-Hola, doctor.
Era Justo, el hijo de la portera, mi antiguo compañero de estudios.
-¡Hombre, cómo estás?
-Si vengo a tu consulta es porque no debo estar muy bien. Tengo muchos dolores de cabeza. Éste es el tac que me hicieron..
-Joder, qué bicho más feo tienes dentro de la cabeza -le dije-. ¿A qué te dedicas?
-A vivir de los secretos que la gente oculta.
-Vaya, tu inclinación de chiquito transformada en oficio.
-¿Cómo te va? –me preguntó.
-No es para echar cohetes, pero bueno. Le meto un porrón de horas entre el seguro y la consulta privada.
-¿Es lo que querías hacer?
-Es lo que he podido hacer.
-¡Puto país! Aquí no se recompensa el talento.
-¿Y a ti?
-Trabajo poco, vivo en la zona alta y los veranos los paso en Formentera.
-¿Quién lo iba a decir?
-Sí, yo iba siempre a remolque. Tú, en cambio eras de los más listos.
-No lo debía de ser tanto viendo donde has llegado tú y donde estoy yo.
Se fue y me vino a la memoria el viejo patinete. Un día Justo me dijo:
–Vas al director si no me lo dejas.
Me mostraba una chuleta que yo había confeccionado con letra pequeñita y renglones muy apretados. Y, claro, tuve que dejarle el patinete, que era lo que más quería.
Justo me invitó a comer a su casa con piscina y un salón con vistas al jardín.
-No es mía sino de un buen cliente. Como tengo grabaciones, fotos y cositas suyas pues me la presta.
-¿Nunca te paras a pensar en el daño que haces?
-No sé a qué te refieres, la verdad.
-La riqueza se consigue con trabajo, honradez, sinceridad…
-Mis clientes se enriquecen con sus trapicheos. Ya sabes, quien roba a un ladrón…
-Pues deberías hacer que el peso de la ley caiga sobre ellos.
-Si yo te hubiera denunciado, ¿hubiera podido tener tu patinete? ¿Por qué tú tenías patinete y yo no? ¿Quién planifica la desigualdad?
-Los méritos, el esfuerzo.
-Siendo tan honrado nunca vivirás en la zona alta, amigo. Por cierto, ven con tu familia a pasar el verano a Formentera. Es para tenerte cerca, por el bicho, y de paso me ayudas en el negocio.
-Qué negocio?
-Las grabaciones, los videos, las fotos de las fechorías de los poderosos. Guardo hasta tu chuleta.
-No me lo puedo creer.
-Quiero que participes de la fiesta. Te lo mereces.
Cuando Justo murió instalé la consulta en su casa de la zona alta y comencé una nueva vida de rico, con veraneo incluido en Formentera. Y cuando pienso enmi amigo siempre me acuerdo del patinete. Me lo regalaron por mi rendimiento en los estudios.
-¿Por qué lo compartes con ese inútil? –me preguntó mi padre.
-Hace por mí cosas que nadie más hace, papá.
-Ese chico no hará nada bueno en la vida, a diferencia de ti.
Papá tenía razón, Justo no hizo nada de bueno en la vida. Por eso le fue tan bien.
OPINIONES Y COMENTARIOS