Érase una vez una historia de amor, una de esas que pensé que no existían y de la que fui testigo gracias a mi cercanía con sus protagonistas.

María, era mi abuela, una joven de piel morena, bronceada por el majestuoso clima tropical de una ciudad mágica, con esa belleza inigualable de la mujer latina; y Alejandro, un europeo con un acento encantador y una timidez exorbitante, fueron los inspiradores de esta historia de amor.

Cuando las miradas de ellos se cruzaron por primera vez, sus corazones se entrelazaron y sabían que desde ese día sus almas estarían destinadas a estar juntas; de ese encuentro surgió una relación, él viajaba desde Europa constantemente para ver a María.

Cada encuentro parecía el primero, la forma como este hombre la miraba, la besaba y la tomaba entre sus brazos era de una persona enamorada, y para fortuna de él, era un amor correspondido.

En uno de sus tantos viajes recibió una noticia que lo lleno de regocijo, iba a ser padre por primera vez, estaba muy ilusionado con la idea de tener un hijo y esa alegría la compartía con toda su familia;

pero la felicidad les duró muy poco, ya que a los tres meses de embarazo, María perdió a su esperado, ansiado y amado bebé, situación que ocasionó la ruptura de esta pareja que hasta ese día parecían ser ejemplo para quienes los conocían, pues Alejandro se alejó sin escuchar explicación alguna de lo que había ocurrido con su hijo.

Por mucho tiempo María sufrió por causa de su abandono, hasta que la tecnología le ayudó a reencontrarse con quien aún era su amor, a la fecha ese sentimiento seguía vivo y sentía que se debían un largo diálogo para cerrar ese capítulo en su historia.

Para sorpresa de mi abuela, él intentó contactarla, pero había perdido rastro de ella cuando por huir del dolor se fue de la ciudad, lo bueno era que en ambos aun estaba viva la llama del amor, este sentimiento seguía intacto, ambos estaban solos, ninguno había entablado una nueva relación.

Por un largo tiempo volvieron las muestras de afecto a través de llamadas y cartas de amor, hasta que Alejandro le pidió a María que viajara a Europa, pues tanto él como ella no querían pasar más tiempo separados.

su encuentro fue muy emotivo, estaban muy nerviosos, ya que los cambios físicos eran bastantes notables, pero no les importó para revivir su pasión y su amor profundamente como un par de adolescentes, María estaba viviendo como un cuento de hadas con su príncipe, en una ciudad hermosa y romántica como lo era Madrid.

Conversaban constantemente y hablaban sobre su futuro, donde planeaban estar juntos y vivir felices lo que les quedaba de vida, solo debían hacer un último esfuerzo y separarse para que ella organizara todo en su país y regresara junto a él.

Transcurrridas unas semanas la vida les jugó una mala pasada, de regreso a su país María debió someterse a una cirugía de urgencia que para desgracia de todos, no salió nada bien, pues al abrir sus ojos dio un último suspiro y volvió a dormir, pero esta vez, para siempre.

Fue un final triste que nadie esperaba, pero Alejandro le agradeció a la vida la oportunidad que le dio de verla y compartir momentos imborrables antes de su partida definitiva.

Su reencuentro sirvió para aclarar dudas, viajar y vivir los últimos meses más felices de sus vidas como lo habían soñado, ya que habría sido mas triste morir, sin haber vivido esos momentos maravillosos al lado de su verdadero AMOR.

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