En la plaza de Temperley, en la Zona Sur del Conurnabo Bonaerense, hay un bar donde se reúnen 4 amigos a beber unas cervezas, cuyos seudónimos son «D», «Gb», «A» y «Gt». Estos 4 muchachos miraban siempre los famosos 2 cañones que se encuentran en la plaza de Temperley y se preguntaban siempre para que habrán servido estos cañones. Con la mirada fija en los 2 cañones, la historia nos transporta al año 1875 donde un alemán se refugió en el reciente lugar fundado por el terrateniente George Temperley y, fiel a su nostálgico gusto por el gótico feudal alemán, construyó un castillo que era defendido por esos 2 cañones. Éste alemán llamado Zauberer creó el castillo llamado Ünderlump con la intención de seguir con sus experimentos que hacía en Alemania hasta que fue perseguido y tuvo que huir. La seguridad de este castillo era exagerada al igual que su construcción, lo que llamaba la atención de los lugareños y del propio Temperley.
Por la pícara curiosidad de saber que sucedía allí adentro, 4 jóvenes criollos que vivían en distintas localidades del conurbano de zona sur se metieron al castillo. En realidad, habían entrado varias veces para saber los tipos de seguridad y claves raras que tenía ése castillo. Habían logrado esquivar con minucioso detalle, previamente planeado, todos los elementos de seguridad con el uso de facones, boleadoras, artefactos musicales y herramientas de desencriptado mágico; cosa qué los sorprendió ya que no creían que podía funcionar tal cosa. Cada uno era experto en cada cosa y para el recurso necesario del momento.
Al ingresar vieron todas las cosas increíbles que ya se decían en los rumores: Bibliotecas gigantes, escaleras grandes, libros por todos lados y mesas con elementos de laboratorio de todo tipo propios de ésa época.
Los 4 miraron arriba, subiendo el mentón, comentando cada cosa que veían hasta que se alertaron que había mucho caos de libros y probetas rotas en el suelo derramando líquido.
Uno de ellos supuso que, tal vez, el viejo Zauberer tuvo un accidente y registraron el castillo, cada zona o puerta tenía su puzzle o forma de abrir distinta que cada muchacho fue abriendo con sus habilidades individuales y colectivas.
Así, cada vez veían cosas más raras: esqueletos humanos, esqueletos de animales, esqueletos de seres que nunca habían visto en su vida y herramientas que también nunca habían visto. Luego llegaron a una compuerta que descendía al subsuelo o subterráneo, un piso abajo, donde encontraron un calabozo con celdas que contenían todo tipo de seres muertos encadenados que nunca habían visto y uno de ellos era un humano qué despertó asustandolos. El humano les pidió ayuda, diciéndoles que era el ayudante y traductor de Zauberer, Ikki el ayudante. Ikki les dijo que el viejo Zauberer se había vuelto loco por los experimentos, llevándose las llaves de su celda y cadenas con él: En el verdadero Ünderlump, los pisos hacía abajo del castillo.
Los muchachos prometieron ayudarlo yendo a buscar las llaves e Ikki les advirtió que tengan mucho cuidado porque allí habían cosas que los humanos nunca habían visto. Los muchachos fueron igual, sin temor alguno a cualquier cosa y llegaron a las puertas del Ünderlump, un pozo enorme con escaleras en forma de caracol que descendía muy abajo, teniendo secciones y cuartos en las paredes que sostenían esas escaleras.
Mientras más bajaban, más archivos con imágenes de criaturas raras y rituales veían; detalles de pócimas de todo tipo, anatomía de criaturas y «anatomía de sus almas». Durante los primeros 5 pisos para abajo encontraron este tipo de rarezas y en el sexto piso vieron con horror esas criaturas encarceladas, criaturas que sólo se contaban en las más lúgubres leyendas de todas las partes del mundo. Uno de ellos agarró un papel con la lista de cada uno llamada «M.C.O.T.»: Monstruos y Criaturas Ocultas Terrestres. Una nota con sangre y en alemán, traducida por uno de los muchachos, decía: «Para iluminarme por completo debo encontrar al más poderoso de los Mcots, cavando en el futuro piso 7». Allí estaba la gran puerta, la puerta con números romanos «VII», increíblemente estaba entreabierta donde solo sobresalía una fina luz. Los muchachos vieron en el entre luz, pero no veían nada mas que nieve y una luz roja en la oscuridad. Los 4 empujaron con mucha fuerza y, con mucho esfuerzo, lograron abrirla donde vieron un paisaje llano de nieve. ¿Nieve ahí?, ¿Qué hacía tanta nieve ahí?, ¿Y esa luz roja que tiñe la nieve?.
Los muchachos caminaron persiguiendo esa luz roja viendo ríos y lagos de lava. Sí lava. Esto no sorprendió a uno de ellos diciendo que era más común en las profundidades que se crucen con lava, la rareza residía en la nieve y la mezcla de esto con el paisaje de magma. En el horizonte de la oscuridad vieron una luz de lámpara moviéndose para acá y para allá, evidentemente los muchachos fueron hacía esa luz de lámpara y a pocos metros vieron al viejo Zauberer enloquecido alumbrandose solo la cara bigotuda.
«Tengo quién encontrar, mi él, Monstruo Magno, Leyenda de Leyendas» – decía Zauberer tembloroso en un español mezclado con alemán -.
Los muchachos le hablaron tratando de calmar a Zauberer que insistió con encontrar a ése monstruo, empezaron a discutir, y una mano blanca gigante (blanca como la nieve) aplastó a Zauberer como si fuera un mosquito. La mano se levantó en la oscuridad del «arriba» desapareciendo, despegandose de la sangre y poco cuerpo que quedó de Zauberer. Ante el horror, uno de los muchachos vió las llaves en el cuerpo destruido Zauberer y la agarró. Instantáneamente, la mano bajo como un puño intentando aplastar a los muchachos que empezaron a correr mientras lo perseguía esa mano. Uno de ellos casi cayó a la lava, pero fue rescatado por el resto, qué también casi son aplastados por la mano que se empapó de lava sin reacción alguna (como si simplemente se hubiese mojado). Mientras goteaba lava desde ése «cielo oscuro sin estrellas» volvía a bajar la mano cerca de la puerta, pero los muchachos lograron salir de ése lugar y cerraron con desesperación la puerta séptima. Con la misma desesperación subieron hasta los calabozos, liberaron al herido Ikki y salieron de ése castillo. Mientras salían del castillo, el castillo de Ünderlump se empezó a derrumbar y casi fueron sepultados los muchachos por el derrumbe. Días posteriores sólo se habló del derrumbe del Castillo de Ünderlump, cuya única estructura sobreviviente fueron esos dos cañones y actualmente forman parte de la plaza de Temperley, custodiando sin uso alguno la estación de tren de Temperley. Ikki y los muchachos procuraron que nunca más caven en ése lugar hasta el día de sus muerte, cuidando que las criaturas que moraban allí no salgan y mucho menos esa mano gigante que vieron. Y así pasó hasta ahora, ahora el antiguo Ünderlump es un lugar de entretenimiento, distracción y paz.
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