Enya, la hija mayor poco agraciada de los McGrath, vivía asediada por un sueño recurrente donde perecía trágicamente sumergida en las profundidades de un lago, el descenso de su cuerpo era lento, sus brazos flotaban al ritmo ondeante de las mangas de un hermoso vestido rojo, el escote era resaltado por un intenso resplandor emanado de su antiguo colgante. No obstante, su vida real era perturbada solo por la llegada de la primavera y con ella, la boda doble de sus hermanas menores Cara y Ciara; para los habitantes de la aldea esto representaba un acto de mala suerte para Enya, señalada como la futura solterona de la familia, Enya estaba ávida de conocimiento y aventuras más allá de la aldea Adza y la Isla Taigana, no se dejaba intimidar por las supersticiones de los Adzanos, para distraerse acompaño a su padre, el viejo Finbar, en su antigua carreta a las aldeas aledañas para vender pieles.
La carreta se averió, el regreso a casa se retrasó, Enya y su padre se perdieron, adentrándose en lo que para Finbar parecía ser el mitológico bosque boreal Neu que rodea el Lago Comrib, el sonido de un martillar que se acentuaba cada vez más, generaba confianza en Finbar, quien estaba seguro estar cerca de una aldea vecina, la rueca reparada nuevamente se averió, dejando a Enya y a su padre a merced de la noche, Finbar trato de repararla, al intentarlo esta cedió cayendo sobre sus piernas, los quejidos de dolor desesperaban a Enya, quien se esforzaba por liberar a su padre del peso que lo torturaba, frustrada corrió en busca de ayuda persiguiendo aquel extraño sonido, este se hacía cada vez más intenso, sin darse cuenta estaba sobre una capa delgada de hielo, sus huellas eran borradas por enormes grietas, el sonido que persigue Enya, es disipado por el quiebre del lago congelado a sus pies, el eco del grito estremece al bosque entero.
Enya cae al agua como lo ha soñado, esta vez el misterioso esplendor proviene de las profundidades del lago que resguarda una hermosa flor de narciso, está incompleta, falta su corona amarilla, con una forma igual a la del colgante que posee Enya, al estar tan cerca, se acoplan de manera extraordinaria, solidificándose la flor instantáneamente, formando un majestuoso cetro dorado al cual se aferra, el lago se descongela, Enya emerge a la superficie, es recibida por un fauno, un hada de primavera, un duende y una ninfa del agua, la leyenda recobra vida, se dice que cada mil años aquel que posea la corona de narciso y este libre de vanidad, portará el cetro narcisiano cuyo resplandor despertará a las criaturas mágicas del bosque, enfrentando al rey Gelidus y su ejército de gigantes escarchados liderado por el gran oso azul de dos cabezas, evitando el invierno milenario en tierras sagradas Taiganas, solo podrá lograrlo antes del equinoccio de primavera, después de esto el cetro desaparecerá nuevamente, una vez se cumpla el tiempo de vida de la flor.
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