En el verano de 1987, yo acababa de terminar la E.G.B, y mis padres decidieron por mi, qué hasta ahí llegaban mis estudios, que éramos pobres y los hijos de los pobres no estudiaban.Esa decisión acababa con mi sueño de estudiar magisterio antes incluso de empezar, desde los cinco años que yo recuerde mi infancia era escribir en una pizarra y fingir que era maestra, pues nada ese sueño ya no se haría realidad, a pesar de todo yo me resigné, en aquellos tiempos los hijos obedecían a los padres.
Y así fué como en plena adolescencia, entré a formar parte de la plantilla de un taller de confección, por supuesto sin contrato, porque mi corta edad no lo permitía, llegado el día de entrar a mi primer trabajo yo iba por la calle temblando y rezando de los nervios que llevaba, yo ilusa de mi ,pensaba que con el tiempo eso pasaría, pero la realidad es que todas las mañanas durante los largos diez años que pasé allí fueron iguales .
Los jefes ,un matrimonio de mediana edad resultaron ser unos explotadores, sin escrúpulos y sin piedad que nos trataban bastante mal, al límite del maltrato, ella era la típica señorona muy bien vestida, pero muy mal hablada, y el marido besaba el suelo que ella pisaba, yo me preguntaba cómo se podía querer a una persona tan mala.
Y así entre voces, malas palabras y ruido de máquinas de coser pasó mi adolescencia y juventud, ascendí de categoría, pero no de sueldo, si ese mes teníamos suerte de que nos pagaran. Por que más de un mes nos decían que no había dinero y nos quedábamos sin cobrar, péro ellos si cobraban , bien se notaba en los abrigos de piel y los perfumes de la señora. Para eso sí había, para nosotras no. Nunca llegaré a comprender a mis padres, los padres de las otras chicas que estaban conformes con todo lo que pasaba allí y a las otras chicas mayores y adultas que aguantaban.
Yo desde mi máquina de coser seguía soñando que estaba en la facultad estudiando magisterio.O que incluso ya tenía la carrera y que vestía abrigos como los de la jefa, pero por supuesto de piel sintética,que yo por un abrigo no mato un animal y con dinero ganado honradamente no explotando a pobres chiquillas .
Increíble pero cierto,aguanté 10 años y el año que cumplí 24 decidí dejar aquello. Me fuí a otra fábrica y descubrí que se podía trabajar en silencio ,que había jefes que no humillaban y que pagaban todos los meses, me maldije por haber aguantado tanto.
De recuerdo de aquellos años me quedo con las amigas que hice alli y con las pesadillas que sigo teniendo con que trabajo y no me pagan.
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