Estoy observando las vívidas huellas de las pisadas que daría. ¿ Para qué caminar entonces?. ¿ Qué tipo de vida quiero?. El camino está trazado: nacer, estudiar, trabajar, jubilarse, y morir. Quizás mi imaginación sea mi aliada, quizás no lo sea. Pero viajo en el tiempo, y sé que no seré feliz sin libertad, sin imponer mi voluntad. No aguantaría una vida rutinaria, con su trabajo monótono, con su esclavitud implícita, con sus personas que aceptan el orden del mundo porque no tienen la capacidad para imaginar algo distinto. Sé que no estoy loco, sé que no soy el único que ansia una verdadera liberación de la presión que ejerce la autoridad sobre la débil carne humana.

Estoy resquebrajado por dentro, como el suelo del desierto. Solo quiero caminar, pero no en la dirección de esas huellas, sino en busca de un manantial que pueda hacer rebrotar la vida en mi. Tengo miedo pues camino solo, sin garantías, pero como un verdadero valiente, con el corazón encogido, seguiré adelante.

Está decidido, pero es inevitable que me surgan dudas. De pequeño fuí feliz, y de alguna forma los recuerdos que tengo de mi infancia de vivencias completamente banales, están impregnados de absoluta felicidad. Todo cambió con diez años, cuando una crisis existencial me cogió por sorpresa. La pregunta que la originó fue la siguiente: ¿ qué sentido tiene la vida si cuando busco algo, en el camino no soy feliz, y cuando lo consigo dejo de serlo porque me acostumbro?. Mi madre no pudo ayudarme demasiado. Cuando le hice la pregunta me dio una respuesta expontánea y sincera:qué crudo lo vas a tener.

¿Debería buscar en mi mente entonces ?. ¿ Cómo se busca la felicidad en la mente?. Creo que es tal la oscuridad que la cubre, que ni una vela iluminaría. Aun así, la intuición me dice que será allí solamente donde forjaré la llave que abrirá la puerta de la celda mental , del sufrimiento, de la ilusión. He de entregarme por completo al fluir, aceptar las cosas tal y como son, desapegarme de objetos, personas, ideas, abandonar la imagen que tengo de mi, encontrar la paz en la profundidad del corazón, ser niño otra vez, porque la verdadera sabiduría y felicidad reside en el ser.

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