La alternativa correcta

La alternativa correcta

Su mirada seguía incrustada en la nada. De repente, la rigidez a la que había sometido su cuerpo le envió una descarga por toda la columna. Dio un respingo, Trató de concentrarse en lo que había venido a hacer. Se hallaba en la novena planta de un anticuado edificio del centro metropolitano. Una metrópolis a la que le importaba una mierda si vivía o moría. Bajó la mirada a sus pies, a ellos les tocaba hacer la parte sucia del trabajo. El logotipo de las bambas Nike se le antojó como una sonrisa torcida, burlona, ‘Adelante, hazlo, estamos dispuestas a ayudarte’. Un nudo nauseabundo subió de su estómago hasta la garganta, dejándole un sabor amargo en la boca, con vértigo. El malestar fue inmediato. ‘No, no puedo hacerlo’. Poco a poco, asomó la cabeza desde la superficie de su abismo personal un sentimiento al que había encerrado hace mucho tiempo. Tenía miedo. Y el miedo volvía a hablarle.

– ‘Sabes que no quieres hacerlo, Marc ¡Tienes muchas opciones! No elijas esta’.

– ‘Hazlo’ – ordenaron sus pies,- ‘un sólo paso y todo habrá terminado. No más dolor, no más tristeza, no más culpa, no más miedo. Sólo paz’.- Oh, seria tan poco pedir un poco de paz… era lo único que anhelaba, pero los demonios de su cabeza no le permitían ni un suspiro desde hace meses ¿Meses? Años… ‘Sí, lo haré’. Hizo ademán de mover el pie.

– ‘Que crees que pensará la gente que conoces en cuanto se entere de lo que has hecho?- Detuvo su pierna. – ¿Que crees que pensará tu madre, tu padre, tus hermanos? No merecen ser la comidilla de los vecinos. Esto no está bien y lo sabes. Sólo lo hace la gente que no sabe solucionar sus problemas por si mismos, los perdedores, los cobardes… ¿Eres un cobarde?

Marc lo vio más claro que nunca. El miedo era su mejor amigo. El más anciano de sus sentimientos y el más sabio. Él era el único que lo había protegido incondicionalmente de este mundo cruel. Sonrió. tenia razón ¡No estaba tan mal! Podía solucionarlo solo. Dio media vuelta y pulsó el botón del ascensor.

– ¡NO, NO, NO, NO!- Una tonelada en cada pie le impidió seguir. El logotipo de Nike tenia la sonrisa invertida. Estaba furioso- ¡No ahora que hemos llegado tan lejos! ¡No puedes rendirte!- Y su cabeza estalló con todas las imágenes de su vida. Todo el dolor que había padecido, la angustia, el sufrimiento, el aislamiento, la exclusión… La depresión.

– No hagas caso a estos necios…- musitó el miedo, ahora vacilante.

Marc elevó la mirada.

– Tu te alimentas de mí.

– ¡No!- Giró, cogió carrerilla y se abalanzó sin dudarlo más.

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El Dr.Vinyals se sobresaltó ante la escandalosa entrada de ese hombre. Se recolocó las gafas. Sonrió.

– Oh, usted debe de ser el Sr. Marc Sánchez. Me alegra que por fín haya accedido a venir a la consulta. Por favor, adelante.

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