Lo vi mediante una vieja y roñosa foto en blanco y negro. Tenía la mirada de un suicida, vacía e intensa. Lo mire durante mucho, no dejaba de tirar bombas nucleares en mi cabeza, pensando como alguien puede llegar a causar todo y nada, porque no estaba, pero se sentía como la mismísima guerra la ausencia.

Aún logro escuchar el sonido de la madera crujir, o la gotera en el baño, los vecinos golpeando con violencia el respaldo de la cama, al igual como la gata sumisa del tercer piso que le ronronea a cualquiera con tal de conseguir lo que quiere. Era un perdido tratando de encontrar su lugar en el mundo, y dentro de esas cuatro paredes no calzaban las cosas, aunque lo intentase veía manchas por todos lados. Y no dejaba de cuestionarme el enfermizo juego que tenía en mi mente, quede atrapado viviendo la misma horrorosa historia por mis ojos. Era yo, acabando conmigo a través de una sola foto, en una búsqueda desesperada de poder volver a encontrar mi hogar en este mundo, esperanzado aún con la idea de algún día encontrar unos brazos que me abrasen con tanta fuerza, que logren reconstruir todas las ruinas que existen en mí.

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