La casa de las mil puertas

La casa de las mil puertas

Hay casas que tienen puertas de entrada, casas que tienen habitaciones cerradas que nunca se usan, también hay puertas que encierran grandes dramas que se entienden pasados los años en grabadoras con cacofonías.

Pero las puertas físicas no son siempre las que más preocupan. Hay afectos que se cierran con puertas blindadas que nunca se abren, afectos tiranos que nunca abren su puerta y si lo hacen es para empujarte a la desolación de una habitación vacía y oscura, un castigo.

Una infancia rodeada de puertas a cual más fría a cual más terrorífica, llena de llaves que nunca abren, llena de sonidos y voces que nunca las pronuncia alguien solo los ecos detrás de las puertas. Ecos que hablan de cariños sin abrazos, ecos que hablan de respeto sin escuchar y ecos que amordazan la personalidad.

Casa de mil puertas, abres una y te encuentras con otra, la siguiente es más ruda y de peor aspecto y asi incansablemente. Puertas frías que dejan poco espacio para respirar, para pensar y crecer.

Pero Melania un día dejó de mirar, dejó de pensar y dejó de intentar abrir las puertas porque descubrió que había ventanas más allá de las puertas. Que podía ver el cielo lluvioso o azul, con nubes que dibujaban para ella grandes historias de aventuras. Que ella misma podía escribir con el vaho de su aliento grandes relatos en aquellos cristales que no se antojaban tan fríos e inhumanos como las puertas.

Un mundo paralelo a una vida que muchos querían mantener encerrada en una habitación sin sol. Pero sin saber que el sol ya buscaba a Melania mucho antes de que quisieran encerrar su espíritu.

Un mundo tan rico en matices jamás podría permanecer en la oscuridad a no ser que entendiéramos que la oscuridad se forma por la suma de todos y cada uno de los colores que existen.

Y finalmente un día, un golpe de tormenta rompió la ventana de su habitación, fragmentado el reflejo de sus puertas en pequeños recuerdos esparcidos por el suelo.

Su pelo azotaba su rostro empapado en sudor, terror por esa ventana abierta que pretendía ser salida y destierro de un estrecho mundo basado en la nada, la oscuridad y la nostalgia.

La habitación se llenó rápidamente de luz y lo que sucedió solo lo pudo traducir una cacofonía impregnada en una pared, la risa de Melania lo cubría todo, traspasaba las paredes, las ventanas y se colaba por debajo de las puertas cubriéndolo todo a su paso.

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