Todo se detuvo cuando dejaron a Rick en el altar. Ninguno de los asistentes se esperó el final de la historia. Fue como una serenata sin melodía. La letra se compuso sola y la coreografía era de una persona. Se pronunciaba un baile en solitario por miedo a traicionar un vals, cuyo tropiezo marcaba un nuevo inicio.

Dos años después y Rick encontró otra pareja. Salidas de medianoche que incluían cenas que se convertían en fiestas hasta la mañana. De entrada, siempre era lo mismo. Algo natural con un toque de intercambios agridulce. Luego, el plato principal fue preparado con comida experimental, de aquellas que te dejan con ganas de más. Y siempre pasaba así. Hasta terminar con un postre. Jamás se repetía y era lo más dulce que había probado en su vida. Manjar de dioses, decía él.

Pero extrañaba el baile. Aquel te pillo y te encuentro. Salirse un poco de la monotonía.

Así que terminó con el cocinero y empezó su carrera como bailarín.

Postuló en numerosas universidades artísticas, repartidas por toda la ciudad. Se inscribió en un taller de verano, también; para llegar preparado el primer día. No le importaba ser el mayor de sus compañeros, él lo miraba como algo bueno. Podía aprender del resto. Entender las nuevas técnicas, así como imitar lo popular de hoy. Puesto que sabía que los bailes de su época ya no eran dignos de una orquesta. Él, no quiere quedarse en el pasado.

Ya cinco años de esa serenata y recién Rick había encontrado su ritmo. Le sobraban las palabras para componer la canción definitiva, pero no se sentía preparado aún.

Mientras, su profesor lo alentaba a seguir aprendiendo. Lo estaba haciendo bien hasta ahora y no se iba a rendir hoy. Aunque signifique darlo todo y sentir que sus huesos abandonan la carne que lo compone. Hasta no poder más. Iba a conseguirlo.

¿Pero el qué?

Último año de carrera y todo está listo para graduarse. Su vida entera plasmada en un pedazo de cartón. Algunos de sus compañeros eran felicitados por sus padres y familiares, contentos del logro. Rick no tenía con quién compartir la cima.

Ahora tiene a todo el público pendiente de su próximo movimiento. El baile está por comenzar. Y la canción de fondo resonaba en sus tímpanos, tratando de coordinar sus pasos y arreglar su postura. Moverse con la música. Finalmente, el último verso canta así: creemos que estamos listos para dejar ir.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS