Años de viajes en soledad se convirtieron de la noche a mañana en pura fantasía. Fantasía que surgió desde el momento en el que, gracias a una novedosa aplicación llamada «Blablacar», un grupo heterogéneo de personas, con edades e inquietudes muy diferentes, nos encontramos en un mismo coche en dirección al corazón de Galicia.
Tras innumerables ocasiones coincidiendo para el mismo recorrido, acabamos generando una especie de grupo de viaje. Después de unos primeros trayectos algo fríos e impersonales, pronto quedó atrás la vergüenza y acabamos compartiendo anécdotas, risas, e incluso con el tiempo, confesiones o lamentos, historias duras de personas que se abren en canal encontrando momentos de consuelo gracias a una atmósfera que, en otro contexto, hubiera sido imposible que existiera.
Hoy volvemos a viajar, y sí, nuevamente al corazón de Galicia. Un camino que habremos recorrido cientos de noches, acompañados por baladas desgarradoras, por un ambiente mágico que sólo el brillo de un loco diamante como Pink Floyd podría generar, o incluso reinterpretando de manera ridículamente divertida una escena del Bohemian Rhapsody al más puro estilo “Los mundos de Wayne”.
Hoy la música que suena en mi viejo coche puesto de gala es la marcha nupcial. Se supone que debería faltar una persona en el coche, Marcos, el novio, que por razones obvias y supersticiones varias no debería llegar en el mismo coche que Clara, su hasta ahora simplemente prometida.
Marcos viaja con los ojos vendados para no faltar a la tradición, pero dándole la mano a Clara como tantas veces. Las primeras fueron fugaces y medio a escondidas, con el rubor de unos quinceañeros de casi 40 años que pensaban que el resto no nos dábamos cuenta.
En el coche también viajamos Paco, un conserje de instituto con cerca de 60 castañas, Saray, una estudiante que apenas comienza a descubrir el mundo a sus “veintisiempre”, y, un servidor, Ramiro, que también rondando la veintena, acompañamos emocionados a los futuros marido y mujer. Cinco vidas que, de otro modo difícilmente se habrían entrecruzado, creando recuerdos imborrables e incluso dando lugar a una familia, porque para más sorpresa, ya que hasta este momento lo desconocíamos, dentro de Clara viaja Silvia. Así que ahí vamos, seis viajeros en un cinco plazas, como en los 80, camino de un sí quiero que nos hará llorar de alegría. Las risas con el baile del pollito de Paco también están garantizadas.
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