No recuerdo cuando empezó todo, pero desde que leí las primeras guías que cayeron de manera fortuita en mis manos, desde que escuché las vivencias de los que ya lo habían realizado, desde que supe, en fin, que era posible, he estado intentando hacer ese viaje. Todo lo que leía o escuchaba sobre él hacía que me pareciera cada vez más atractivo, se me antojaba simplemente fantástico, en mi mente volaban las imágenes proporcionadas por otros, pero eran las experiencias que relataban, las vivencias, las sensaciones, lo intangible, lo que me tenía absolutamente subyugado. Yo quería, no, yo iba a hacer ese viaje.
No era cuestión de dinero, aunque no me sobraba, llevaba ahorrando el tiempo suficiente para tener bastante para cualquier contingencia que se pudiera presentar, tampoco era cuestión de tiempo, del que tampoco estaba sobrado, pero había renunciado a disfrutar mis vacaciones para que cuando llegara la ocasión nada ni nadie pudiera oponerse.
Sabía que era necesaria una preparación previa, por lo que había leído también haría falta cierto entrenamiento físico, pero sobre todo mental y casi diría, sin temor a equivocarme, que espiritual. Pero eso no iba a echarme atrás, me conozco y creo que soy bastante constante cuando me lo propongo, simplemente me prepararía y lo haría. Estaba dispuesto, cuando llegara el momento, a buscar a alguno de los autores de los libros que me habían transportado en mis pensamientos y en mis sueños a ese idílico destino y les pediría ayuda y consejo. De todas maneras vivo en una gran ciudad, seguro que puedo encontrar aquí alguien que me oriente, alguien que ya haya hecho lo que yo tanto anhelo. Sí tenía claro que no era un viaje fácil y que debía prepararlo con paciencia, constancia y cuidando hasta el más mínimo detalle. Estaba dispuesto a hacer de él el viaje de mi vida.
Sin embargo, hasta ahora, nunca me he atrevido a hacerlo, me parecía que debía tener, que debía vivir, esta experiencia acompañado, y hacerlo de la persona adecuada, no de un amigo, o de un conocido, de alguien que lo fuera a disfrutar y a vivir con tanta intensidad como pensaba hacerlo yo, pero nunca la encontraba. Hasta ahora que has llegado a mi vida, perdón, hasta ahora que has desbarajustado maravillosamente mi vida, después de haberte buscado hasta la extenuación, después de haberte esperado en cada cruce de mi camino. Ahora que he descubierto en ti a la pareja perfecta, no solo para este, si no para otros tantos viajes imaginados y pospuestos una y otra vez esperando tener con quien compartirlos, ahora voy y sin planificarlo, sin ningún tipo de preparación ni entrenamiento, sorprendiéndome hasta a mi mismo, emprendo el viaje solo, sin ti.
Puto viaje astral, cuando por fin lo consigo, después de toda una vida esperando, y nunca mejor dicho, es para verme a mi mismo en un jodido ataúd y a ti, a quien ese mismo tiempo he esperado, llorando a mis pies, lo siento.
Por cierto, no hago mal muerto, y ahora que lo veo con otra perspectiva, tenías razón cariño, como siempre, deberíamos arreglar de una vez el parquet.
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