CAPÍTULO 1

-EL DIARIO DE CELIA-

Otra vez me había quedado paralizada. No podía hablar. No podía casi respirar. Notaba mi corazón latir muy rápido. Notaba cada latido tan fuerte que pensaba que el corazón me iba a estallar dentro del pecho. Me sudaban las manos. Pero lo peor no era todo el torbellino de emociones que estaba sintiendo por dentro. No era que mi cuerpo llevara casi un minuto bloqueado sin capacidad de reacción. Lo peor no era eso. Lo peor era sentir el silencio a mi alrededor. Sentir todas las miradas puestas en mí.

  • – ¡Celia!- Me quedé helada. No hacía falta que me girara para saber quién me estaba llamando.
  • – ¡Celia!- Levantó un poco más el tono de voz. Me giré y lo vi de pie, detrás de la verja del patio del colegio. Llevaba el mono azul del trabajo. Era la primera vez que lo veía a esta hora. Y era la primera vez que lo veía en mi escuela.
  • – ¡Ven aquí ahora mismo Celia!-Se estaba empezado a poner nervioso. Cuando se pone nervioso su tono de voz se vuelve muy autoritario.
  • – Celia, creo que el que te está llamando es tu padre- Me dijo Nadia. Yo sabía que el que gritaba mi nombre, delante de todos, en el patio del recreo, era mi padre, pero no me lo podía creer. ¿Qué hace aquí? ¿Y por qué me llama gritando? La cara de Nadia también se había transformado. Le tenía casi tanto miedo a mi padre como yo. Por eso nunca venía a mi casa cuando la invitaba. Ella no me lo decía, pero yo lo sabía. Siempre me ponía cualquier excusa y al final siempre acabábamos en su casa. Pero vamos, no la culpo. Para mí en el fondo era un alivio que no viniera. A él le molestaba mucho que lleváramos amigos a casa. ¿No tenéis casa donde molestar?- Esto se lo decía mirando fijamente al pobre amigo o amiga que hubiéramos traído en ese momento – Os tengo dicho que no traigáis a nadie a casa. – Esto nos lo decía a nosotros muy serio.- ¡Éramos muchos y parió la burra! – Si lo hubiera dicho cualquier otra persona, esta última frase de la burra hasta sonaría graciosa. Pero mi padre tenía casi siempre ese tono malhumorado, que hacía que siempre tuvieras que llevar cuidado para hacer o decir cualquier cosa. Con ese tono conseguía que la burra fuera un monstruo de dos cabezas, que se comía a los amigos para merendar. Por eso a ninguno de ellos le apetecía venir a nuestra casa después de clase.
  • – ¿Qué hace aquí? Él nunca viene a la escuela- Parecía que se lo preguntaba a Nadia, pero era un pensamiento que me hacía a mí misma, en voz alta.
  • Justo antes de oír la voz de mi padre había alcanzado la meta que me liberaba a mí y a todos mis compañeros. Me sentía increíble. Todos querían que estuviera en su equipo porque corro mucho y nunca dejo que me atrapen. Estaba celebrando la victoria entre risas y abrazos mientras intentaba recuperar la respiración. La voz de mi padre me borro la sonrisa de la cara de golpe. Reconozco que soy bastante sensible, aunque nunca dejo que nadie lo vea. Pero lo soy. Y especialmente cuando me dejan en vergüenza. Y muy especialmente cuando es mi padre el que me deja en vergüenza. Sabía que la vergüenza que estaba pasando en este momento, con sólo oírle gritar mi nombre, no era nada comparada con la que iba a pasar cuando fuera hasta donde él estaba.
  • – No sé, pero creo que te la vas a cargar- me dijo Nadia bastante seria- Si te dice algo dile que es culpa mía.
  • – ¿Pero algo de qué?- le dije bruscamente.
  • – No sé. Pero parece que has hecho algo que le ha molestado mucho- Me contestó con la misma brusquedad que yo había empleado con ella. Estábamos las dos bastante nerviosas.
  • – Si no estamos haciendo nada- Le dije entre dientes, mientras empezaba a girar mi cuerpo para ir hacia donde él estaba, antes de que me volviera a llamar. No entendía porque mi padre había tenido que venir justo en ese momento y cortarme la poca respiración que me quedaba. Sentí que no llegaba muy bien el oxígeno a mi cerebro porque no podía pensar bien y me temblaban las piernas.
  • – ¿Es que no me estás oyendo?- Volvió a gritar-¿Quieres que vaya yo?- Por nada del mundo querría que mi padre entrara en el colegio y mucho menos que llegara hasta donde yo estaba con mis amigos. Aunque para ese momento todo el patio del recreo estaba atento a lo que estaba pasando, y yo era el punto de mira. Eché a andar lo más rápido que pude cruzándome todo el colegio con la mirada clavada en mis zapatos. Logré no chocarme con nadie mientras caminaba. Creo que es una habilidad que he ido desarrollando con el tiempo. No sé si me servirá de algo en el futuro, pero ahora me servía para esconderme de las miradas de los demás. Quería que la tierra me tragara, de golpe, en cualquiera de los pasos que estaba dando. Quería desaparecer o despertar de esta pesadilla. Pero no sucedió nada. La tierra no se abrió a mis pies, ni caí de la cama después de un mal sueño. Lo único que se abrió fue la puerta del patio del recreo cuando giré la manivela para salir y encontrarme con mi padre.
  • – ¿Qué estabas haciendo?- Me dijo cuando llegué a su altura. Yo no podía levantar la mirada de mis zapatos.
  • – Nada- Mi voz era como un hilo de seda que en cualquier momento se podía romper.
  • – ¿Nada? ¿Tú te crees que soy yo tonto o qué? ¡Dime! ¿Qué estabas haciendo?- Me dijo intentando levantarme la cabeza con su mano para que lo mirara. Yo lo miré rápidamente pero volví a clavar la mirada en mis zapatos. Sabía que estaba esperando una respuesta, pero yo ya había gastado todo el aliento que tenía y no podía emitir ni un sonido más.
  • – ¡Te estoy hablando Celia!- mi padre me cogió del brazo y me zarandeó. Me veía desde fuera como si fuera un muñeco de trapo sin fuerza y con el estómago a punto de vomitar de los nervios. No quería mirar a mi alrededor. Pensaba que si bajaba la cabeza nadie me vería.
  • – ¡No quiero volver a verte jugar con niños! Para eso tienes a tus amigas-La voz de mi padre me retumbaba en los oídos. Con doce años todavía no sabía muchas cosas de la vida. Pero sabía que el momento del recreo era muy importante. Era donde todos nos reuníamos. Algunos te invitaban a jugar a sus juegos o tú les invitabas a jugar a los tuyos. Que mi padre estuviera en ese momento regañándome, delante de mis amigos, me daba verdadero pánico. No podía moverme. No podía hablar y no podía mirarle a los ojos. Sabía que cuando me diera la vuelta todos estarían mirándome y por nada del mundo quería que nadie viera lo que estaba sintiendo.
  • – ¡Y mírame a los ojos cuando te hablo, que pareces tonta! – Me dijo bajando el tono de voz. Así era como realmente me sentía, tonta, muy tonta- Anda vuelve con tus amigas- Me dijo en un tono más calmado soltándome del brazo- Y no pongas esa cara que no te he hecho nada. ¡Venga, vete!
  • Yo aún seguía paralizada. Me costaba articular las piernas de forma natural para andar. Permanecí unos segundos quieta, viendo como mi padre se alejaba en dirección a nuestra casa.
  • Antes de girarme, para volver con mis amigas, sabía que tenía el tiempo justo para soltar todo el pánico que había sentido. Había hecho tanto esfuerzo para no llorar que casi no podía respirar. Me di la vuelta con una sonrisa temblorosa y caminé de vuelta hacia mis amigas. Esta vez no miraba a mis zapatos. Mis piernas andaban en dirección a mis amigas y mi cuerpo las seguía, pero mi cabeza estaba girada y miraba hacia atrás, en dirección contraria a mis piernas. Así conseguía ganar tiempo para que mi respiración y mi cara se tranquilizaran.
  • ¡Uf!Hacía mucho tiempo que no abría este capítulo de mi vida. No con todo el mundo tengo la confianza desnudarme. Metafóricamente hablando. No pienses…..Bueno, como habrás podido imaginar, yo soy esa niña. Soy Celia. Este diario lo empecé a escribir cuando tenía doce años. Muchas veces me he preguntado cómo hubiera sido mi vida si mi padre no hubiera sido mi padre. No sé si me explico. Yo podría haber cogido cualquier camino. En todos estos años podría haber tomado cualquier decisión. Podrían haber sido decisiones que me llevaran por caminos oscuros de los que no hubiera podido salir. En los que me hubiera quedado atrapada. Podría haber enloquecido de rabia. O podría haber tomado un camino rápido. También podría haber seguido sus pasos. Pero no ha sido así. Todas las decisiones que he tomado me han servido para convertirme en quien soy. Una niña que ha sobrevivido a su padre. Hay una teoría que dice que venimos al mundo eligiendo a nuestros padres. Supuestamente es algo kármico. Eso dicen. Yo tampoco es que sepa mucho sobre el karma. Sólo que el Karma te carma….esto…es un juego de palabras. ¿Lo has entendido? El karma te…Olvídalo. Lo importante de todo esto es que venimos al mundo con una misión planeada de antemano. El problema es que al nacer se nos olvida todo lo que hemos venido a hacer, y nos vamos llenando de información externa a nosotros. Por eso vamos por el mundo como vaca sin cencerro. Perdidos, desorientados, buscando a cada paso quién somos y qué hacemos aquí. Cuál es el sentido de nuestra existencia y todas las preguntas existenciales que los seres humanos nos hemos hecho durante siglos. He pasado mucho tiempo pensando que había tenido que hacer algo muy malo en otras vidas. Algo horrible. Por eso el Karma me hizo elegir a mi padre. Para saldar mis deudas de otras vidas. El Karma es muy jodido- ¡Vaya!Llevo mucho tiempo hablando sin parar. Tengo la boca seca no, lo siguiente. Necesito beber algo – ¿Podría tomar otra copa Pablo?
  • – Mario.
  • – ¿Perdona?
  • – Me llamo Mario.
  • – ¡Ah! Sí, perdona. Mario- Nunca se me ha dado muy bien retener los nombres. Pero habría jurado que era Pablo, el camarero con el que llevaba un rato hablando.
  • – Esto, Celia. ¿Te llamas Celia verdad?
  • – Sí- Espero que no esté intentando ligar conmigo. No tengo el día. Ahora mismo sólo puedo pensar en lo seca que tengo la boca.
  • – Celia, muchas gracias. No es fácil compartir algo tan íntimo. No quiero que me malinterpretes. Tu historia es muy interesante, pero es muy tarde y tenemos que cerrar.
  • ¿Cerrar? Pero, ¿qué hora es? No entiendo nada. Pero si acabo de llegar. Si pudiera encontrar mi móvil podría ver la hora, pero me resulta muy difícil recordar dónde lo he dejado. Puede que esté en el bolsillo de mi abrigo. Vale. Sólo tengo que recordar dónde he puesto mi abrigo. Está claro que el camarero nuevo… ¿Cómo me ha dicho que se llama?.. Bueno da igual. Está claro que no me va a servir otra copa. Tengo que encontrar mi abrigo. Vamos a ir poco a poco Celia. Primero tienes que levantarte. ¿Has pagado?
  • -¿Perdona se debe algo aquí?- espero que me diga que no porque creo que mi monedero está en el mismo sitio que mi abrigo y mi móvil.
  • – Tranquila. A esta última te invito yo- Lo sabía. Sabía que lo que quería Pablo era ligar conmigo. No ha parado de echarme el ojo desde que entre por la puerta. Aunque creo que no voy en condiciones para seguirle el juego. Bueno Celia, tú concéntrate en intentar mantenerte recta y fijar la mirada para poder encontrar tus cosas. Por favor, que deje de moverse todo a mi alrededor. No te vas a marear Celia. Ya lo hemos hablado antes de entrar. ¿Por qué no me hiciste caso? Teníamos que haber tomado una copa y para casa. O teníamos que haber seguido recto y no entrar. Pero te encanta esta cafetería. No puedes evitarlo. SEÑORIAL CAFÉ. Hace honor a su nombre. Respiras historia y glamour cuando abres su majestuosa puerta. Te sientes importante cuando tus pies caminan por la alfombra roja que te lleva desde el recibidor, hasta la barra de mármol blanco con ribetes dorados. Te sientes como una estrella de cine cuando el camarero te saluda con esa sonrisa cautivadora. No me importa si se llama Pablo, Mario, pero su sonrisa….No he visto que con nadie utilice la misma sonrisa. Creo firmemente en el poder de los camareros y de las camareras, obviamente. Yo misma tuve ese poder durante muchos años. Sé perfectamente lo que se siente. Él desprende poder y sensualidad en cada movimiento que ejecuta detrás de la barra, su territorio. Un territorio de fantasía erótica, enmarcado entre columnas romanas de estilo jónico y arcos de media punta. Sus techos elevados… ¡Uf¡ No puedo mirar hacia arriba. Siento el techo latiendo encima de mi cabeza.
  • – ¿Perdona, te encuentras bien?- !Ey! Si es mister sonrisa cautivadora. Ha venido a por mí. Pero, ¿por qué me pregunta si estoy bien? Estoy perfectamente.
  • – Sí, gracias. Muy bien Pablo.Sólo estaba..
  • – Mario.
  • – ¿Perdona?
  • – Me llamo… Bueno da igual. No te preocupes.
  • – Bueno, en realidad ya me iba. ¿He dejado algo a deber?- Esto creo que ya lo he vivido.
  • – No, no, tranquila. Es que llevas un rato agarrada a la taza del inodoro, hablando sola, y he pensado que igual necesitabas algo
  • ¿Hablando sola? No entiendo muy bien lo que me quiere decir Pablo, o como diantres se llame, pero será mejor que encuentre la salida rápidamente. No me gusta su forma de mirarme. ¿Por qué se le mueve la cara? Esto no me está pasando. ¿Hablando sola? ¿De verdad ha dicho eso? ¿Por qué me siento tan incómoda? ¿y por qué son tan incómodos estos retretes?
  • – No entiendo por qué tenéis estos retre…inodoros tan incómodos.
  • – Bueno, no es que sean incómodos. Este es el servicio de caballeros. Te lo iba a decir cuando te vi entrar.

¿Servicio de caballeros? ¿Está de broma? Sé perfectamente diferenciar el servicio de hombres y de mujeres. ¡Servicio de caballeros dice! Bueno, está claro que esto es una estrategia suya para llevarme a su territorio. Tengo que salir de aquí. Me está empezando a faltar el aire. No, no, no…Vamos Celia, concéntrate en salir de aquí. Venga. Nos levantamos a la de una, a la de dos y a la de…. ¡uf!, ¡otra vez no por favor!

SINOPSIS

Celia, con apenas doce años, empezó a escribir su propio diario. En él encontró la forma de enfrentarse a una realidad que no entendía. Con su lucha diaria por ser cada día más fuerte, pudo convertirse en quien es hoy en la actualidad, una niña que sobrevivió a su padre.

«Honrrarás a tu padre», nos narra en primera persona, el torbellino de emociones que le acompañó, desde que era niña, hasta la edad adulta. Comparte con el lector su particular forma de hacerle frente a los miedos hasta hacerlos desaparecer. Pero,¿realmente han desaparecido? ¿Realmente ha sobrevivido a su padre, o está más cerca de ella de lo que ella misma se piensa?

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS