Las Cazadoras de Madam—Capítulo 02

Las Cazadoras de Madam—Capítulo 02

Fumando a la luna

03/11/2024

Alphas

Era un día brillante.

El sol resplandecía en el cielo despejado, los estudiantes salían de sus colegios, los hombres tomaban su descanso del trabajo, las mujeres hacían las compras, los niños jugaban. Todo era idéntico, día tras día, sin sorpresas y plagado de aburrimiento y monotonía.

Pero este día en particular tuvo algo diferente, algo sin precedentes, después de cinco años de ausencia y renunciar a su título nobiliario la hija mayor de la gran y respetada familia Ayutthaya estaba de vuelta.

—Me alegra ver que aceptarás venir.

—Solo lo hice porque decías estar muriendo, tenía que verlo con mis propios ojos.

—¡Khun Malee! — reprendió la más pequeña de las hermanas con el honorífico que marcaba el respeto de manera formal hacia una persona mayor. —Te pedí ser amable, y lo prometiste.

—Y Tua lek dijo que la abuela estaba muriendo.— corto con ironía en la voz sonriendo únicamente al mencionar ese pequeño apodo. —Pero yo la veo muy bien…

Una corta risa seguida de una tos seca detuvo el comentario mordaz de la mujer. Ambas nietas centraron la mirada en la mujer mayor siendo auxiliada por una de las criadas.

Ayutthaya Malee se había marchado hace cinco años después de que la abuela, no conforme con obligarla a estudiar algo que no deseaba, también estaba buscando para ella una pareja amorosa para formar una familia. Ignorando por completo sus sueños.

Malee siempre ha sido una mujer hermosa, por ello la lista de interesados era larga, pero la alpha guardaba un secreto que la hizo no aceptar a ninguno de sus pretendientes impuestos por la abuela.

Su piel ligeramente bronceada combinaba perfecta con su largo y sedoso cabello chocolate, mientras que su mirada de un castaño profundo reflejaba sarcasmo puro con cada palabra pronunciada.

—El doctor dijo que me quedaban tres meses…

—Entonces no estás muriendo, háblame de nuevo cuando estés…

—¡Khun Malee, ya basta!

—Está bien, Sunee, me lo merezco. — la anciana levantó la mirada hacia su nieta mayor. —Entiendo que me odies, yo…, te presione demasiado, nunca fue mi intención lastimarte, ni a ti, ni a Sunee, ni siquiera a…

—Ya es muy tarde para pedir perdón a Kanya, ¿no lo crees?

El silencio pronto gobernó tras la fuerte acusación. La anciana bajó la mirada a su plato de sopa, tenía razón su nieta, ya era demasiado tarde para pedir perdón.

—Me gustaría arreglar las cosas contigo, cariño.

—Pensé que había dejado de ser tu nieta cuando me gritaste y me fui de la casa. — acuso con un gesto burlesco que escondía el dolor de su corazón. —¿Acaso estar al borde de la muerte te ha hecho cambiar de opinión respecto a tu odio por mí?

—Nunca te odie, ni un solo día. — afirmó la mujer con la voz clara y de manera convincente, tras una segunda corta tos, continuó. —Solo no lo entendía, yo sólo quería que ustedes fueran felices, y me di cuenta muy tarde que mi percepción de felicidad no se parecía a la que ustedes deseaban.

Las palabras lamentables de la anciana cada vez se cortaban más debido a la tos. Habiendo terminado tomó su vaso de agua intentando refrescar su garganta y tomando la pastilla que la criada le entregaba.

—No sé si pueda, no es tan fácil, yo enserio te…

—Khun Malee, por favor…, no sigas más con eso. — dijo por lo bajo Sunee, cansada, y visiblemente triste por la situación.

La mujer mayor se levantó con dificultad siendo sostenida por una criada, tenía que ir a descansar. Siendo auxiliada por Sunee bajo la atenta mirada de Malee.

—¿Podemos intentarlo, por favor?

La menor de las hermanas Ayutthaya sabe cuánto cambió la abuela desde lo sucedido con su ex prometido, y todavía más desde que enfermó de gravedad. Así que de verdad esperaba que su hermana mayor fuera más accesible en cuanto a tratar con la abuela se refería, antes de que fuera demasiado tarde.

La comida había concluido pocos minutos después, las hermanas Ayutthaya abandonaban entonces el palacio en el que vivieron toda su infancia. Ingresando al porsche amarillo de Sunee el silencio que las seguía desde que se levantaron de la mesa finalmente desapareció con un pesado suspiro compartido por las dos.

—Pensé que te comportarías. —regaño la menor con un mohín en sus labios al escuchar la carcajada de la mayor. —No eres una niña, tienes treinta y cuatro años.

Ayutthaya Sunee era la menor de las tres hermanas. Con treinta años ya era la jefa y directora de una conocida empresa de contenido diverso que seguía creciendo. Sunee cepillo su cabello cobrizo cayendo en ondas tras su espalda después de colocar el cinturón de seguridad. Su mirada caramelo reflejándose en el espejo retrovisor mientras retrocedía para salir de la entrada del palacio.

—Oh hermanita, pero lo hice. — sonrió arrogante la mayor abrochando su cinturón. —¿A dónde me vas a llevar ahora?

—Tengo que pasar a la oficina, a trabajar. — recalcó la última parte de manera irónica viendo como Malee rodaba los ojos. —¿Cómo logró Khun Malee mantenerse con vida todos estos años? Pensé que odiabas trabajar.

—Odiaba la idea de trabajar en lo que la abuela quería. — se defendió la mujer pasando su mano por su cabellera. —No miento, la pasé mal los primeros dos años; las pinturas y dibujos es un negocio lento. — rodó los ojos al recordar que justo eso fue lo le había dicho la abuela. —Pero desde entonces encontré un buen trabajo donde soy bastante hábil. Sobreviví pese a los peores deseos de la abuela.

—Ella jamás te deseo mal.

—Lo dudo. — se río la mujer provocando una sonrisa a su hermanita, cambiando de tema hablaron sobre cómo les estaba yendo durante todo este tiempo. —Por favor dime que saldremos en la noche, no me pienso encerrar en el hotel cuando recién regrese a Tailandia.

—No me gusta salir.

—Por eso estás soltera.

—Tú también y eso que sales cada noche, algo parece no estarte funcionando. — se burló deteniendo la queja de su mayor con una mano. —Llama a Orawan.— dijo al control del auto y pronto el característico pitido de llamada comenzó a sonar.

“Sí, jefa.”

—Te veo en la oficina en 15 minutos, voy para allá, prepara todo, te quiero presentar a alguien.

Con eso dicho la llamada se cortó, y tras insistentes quejas de la mayor finalmente Sunee aceptó salir esa noche, jalando consigo a su empleada y única amiga íntima de trabajo. Ya después podría comunicarse con el resto de las chicas para presentarles formalmente a su hermana.

En otro lugar una mujer llegaba a la veterinaria para recoger a la mascota de su amiga Bow que se encontraba en un viaje para una especialidad. La doctora no era realmente fanática de los animales, no tenía el tiempo para cuidarlos, era lo que respondía a todo aquel que le preguntara, pero la verdad residía en que parecía no agradarles. Su corazón dolía por eso, más era algo que no se permitía dejar ver.

—Finalmente llegas Lawat, el pequeño Cháang ha estado aquí dos noches, ¿sabes lo estresante que es eso para los perros?

—Disculpa Onuma, he tenido nuevos pacientes y acepté rotar los pacientes de Bow mientras se encontraba fuera.

Thongsuk Lawanrat y Photthong Onuma son amigas desde que estudiaban la carrera de medicina hasta que se separaron para elegir sus propias áreas.

Lawanrat era hija única del director del hospital más reconocido de todo Bangkok. El hospital Thongsuk cuenta con los mejores y más equipados quirófanos, junto con los mejores doctores especializados.

Por otro lado, Onuma es hija de una reconocida y respetada doctora de una clínica privada más pequeña de una provincia alejada de la gran ‘Venecia de Oriente’, en un pequeño asentamiento bien cuidado. Ambas se conocieron estudiando en el extranjero y pronto coincidieron en uno de los tantos debates durante sus clases.

Los instintos dominantes de los alphas por lo general es competir entre otros alphas, y esto no fue diferente. Tras una acalorada competencia durante una clase respondiendo a todas las preguntas dichas por el profesor los compañeros pensaron que habría una rivalidad o pelea entre estas dos alphas.

Sobre todo, porque ambas eran como el agua y el aceite. Onuma siempre fue bastante atrevida, fiestera y un tanto vaga, más su desempeño en clases era impecable. Mientras que Lawanrat era bastante serena, asertiva y callada, le gustaba estudiar en los jardines de la universidad y valoraba mucho su espacio personal, cosa que Onuma ignoraba.

Durante un encuentro tras terminar clases ambas alphas se miraron de frente y Onuma golpeó amistosamente el hombro de la contraria, ambas tenían la misma edad, pero había cinco centímetros de diferencia entre las dos. Lawanrat levantó la cabeza sonriendo mientras que la contraria comenzaba hablar sin parar sobre salir a celebrar ya que se terminaba el semestre.

Tras volver de vacaciones su mejor sorpresa fue que ahora tenían que compartir dormitorio, cosa con la que ambas estaban de acuerdo. Y desde allí su amistad solo siguió creciendo, ya que pronto la broma ocasional de Onuma sobre ser hermanas separadas al nacer las unió más.

Ambas pasaron al despacho de Onuma mientras se despedía de su recepcionista.

Photthong Onuma y Thongsuk Lawanrat compartían algunas similitudes físicas, de allí las bromas de Onuma. Ambas tenían el cabello lacio de un brillante color azabache, aunque Lawanrat tenía un tono un tanto azulado oscuro.

Lo más chistoso es que ambas tenían un diminuto lunar en el pómulo izquierdo, apenas una pulgada debajo del párpado. Y pese a que ambas tenían miradas profundas e intimidantes, los ojos de Onuma eran de un intenso negro, mientras que los de Lawanrat era cafés.

Ambas tomaron asiento una frente a la otra, hablando de trivialidades antes de pasar al estado del pequeño Golden y cuál sería la forma de aplicar su medicamento.

—Sabes suturar heridas y poner inyecciones, no es diferente, incluso yo diría que es más sencillo teniendo en cuenta que ni siquiera tiene aguja y solo debes asegurarte que lo trague.

—Eso se escucha de miedo, que tal si me muerde. — habló en un hilo de voz aterrorizada de no poder cuidar correctamente del perrito debido al odio que estos sienten hacia ella. —¿No podría traerlo contigo cada día para que le des su medicamento?

—Sí haces eso tendré que cobrarte el doble por miedosa. — sonrió en grande disfrutando de la mirada ofendida de su amiga.

—En todo caso, ¿dónde está Cháang?

—Oh, mi asistente lo sacó a pasear junto con otros perritos.

—¿Me acabas de regañar porque según se estresaban por estar enjaulados? Me mentiste. — exclamó ofendida solo empeorando por la risa de la veterinaria. —Realmente solo te estabas burlando de mí, ¿no es verdad?

—No, realmente se estresan, por eso es importante que lo saques a pasear y juegues con él.

Justo entonces, antes de que la doctora Lawat pudiera quejarse, se escuchó un verdadero relajo en la entrada de la clínica veterinaria. Una voz aguda siendo sofocada por los ladridos animados de los perros siendo acompañada por la risa de la misma chica de la recepción. Levantándose de un salto Onuma salió a recibir a su ayudante, Lawanrat siguiéndola un paso atrás.

—¿Cómo te fue pequeña?

—Muy bien doctora. — una animada voz chillona contestó. —Cada día me hacen más caso. Hoy finalmente logré que Kuma no robara juguetes de otros perros.

—Eso es bueno.

La plática continuó sin problema mientras acomodaba a los perros en sus respectivas jaulas con ayuda de la recepcionista. Onuma riéndose ocasionalmente cuando los chihuahuas le ladraban a Lawanrat haciendo el amague de morderla. Asustada la mujer gritó hasta quedar pegada a la pared, incapaz de caminar de regreso a la veterinaria que era resguardada por los perritos.

—Deberías aprender de Nong Yao, Lawat, ella sabe cómo domar hasta el perro más bravo que ha llegado aquí. — dijo entre risas tocando la cabeza de la mencionada haciendo sonrojar de la vergüenza a la doctora. —Esta niña es más valiente que tú, y mira que aún no entra a la universidad, sin duda será toda una fiera.

Nong Yao es una joven omega de preparatoria, de aptitud tierna y mejillas regordetas. Su voz ligeramente chillona causaba estragos en la mayor que le había dado trabajo de medio tiempo, le recordaba a una pequeña hermana.

Yao era el centro de atención de muchos chicos de preparatoria por su encanto y carisma natural, además de sus hermosos ojos gris verdoso, aparentemente regalo de su padre, eran cautivadores entre más los mirabas.

Su delicada piel estaba salpicada por unas cuantas pecas debajo de sus ojos que le daban un aire coqueto pero aniñado, resaltando lindamente con su cabellera azabache que caía por debajo de los hombros.

—Eres bastante graciosa Onuma. — gruñó Lawanrat avergonzada tomando asiento frente al escritorio de la mencionada. —Si eres estudiante de preparatoria, ¿qué haces trabajando aquí? ¿No deberías estar estudiando?

—Sí estudio, soy muy diligente en ese sentido Phi Lawat.

—Nong Yao, ve a limpiar el patio para soltar a los perritos y después te puedes retirar, para que vayas a estudiar, ya que aquí mi amiga está obsesionada con las buenas notas.

—Sí doctora. — contestó la menor sonriendo por la exclamación ofendida de la mujer. —Hasta luego doctora Lawanrat, un placer conocerla. — juntando sus manos frente a ella se retiró cerrando la puerta tras de sí.

—Se ve muy joven, ¿acaso abusas de ella?

—¡Claro que no! — espetó Onuma no queriendo que alguien la escuchara temiendo que fuera malinterpretada. —Solo trabaja tres horas al día, realmente la ha pasado mal desde que falleció su madre hace no mucho, por eso perdió un año de estudios, actualmente vive con su abuela y a su padre jamás lo conoció, solo quiere adquirir la mayor experiencia posible por si…

—Entiendo. — interrumpió suavemente Lawanrat. —Eso es muy amable de tu parte Onuma.

La conversación pronto dio un giro hacia aquellas fiestas en que se perdían hasta el amanecer cuando estudiaban la carrera de medicina, bueno, cuando Onuma se perdía en las fiestas de la fraternidad y Lawanrat iba a buscarla para evitar que amaneciera en algún callejón bañada en su vómito.

Riendo por las anécdotas y viejos y vergonzosos momentos Onuma presionó para salir esa noche.

—Como en los viejos tiempos, ¿qué dices?

—Tengo que cuidar a Cháang.

—No uses al perro para salvarte de esto. — acusó la veterinaria a su amiga cuya sonrisa no desaparecía. —Será divertido, habrá un evento en el club cazador, será entretenido y nuevo, música en vivo, ¿vamos?

—No lo sé…— dudo la mujer. La puerta justo siendo abierta tras unos cortos golpecitos. —¿Quién se va a presentar?

—Disculpe. — interrumpió la intrusa que le entregaba unos papeles a la veterinaria. —Escuche lo que decían sobre el club cazador, esta noche se presentará Kaeomani Hithaarunee, mejor conocida como Darunee, es una gran cantante, será muy divertido.

—“¿Será?”

—Oh sí, yo voy a ir.

Ambas mujeres reaccionaron con sorpresa a lo que la mejor se sonrojó viendo hacia otro lado.

—Estuvieron reclutando gente para hacer de Staff esta noche, estar a las órdenes de Phi Darunee ya que pidió exclusivamente nada de hombres, no pensé que me fueran a llamar, pero lo hicieron, así que no puedo perder esta oportunidad de conocerla, supongo que mi currículum fue sobresaliente. — habló soñadoramente la chica haciendo sonreír a las dos mujeres.

Concluido su trabajo Nong Yao se retiró y Onuma tomó a Cháang para tranquilizarlo antes de meterlo a la transportadora y entregárselo a su amiga.

—¿Entonces?

—Está bien.

—Perfecto, pasa por mí a las nueve. — dijo con una gran sonrisa a lo que la contraria solo rio divertida. —Será divertido.

—Memorable.

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