La reflexión nos lleva a la tristeza. A nadar dentro del océano de oscuridad infinita dónde todo yace oculto, como substancia.
Cada experiencia es un nuevo libro.
Y dejarlo en blanco es el acabose de la vida.
Cuando la vida te enfrenta a ti mismo, la soledad es la morada del encuentro.
Dónde tus pensamientos sucumben al caos del dolor y sufrimiento.
Arrojando entre ellos la piedra del saber. Empero, sin aceptar su ignorancia.
El cuerpo se debilita para desaparecer. El ego se aferra a no morir. Una lucha interminable que mantiene la existencia en desesperanza, ansiedad.
Esa vorágine de pensamiento nos obsesiona afectando el sentir del amor. Nos hace odiar lo bello y amar lo putrefacto.
Porque, ¿Qué sería de la vida sin la oscuridad? ¡No existiría! Seríamos un simple punto en la nada, como siempre lo hemos sido. Claro, sin sentirlo realmente.
Siempre envuelto en el pensamiento sin sentido, mientras todo pasa. Cuando todo sucede. Así es la vida.
Todo amor y todo dolor. Calma y tempestad. Luz y oscuridad. Cordura, locura e incomprensión.
Todo y nada. Bastante y poco. Ser y no ser.
Nada importa en este momento. No tiene sentido la vida para lo que hoy siento.
Podría desaparecer instantáneamente y me sentiría bien si pudiera sentirlo.
Esperé con mucha calma lo que hoy soy y aún me siento perdido.
La vida, tanto puede tener sentido, puede no tener absolutamente nada de sentido. Y eso, es vivir.
Vivir y existir en la incertidumbre del caos, del cambio, de la reestructuración mental.
Y, ¿Para qué? Solo para aprender a soltar la existencia y llegar al final en calma.
Una muerte con sentido es el resultado de una vida bien.
«El bien morir es la consecuencia lógica del bien vivir.«
Morimos en el proceso de la vida para entrar en la morada eterna mortuoria.
Sufrimos para que, al fin del ciclo, podamos esperar la muerte en calma y descansar.
Morimos para dejar atrás el sufrimiento del cambio físico.
Nos transformamos en todo lo que siempre hemos sido e ignorábamos.
Ahora soy la muerte.
Lo que siempre he sido.
El fin lleva mi vida desde antes de nacer y la guía a su casa eterna.
Regreso a mi hogar de dónde me escapé para sufrir lo que nunca debí sufrir.
Exijo mi regreso al amor eterno del Padre junto a mis hermanos eternos, los astros, los cuerpos celestes, el ciclo cósmico.
El lugar de nacimiento en el extenso reino del cielo. La Matriz. El final y comienzo. El Alfa y Omega. Aleph y Tav. Principio y final.
Todo… Nada…
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