Me llamo Laura Mejía tengo 15 años, y no sé si quiero tener 16…

Me encontraba en mi natal Maracaibo junto a mi madre, ya no teníamos calendario pero debía ser octubre…

cuando alguien tocó a nuestra puerta:

-Vecina!..que ahí viene la guardia!

La guardia nacional, un grupo de animales con armas contratados por el estado, su objetivo era incierto pero cada vez que venían causaban estragos.

No transcurrieron 2 minutos, de repente un portazo abrió la puerta de par en par…

-¿Quien está aquí!?

Mi madre aún débil a causa de la artritis que la aquejaba, se levantó pidiendo un poco de misericordia, sentía impotencia, pero mis escasos 15 años no me dieron el valor necesario.

Luego se acercó a mi madre, como un cerdo la olió de tal manera que se me revolvió el estómago hasta el punto de tragarme mi vómito.

-Esta es la última vez que les repito, no las quiero volver a ver coño e’ su madre!

Destruyó casi todo lo que mi madre con anhelo llamaba «hogar»: dos armatostes,un colchón, cuyos resortes desprendían de la superficie y un intento de baño al que diariamente debía jalar la perilla del acueducto para poder jalar la cadena.

Mientras se alejaba me lanzó un beso(casi sentí la necesidad de moverme), pero esos ojos… eran negros totalmente, aunque no era su color lo que me hizo estremecer, esos ojos me resultaban familiares, pero de dónde?

La idea me dio vueltas en la cabeza unos cuantos segundos, de repente mi madre me pasa una bolsa de tela y conteniendo sus lágrimas me dijo:

-Empaca…

Era evidente el miedo en sus manos combinado con su conjunto de dolencias, no solo era su cuerpo el que se deterioraba.

Era el Génesis de un éxodo…

No recuerdo cuantas horas caminamos sin parar, tan solo que en mi mente repetía constantemente lo valiente que era mi madre.

Tras una larga espera en el puente de Paraguachón logramos ingresar, a lo que sería una nueva vida…

Mientras cruzábamos por la Guajira un carro verde olivo frenó generando un chillido que al sol de hoy puedo recordar con claridad, en él se encontraban cuatro hombres con máscaras y fusiles, a pesar de que sus manos ya se tornaban frías mi madre se aferró muy fuerte del antebrazo. Uno de los tipos me apuntó directamente con su arma mientras otros 2 sujetaban a mi madre. Lo último que vi antes de perder el conocimiento fue a mi madre forcejear…nadie ayudó.

Cuando desperté mi madre se encontraba desnuda sobre lo que parecía un cartón mi vagina sangraba y me ardía…Días después murió en una clínica cercana.

Colombia me ha tendido sus brazos hoy tengo un trabajo, a veces suelo tener pesadillas donde mis pupilas se envuelven en un líquido negro y se desbordan por mis mejillas como lágrimas.

Me llamo Laura Mejía hoy tengo 18…renuncié a mi país

Pero el día que vuelva, será para construirte de nuevo MALDITO PAÍS.

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