Todos hablaban y opinaban. Muchas frases e ideas buscando satisfacer la primera petición de la joven profesora: elegir un género y dentro de él, una temática concreta.

Para mí, era perder la virginidad en cuanto a explorar mi propia capacidad creativa en la escritura. Me obligaba a, primero observar, y luego intentar aportar algo al grupo. No quería añadir una frase intrascendente.

Entonces vi el momento, puse los brazos encima de la mesa y adelantándome en la silla me dispuse a hablar:

– Y si…

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