La primera vez, fue por amor a las palabras.

La vida brillaba entre líneas. Relatos y poesía. Perseguíamos con ilusión, un párrafo con sangre. Palabras que incendiaban el alma y la lavaban con el agua de los días, creando caminos hacia otros lugares.

Ahora enseño a Amyr, al ritmo de su alma antigua. La emoción de las primeras frases, el temblor en la lectura entrecortada, la sorpresa de ver, en cada palabra, una puerta que aparta piedras y crea vida.

La última vez, fue por amor a las personas.

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