan.

No es una foto fácil.

De ese lado, está todo lo que no conoce, el inicio de su nueva historia…

De este lado, quien la espero durante 9 meses

sintiendo como el amor eterno crecía en sus entrañas para adherirse a su alma,

ahora entiende que la seguirá esperando toda la vida,

y en ese pequeño trayecto hacia la salida, la ve caminar cuadro a cuadro,

ve su esencia tranquila, su sonrisa tímida, el brillo de sus ojos

y siente que no ha cambiado, que sigue siendo su pequeña

y que quizás con esa excusa, detenerla se pueda justificar,

pero no lo dice,

por qué verse fuerte no es algo que elija para sí,

es para ella, para su pequeña,

para que el pedazo de corazón que se llevó,

aunque no lo sepa,

le dé el calor de su abrazo en los días de invierno.

Ni que hablar del resto del mundo, su pequeño y amado mundo,

abuelos, tíos, amigos, la mascota que no tuvo y el libro que no termino de leer.

Todo se queda de este lado, mientras ella se pierde entre la gente.

El aeropuerto guarda ahora entre sus frías paredes esta triste despedida,

pero cálida y con amor del bueno,

en imágenes el momento es capturado

con la esperanza de que pronto se dé el reencuentro.

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