Es desafortunado e indiferente el día, tan bello, no puede distinguirse de los demás y no puedes saber si la lluvia llegara; el amanecer sobre una llanura, el viento suave en el entorno inhóspito de una mañana lumbre. Había sido una noche veraniega en la que las personas salían a pasear, a distraerse. Y estaba ahí, recordando los días de pizzas y vino, pero lo que realmente recordaba eran las risas y llantos. Así que decidí escribirte para saber saber cómo estabas, qué, aparte de la rutina, dónde te a llevado la mente a pasear, a imaginar; si has tenido una melodía en los cantos modernos o una lectura del día del mar, qué recuerdos pasaron como páginas viejas de años atrás.
Quisiera saber por qué hoy te has levantado, que te impulsa a seguir, cuál es el pendiente.
Tal vez quiera darte un mensaje motivador pero no lo creo.
He recordado tu forma de ser y eso me complace el preguntarte, lo real que eres y lo ficticio que se convertía con solo quererlo. Aún la distancia no es un impedimento sino que es un aliado en la que las oportunidades son variables.
Realmente sonrió ya que has cambiado mí vida fundamental porque me enseñaste en creer en mí. A entender que debo hacer lo imposible para transformar una idea en lo táctil de lo más bello; ojalá que lo que haya escrito lo imprimas y se lo hagas leer a alguien, y que pregunté de quienes son esas palabras.
Quiero que conozcan quien soy, pero no por vanidad o querer hacerme el famoso solo quiero saber que si me voy me vaya feliz, que sepan mí nombre.
Amiga, siempre me imagino corriendo por el campo, sintiendo el aire de las lluvias de la primavera.
Que palabra dulce a los oídos, tener una relación de amistad, porque no es que te pregunté ¿Podemos ser amigos? Solo surgió y es verdadero.
Deje pasar el tiempo, deje tantas cosas que me hacían daño, y dejé tantas cosas que me hacían feliz; aunque entendí que mis pasos deben tomar direcciones erróneas para poder aprender, para poder avanzar. Llore la otra noche, estaba muy cansado, desahuciado, y porque no un poco de estrés a todo eso, y no recordaba cuando fue la última vez que llore.
Es una montaña alta, y el amanecer es inevitable, puedo sentir esa paz que me rodea y conmociona mí cuerpo, la alegría me consume y me dice «bien hecho», no se por qué es y ni que hice para merecerlo. Peleó con los demonios para no ahogarme en ese pantano turbio, peleó para darme cuenta que valoro quien soy. No quiero olvidarme de ese niño que se canso de llorar, que no podía reír. Ahora que es posible trató de soñar que ya nada importa, que soy más fuerte que el acero, se que te cuento esto y es porque comprendo que puedes entenderme.
Querida amiga me estoy por mudar, siento un aire a felicidad y un no se qué. Incertidumbre, seguro, pero es algo nuevo y es bueno.
Si realmente existe el mañana que no se acabé el hoy, me gustaría tomar un café o un helado contigo, aunque mí sabor favorito sea de vainilla.
Ya estoy en otro lado, los cambios son buenos pero hay que adaptarse al día. No hay luz en casa, y tuve que comprar velas, realmente antaño, pero hay luz donde vaya. Realmente espero abrazarte y llorar, y luego reír. Si tuviera que brillar nadie lo sabría. Y si me ven no dirían nada. Amiga, te escribo porque te quiero, aunque haga calor disfruta del atardecer y tomate un trago dulce, pero no te olvides de reír el día de hoy.
Rock escuché una noche, me gustó mucho hacerlo, letras con un éxtasis de vida. Pero aún queda un final al terminar, y luego de que la termines de leer quiero que escuches una canción, cada vez que la escuché eras tú, eres.
Al terminar esta carta o no se que sea recuerdo una tarde en la que vivía en el campo, había atardecer, flores, viento confortable. Respiré tan relajado, y al abrir los ojos vi como volaban mariposas.
Ahí estás – Amaral.
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