El hospital Nuestra Señora de La Merced no quedaba muy alejado de donde me encontraba así que decidí ir caminando, la tarde no era fría.

Nunca pensé que la enfermedad de María revistiera gravedad. Lo cierto es que despues del fallecimiento de sus padres en un trágico incendio todo pareció desvanecerse para ella.

María estudio antropología gracias a su madre, que se empeño como pudo en la labor de hacer comprender a su marido que era lo que su hija deseaba y no artes como era la pretensión de su padre, Catedrático en la materia. Se licencio en 1992 por la universidad de Manchester, su tesis doctoral verso sobre los «Ciclos del Síndrome del Hombre Rígido». Sus años gloriosos.

Tras aquel fatidico incendio María se consumió entre el alcohol y el cannabis, su primer ingreso se produjo en octubre del año 2007. En noviembre de 2008 es diagnósticada con clínica hipomaníaca que desemboca en episodio depresivo y reaparición de ideas suicidas. Se intensifica el tratamiento y comienza a experimentar mejoría, esta evolución obliga a modificar el diagnóstico por el de trastorno bipolar.

Llegaba pronto a la consulta, ignoraba porque el doctor Ricart me había citado. Entre en la sala de espera, una joven se acerco de inmediato.

– ¿Tiene cita con el doctor?

– Si, a las 17:30

– ¿Su nombre?

– Oh no, yo….bueno soy familiar de una paciente.

– Nombre por favor

– ¿El mío?

– ¿Quien ha quedado con el doctor Recart, usted o la paciente?

No queriendo entrar en más controversia le indique mi nombre.

– Pedro Belmonte

Descolgó el teléfono y marco una extensión.

– Doctor Recart su visita ya esta aquí.

– Bien señor Belmonte, puede pasar el doctor le atenderá ahora.

La consulta era espaciosa, escrupulosamente minimalista, decorada en tonos grises.

– Por favor señor Belmonte tome asiento, estará sorprendido de mi llamada, es usted la única persona de contacto que tengo de mi paciente María Ladrón de Guevara, se que están ustedes separados, a pesar de ello María lo mantiene como único contacto de referencia.

– Si, lo figuro.

– Bien señor Belmonte, el motivo de mi llamada es informarle que María paso a ser mi paciente en el año 2009, un colega cree que puedo realizar un diagnóstico certero de una paciente diagnosticada primero de depresión, después de trastorno emocional y de comportamiento y finalmente de trastorno bipolar. ¿Quiere mi opinión señor Belmonte?

– Por favor…..prosiga.

– María esta experimentando consigo misma, llevándose al límite para demostrar esas teorías que tiene sobre el ser humano y su evolución, su teoría del hombre Rígido. ¿Realmente señor Belmonte cree que una persona con la increíble seguridad de María puede entrar en semejante desorden después del fallecimiento de sus progenitores?.

Permanecí expectante sin pronunciarme, no tenía claro si el doctor Recart esperaba mi respuesta.

– María vivió una educación excepcional culturalmente. Fue educada para conseguir todo lo que se propusiera, le enseñaron a contener las emociones, a fijarse metas y alcanzarlas. Es fuerte, directa, inteligente, atractiva. Lo tiene todo menos lo que busca y para conseguirlo es capaz de todo. No dudo que tras el fallecimiento de sus padres entrara en lo que los psicólogos llamamos duelo consentido. Nada que ver con el vencimiento, ideas suicidas y demás trastornos que se señalan en los informes de que dispongo.

Me miro esperando una respuesta

– Siempre fue arriesgada y contundente en sus decisiones.

– El problema señor Belmonte es que la situación ha sufrido un nuevo enfoque, María está alterada últimamente y el motivo es un viaje. Hace aproximadamente un mes recibió una carta en la que se la convocaba a una reunión de viejos amigos y su perspectiva desde entonces es diferente, un extraño reencuentro. Hace alusiones al cambio del mundo, habla de nuevas estructuras, confirma el fín según lo denomina ella de «Los ciclos del hombre rígido». Existe un estímulo que ha provocado en María una nueva situación, en estos momentos no se si calificarla de delirio o simplemente de respuesta emocional ante un objeto real.

Después de unos segundos en silencio continuó:

– El motivo de citarle en mi consulta es preguntarle dada la relación que ustedes han mantenido, si sabía de la existencia de esa carta y de la identidad de su remitente, me preocupa después de los avances conseguidos que todo se distorsione nuevamente en su cabeza. Créame….eso sería muy desafortunado.

El corazón me latía intensamente y por un momento pensé que el doctor Recart estaba oyendo mis latidos, no lo podía creer, aunque debía haber supuesto que Julia convocaría a esa reunión a María, ellas habían discutido hace años, el motivo nadie lo supo nunca, la última vez que se vieron fue en el funeral de los padres de María pero apenas se saludaron con un movimiento de cabeza. Después de tantos años, ahora todos estábamos convocados a la reunión del club de los Elegídos.

– Doctor Recart no creó que deba preocuparse por esta nueva circunstancia, simplemente supongo es una reunión de amigos. Desconozco por otra parte quien pueda ser el remitente de esa carta y sinceramente considero que debe darle la importancia justa.

– Muy bien señor Belmonte, me tranquiliza, quería informarle de está nueva situación. Después de hablar con usted veo que mi preocupación era un tanto infundada. ¿Confio en que si dispusiese de algún tipo de información me la proporcionaría?.

– No lo dude doctor Recart, espero lo mismo de usted, si puedo serle útil no dude en ponerse en contacto conmigo. María es importate para mi.

Sin más me despedí, atravesé la sala de espera y salí a la calle, me hizo bien respirar el aíre contaminado de Barcelona.

El doctor Recart permaneció unos minutos pensando, descolgó el auricular, pulso rellamada:

– Parece que no sabe nada, tengo consulta mañana a las 12:00 con la paciente, seguiré insistiendo, puede ser como ha dicho el señor Belmonte que simplemente se trate de una reunión de viejos amigos.

El club de los Elegidos había sido convocado.

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