Año 1959
Allá sobre la ladera de la montaña, en la parte media de la hermosa e imponente Cordillera de los Andes, se hallaba situada aquella casa. Era una casa sencilla, pero construida con amor e ilusión y con los ahorros de toda su vida pues ese había sido su sueño; Formar una familia con aquella joven de quien se había enamorado desde su juventud y con quien se reencontró después de muchos años, alejados ambos de su tierra natal, dando cumplimiento así a ese anhelo. Se casaron y formaron su hogar, siendo en pocos años bendecidos con sus hijos. Él era un hombre muy trabajador, un poco malgeniado, pero honrado y muy responsable. Posiblemente las circunstancias vividas en su niñez, formaron su carácter recio y fuerte….o tal vez sencillamente era la genética!
Había tenido que salir de su hogar paterno siendo muy joven, casi un niño, por lo que pasó gran parte de su juventud recorriendo varias regiones del país trabajando y conociendo la topografía y las costumbres de los lugares que visitaba, en especial de la zona cafetera, donde residió la mayor parte de su juventud. Todo ello le dio experiencia, sabiduría, y muchas historias que contar a sus amigos y familiares. Era un gran narrador, entretenido y minucioso en los detalles; muchas veces exagerado en su narración.
Le tocó vivir una época muy difícil. Una época marcada por la violencia que sucedió en su país debido a las diferencias entre los partidos políticos de ese entonces. Una época negra y vergonzosa para la historia de nuestra nación, donde se exterminaron entre coterráneos, sencillamente por la intolerancia, la manipulación e intereses políticos de los gobernantes de turno. Debido al asesinato del caudillo del pueblo, quien era el candidato a la presidencia, se generaron más disturbios, se incrementaron las masacres y el desplazamiento forzado de muchas familias desde, y hacia los campos. Guerra absurda, pero que de alguna forma partió en dos la historia del país porque conllevó a replantearse la inconformidad económica, política y religiosa que se vivía en ese entonces. Todas estas vivencias y circunstancias lo hicieron bastante escéptico en cuanto a religión y política.
Después de algunos años de ires y venires en diferentes lugares, allá sobre la fría montaña construyó su hogar. Allí se establecieron cuando sus hijos aún eran pequeños, y a pesar de las limitaciones económicas de ese entonces, fueron épocas alegres, viendo prosperar su tierra, sus cultivos; viendo jugar y correr a sus hijos libremente por su amado terruño, creciendo, formándose en valores y preparándose para afrontar su etapa adulta.
Allá en esa tierra permanecen los recuerdos de muchos momentos compartidos!
Uno de esos recuerdos gratos que quedan en la memoria de los tiempos, es la época de la Molienda. Dicha actividad consiste en extraer el jugo de la caña de azúcar en un trapiche, llevarlo luego al fuego a altas temperaturas en grandes fondos hasta vaciarlo en los moldes y convertirlo en panela. Esa panela, morena dulce, que acompaña las mañanas frías de las montañas Andinas. Era una actividad que compartían alegremente y sin egoísmos con los vecinos de la región y que tenía trascendencia para las familias, porque allí se interactuaba en comunidad, a la vez que se fomentaba la tradición oral de mitos y leyendas al compartir historias y relatos, mientras se disfrutaba de una taza de café o de una cena.
Así pasaron los años, y con la tristeza y la emoción de lo incierto, vieron partir a cada uno de sus hijos. Una de ellas a formar su propio hogar, el otro a trabajar e independizarse, al igual que su hija menor que marchó a la ciudad para continuar sus estudios y conseguir empleo.
Así quedaron solos…!solos pero juntos!
En la memoria de sus descendientes quedarán grabados para siempre esos hermosos recuerdos de una niñez sencilla, límpida y sin egoísmos. El recuerdo las bellas historias que con amor y paciencia les narraba su Madre cada noche antes de acostarse. Esa Madre abnegada que con sacrificio trataba de suplir sus necesidades y con sus regaños y consejos les impulsaba para que continuaran el legado de valores y honradez con que ellos fueron formados. Madre que en su juventud desafió los convencionalismos de la época en cuanto al derecho de las mujeres a la educación, y aún sin el apoyo de su familia, decidió marcharse a otro lugar del país con algunos ahorros para estudiar en un instituto para señoritas. Legado que continúo transmitiendo a sus nietos, en especial a aquella que les acompaño durante muchos años, convirtiéndose en una hija más para ellos. Siempre inculcaron a sus hijos con ejemplo, el amor por el trabajo y por su tierra; Esa tierra que plantaron con tanto esfuerzo, sudor y lágrimas; en la lluvia o con el sol abrasador.
Y hoy, con inmenso dolor para sus hijos y sus nietos, esa misma tierra los reclama!
Después de tantos y tantos años juntos, sus almas han partido, una en pos de la otra, al encuentro de su creador. Hoy las nubes lloran y vuelan los gorriones…hoy la tierra es bendecida con la lluvia, en honor a su recuerdo.
¡Cuánto dolor siente mi corazón! Cuanto dolor ante la pérdida irremediable de alguien sencillo…¡pero con un alma tan grande!
Año 2013
Autora: Rosalba Erazo C.
Seudónimo: Rossi Er.
Derechos reservados de autor.
Colombia
Fecha de creación: Sept. 18 – 2016
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