Os dejo aquí el texto (AL FINAL), que no va a poder participar en el concurso de MICRORRELATOS -y que ya está teniendo comentarios en el apartado correspondiente-, porque aquí funciona la ley mordaza, y fui censurado por este Club, descendiente del inquisidor Torquemada.
Fui censurado por este Club hace algún tiempo, como hacía la Inquisición en tiempos de Hipatia, porque me atreví a defenderme de insultos, menosprecios, comentarios groseros y ataques personales de unos pocos que no saben juntar dos letras seguidas ni encajar una crítica constructiva.
Unos pocos -que hacen mucho ruido- se dedicaron a faltar al respeto sin pudor, por hacer comentarios de buena fe, simplemente porque sólo les gusta que les adulen; y como el que aquí escribe hacía críticas honestas -educadas pero honestas-, no gustaban a estos «catedráticos» de la palabra.
Esto ya pasó hace algún tiempo. Descubrí que en los foros en los que aquí nos movemos, funciona mucho la hipocresía, y los mediocres se alimentan de ella. Los que plasman aquí su ignorancia sin rubor, son los que tienen más que decir. Y cuidado con decirles algo constructivo, porque lo toman como algo personal. Esto le pasó a otra gente, pero yo no me callo porque no tengo porque hacerlo, y como no me callo, se me censuró convenientemente.
Este Club pudo comprobar perfectamente las palabras altisonantes que me dedicaron los mediocres de turno (alguno escondido tras perfiles falsos), y sin embargo prefirió hacer oídos sordos y censurarme a mi. Y por eso aunque puedo publicar, no puedo hacer comentarios ni responder a los comentarios que otros me hacen. Pero no importa, mi conciencia está impoluta, y mi escritura, modesta, está a años luz de quienes pretendieron ser más papistas que el Papa, pero no pasan del catecumenado. Pobres de espíritu, ignorantes a los ojos de quien los lee. Lo peor es que se atreven a escribir.
Supongo que en este Club prefieren deshacerse de gente honesta como yo, que no calla ante actitudes injustificables, porque se alimenta de la hipocresía como algunos animales de la carroña. Aquí parece que se hace un buen «negocio» con esta dinámica de «tirarse flores», «hacer el cuento», «hacerse la pelota»… como quieran llamarlo.
A los que siguen aquí les recomiendo que busquen otro foro para sus inquietudes literarias, antes de que les pase algo parecido a lo que me pasó a mi. Aunque una buena forma de que no tengan problemas es la adulación, la autocensura y la pamplina.
En este Club se llenan la boca hablando de normas éticas, cuando su actitud no tiene una pizca de ética. La actitud de este club consiste en censurar a los que intentamos ser sinceros, para que la maledicencia disfrazada de literatura campe a sus anchas. Se trata de mantener a la gente ocupada, ejercer un «control» arbitrario sobre los comentarios, y mantener a toda costa un ambiente donde campa a sus anchas una cohorte de aduladores, que se retro alimentan de sus propias miserias. Y además veo que están bajando la cuantía de los premios. Pensáoslo bien.
Xoán
LAS PALABRAS HABLARON
– ¡Aquí no se viene a hacer política, se viene a escribir! -vomitó intransigencia disfrazada de democracia-.
Todos se quedaron callados, como muertos. En cuanto el silencio cobró vida continué con mi relato.
– ¿Qué te hizo a ti el presidente del gobierno?.
La mordaza de la censura me miró desafiante, pero mi personaje se armó de lo único de lo que disponía, las palabras; y voló con alas de libertad hacia la locura de los desheredados. Y abrazó su locura. Y las palabras hablaron… sin cadenas.
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