En mi mundo al revés los gatos ladran, los perros vuelan y los salmones enseñan en la universidad que 2+2= 🐟 . Si quieres comer sacas los frutos de un árbol de aire y si tienes sed , bebes un vaso de arena. Si quieres cantar serás un mimo, si quieres amar lo haces en secreto y con vergüenza. El presidente es un mendigo que perdió su hogar por las drogas y está en contra de la ley 20.000 . El dinero es de papel de diario, revistas o cartulina y está respaldado con barro de excelente calidad, rica en chanchitos de tierra y ciempiés.
Yori es un niño de escasos recursos, vive en una mansión con 15 habitaciones, 4 baños y una hectárea de jardín asfaltado. A Yori no le gusta su realidad. Un día decide colgarse en el hilo para la ropa para poder llegar al barrio de los chicos ricos. Al llegar no puede creer lo que sus ojos le muestran. Niños y niñas cubiertos de barro, con piso de barro y playeras de barro, algunos con sombreros de barro adornados con hojas secas e insectos.
No duró mucho oculto , una hormiga guardián comenzó a aullar y toda la colonia de hormigas se reunió a los pies de Yori. -Auuuuuuuuu auuu au au.- , esbozó la hormiga reina. Ante esta clara instrucción, las hormigas huyeron con mucha valentía. Uno de los niños con sombrero lo descubrió, se acercó a Yori y le dijo aterrorizado, con su cara despavorida : E-e-estás limPIOOOOOOOO!
Yori rápidamente tapó los oídos del acaulado niño para que dejara de hablar. Lo miró directo a las manos y dijo: ayúdame, sólo quiero ser como ustedes aunque sea un día. Ante tal requerimiento el niño del sombrero movió su cabeza de lado a lado y antes que Yori pudiera reaccionar , lo tumbó en el piso de precioso barro con una tacleada.
El piso reclamó, el impacto de Yori le dolió. El niño del sombrero de hojas e insectos le susurró: si hago esto es por amor.
Yori quedó paralizado. La palabra prohibida en la boca de un niño rico. Había escuchado de personas que se enamoraron y perdieron todo el barro, todos los insectos e incluso su voz, para que aquellas palabras tan sucias no fueran escuchadas por nadie más.
El niño del sombrero llamó a sus amigos, presentó a su invitado desconocido. Lo miraron como si algo le faltara. Una pequeña con falda de ramas dio con el clavo: Hay que echarle un poco más de barro. Comenzó una guerra de barro, todos corrían colina abajo para buscar el mejor fango, ese que no sale de la piel.
Todos reían y gozaban, ensuciándose y llenándose de bacterias. Y al llegar el atardecer el grupo de amigos se despidió con un fuerte «TE AMO», rodeado de caricias, mimos y abrazos. Yori no podía volver a su mansión y es que su viaje no fue un simple cambio de barrio; Yori encontró su cielo lleno de tierra y fango.
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