Capítulo 1.- Empatía 

Yo soy Helena Goethe, tengo 17 años, vivo en Stygmata City, soy estudiante del último año y pertenezco a la subcultura gótica. Tengo un grupo de amigos bastante diverso y nos conocemos de prácticamente toda la vida, en este relato quiero que sepan cómo es que mi vida cambió por completo.

– Helena, ¿me vas a acompañar a la biblioteca verdad? – Dijo Carmilla poniendo su mejor cara de súplica.

– Bueno, bueno…

– Es que quiero pedir algo de Anne Rice, tal vez la hora de las brujas o algo así.

– Bueno, ya te he dicho que si… – Le respondí muy de desgana ya que estaba concentrada en un ejercicio algebráico.

– ¿Oye, sabías que Edward tiene amigos nuevos?

– ¿Ed tiene amigos? – Añadí con sarcasmo.

– Si, dijo que mañana en la tarde iba a presentárnoslos en la disquería de sus padres, a lo mejor…

– Me parece bien. – Me anticipé a decir dando por cerrado el tema.

Después de acompañar a Carmilla a la biblioteca, siguió hablando del tema. Si hay algo que admiro de Carmilla es sin duda su perseverancia.

– No sería mala idea si me acompañas, digo, tal vez puedes encontrar algo de tu interés – Añadió en un tono lascivo.

– No me interesa. Además tú sabes que mi novio es Nathan… y estoy bien así.

– Aww que ternura, en serio Helena a veces te pones cursi, ¿no me digas que estás con él por su «talento musical»?

– No, no estoy con él por esa razón, es… por muchas razones más, pero no viene al caso… sí voy será solo por Edward, no me interesa flirtear ni nada por el estilo.

Nos despedimos en el puente y yo seguí rumbo a casa, la verdad es que a veces Carmilla es un poco vana… pero de todos modos es mi amiga y la quiero.

Llegué a casa y por suerte no había nadie, me dirigí a la sala y entonces me senté en mi bergière favorito, puse a mi banda favorita, Moonspell, a un volumen en el cuál ni mis ideas eran audibles, solo quería despejarme. Luego llegó Astaroth, mi gato, se acercó a mi brazo izquierdo y lamió mis dedos. A veces pienso que debería ser un gato, así me ahorraría el tener que ir a la escuela, dar explicaciones o pedir permisos para salir y solo sería comer y dormir, el sentido de mi vida.

Entonces se oyó el estruendo de cristal roto, tomé mi manopla del bolso y fui al vestíbulo, y ahí estaba mi molesta hermana mayor, Charlotte que, en efecto, había roto el jarrón de la abuela Grace.

– Mamá va a matarte – Le dije quitándome la manopla.

– En teoría querida hermanita, fue tu culpa.

– ¿Mi culpa dices?, ¡pero si tu fuiste la que rompió el jarrón! – Dijo mi madre enfadada

– Sí, pero era TU música la que tenía un sonido infernal… y perturbó por completo mi temple zen.

– Aprende a ser responsable de tus actos Charlotte, estaba sola así que mi música no es el problema

Char comenzó a chillar y yo solo dejé de oírla y le enseñé el dedo medio mientras subía la escalera antes de azotar la puerta de mi habitación.

Uno de mis juegos favoritos es mimetizarme con la oscuridad de mi cuarto, hacerme una con el silencio. Acostada bocarriba en mi cama hice el ejercicio dejando que la oscuridad de mi cuarto se llevara todas mis molestias, luego me senté y desde la ventana de mi pieza tengo una panorámica interesante de la ciudad, a excepción de la grotesca pirámide negra que se impone por el este. Esa pirámide pertenece a Stygma Corp. Ellos son unos bastardos que prestan servicio de inteligencia de Élite para la nación, por tanto, les contaré que son los malditos asesinos de mi padre. Él fue un agente de la corporación y lo mataron en Arcadia en el año 1989, nunca se esclareció como sucedió. Yo tenía dos años, crecí sin padre y mi madre jamás recibió un pésame del Príncipe.

– ¡Helena Geraldine Goethe!, ¿se puede saber que paso con el jarrón de la abuela?

– ¿Char no te dijo que fue su culpa? – Dije arqueando la ceja

– Helena, hija… sabes bien que tu hermana es un poco… exasperante, pero también entiende que es lo único que me queda… tú estás destinada a la voluntad de tu padre

– No entiendo por qué no fue su voluntad de que Charlotte siguiera su camino en Stygma Corp, las cosas serían diferentes…

– Porque Logan siempre supo que tú eras especial, tú eras su orgullo – Me acarició la mejilla con una sonrisa melancólica.

– ¡Pero mamá!

– Me apena saber que el miércoles es tu cumpleaños… ¿quieres fiesta? – Suspiró cansinamente

– No mamá, supongo que Nienör y los chicos me harán algo, la verdad ni siquiera he pensado en eso

– Bueno hija, hay algo que quiero entregarte.

Y me llevó a su alcoba, allí sacó una caja lacada de color negro, en su interior había un montón de cosas de papá, una foto de nosotros dos, un año antes de su misión a Arcadia, una enorme pluma negra, un ópalo y el collar de la corporación. Una pirámide de turmalina con un ojo grabado en medio, con un rubí.

– Hija, quiero que este medallón lo conserves tú, no se cuando te irán a llamar – Y me acunó como cuando era una bebé.

Al otro día antes de clases Edward apareció junto a mi casillero, con sus ojos grandes y su cabello revuelto, le conferían aspecto de marsupial

– ¿Goethe, vas a ir a lo de mis padres esta tarde?

– Sí, pero me… – Y cuando voltee ya no estaba. Así es Edward, raro, pero es bueno y además de eso es tremendamente inteligente y charlar con él, aunque sea de forma escueta, es estimulante.

Carmilla me hostigó toda la mañana con encontrar «algo interesante» entre los amigos de Edward. Estaba hasta pensando no ir, pero Nienör, mi mejor amiga desde el kínder, me convenció

– Quizás solo vayas con el fin de intercambiar música o sólo por cumplir con Edward… no está tan mal conocer gente nueva Helena – Sonrió dulcemente

– Nienör Kardec, sabes a la perfección que a mí no me interesa conocer a nadie… mi vida está bien así, además debo llevar mi motocicleta al taller – Dije con cierto hastío ya estaba colmando mi paciencia el tema de los amiguitos de Ed.

– Son quince minutos, nada más – Suplicó tomando mis manos.

Y lo logró, a la salida Carmilla me hizo bajar casi a la rastra, entonces fuimos a la disquería de los señores Burton, allí estaba Edward hablando animadamente con dos tipos altos, junto a ellos había dos chicas una pelirroja y la otra castaña, entonces Edward se acercó a las recién llegadas.

– Hola chicas, les presentaré a mis amigos ¿Les parece? – Sonaba bastante entusiasmado.

Nos presentó a un tipo de facciones cuadradas, cabello rubio ralo y actitud altiva, al cual llamaba Samaël, el otro tipo era Marduk (como el grupo musical), era un tipo con un aura muy oscura, su aspecto lupino le daba un aire peligroso, no hablaba mucho.

Muriel era una muchacha de cabellos rojos, tenía una mirada inquisitiva de ojos grises y saltones, asía fervientemente del brazo a un tipo que no le prestaba mucha atención. Su rostro parecía que tuviera asco permanente. La otra chica era realmente bella, era pálida como nieve y el cabello negro hacía que su rostro se perfilara más, a ella le decían Vampiria, pero la madre de Edward la llamo Marie.

– Helena, hay alguien más que quiero presentarte – Dijo Edward corriendo a la trastienda.

De ahí salió un tipo alto, de contextura media, cabellos largos y negros, sus ojos amarillos no dejaban de mirarme y sinceramente me incomodaba bastante, había algo en él que me hacía querer huir de ahí.

– Helena ¿correcto? – Sonrió tomándome la mano de manera galante.

– Si… y ¿tú eres? – Le dije un tanto turbada.

– Vlad Bathory, un placer – Y besó mi mano.

La retiré rápidamente y le dije en voz baja mirándolo a los ojos, sin entender nada.

– ¿Quién demonios eres Vlad?

– Amigo de Edward, querida ¿podemos hablar? – Sonrió de forma encantadora

– Eso hacemos ¿no? – Dije cruzándome de brazos – Adelante ¿Qué quieres?

– Em…¿podemos hablar en un lugar aparte? – Dijo mirando a todos lados

– ¿Qué pretendes, no podemos hacerlo acá?

– Solamente hablar, es algo importante. – Dijo serio

Accedí a regañadientes… fuimos al parque de Saint Lenore, nos sentamos bajo un abedul que estaba lleno de capullos.

– Sé lo que eres Helena Goethe – Dijo Vlad mirándome a los ojos de manera casi hipnótica

– ¿No se te ocurrió otra frase de conquista menos trillada? – Dije con sorna evitando su mirada

– Tú eres hija del honorable Logan Goethe, muerto en batalla en 1989 en Arcadia.

– Si… pero tú… ¿Eres un loco, espía o algo así? – Dije extrañada.

–No… nada de eso.

– ¡Entonces explícame qué demonios pretendes, nadie sabe lo de mi padre, para este maldito terruño solamente se trató de un ataque cardiaco! – Le dije molesta, hablar de mi padre no es que se trate de mi tema favorito tampoco.

– Helena, lo que pasa es lo siguiente… Dijo acercándose más a mi – Puedo ver que eres igual…

– No, una cosa es que quieras flirtear conmigo y otra es que uses a mi padre para hacerlo. Lo siento, pero me tengo que ir. Tengo mejores cosas que hacer que escuchar a un galancete de cuarta – Y me levanté sin derecho a réplica a Vlad Bathory y raudamente partí hasta la disquería, me despedía la carrera y partí en mi moto por el túnel de Saint Michael a una velocidad prudente, entonces dos tipos comienzan a seguirme en motocicletas cerrando el paso por los costados, pero afortunadamente los perdí de vista tras un par de maniobras entre los autos.

Me puse a pensar en el tal Vlad, a pesar de ser un ser inexplicablemente molesto, me llamó la atención… ¿por qué sabía de mi padre?, ¿a qué se refería con eso de sé lo que eres? no lo entiendo… tenía su mirada plasmada en mi mente… Teníamos algo en común pero no sé bien qué es, cambiando el tema mañana será mi cumpleaños y mi destino se cumplirá, servir para Stygma Corp. Llevo toda mi vida entrenando artes marciales, natación, lenguas muertas y arquería. Estoy casi segura de que los hombres del túnel eran ratas de la corporación espiándome.


Capítulo.-2 Sentencia Previa 

 Al día siguiente me vino a buscar Nathan, me trajo una rosa azul, mis favoritas, aunque siendo sincera no tenía ganas de celebrar mi cumpleaños, en realidad, no tenía sentido.

 En la escuela fue igual, mis amigos me habían llevado unos cupcakes y un par de obsequios. Mientras estaba con ellos, tuve que tragar mis anhelos y sonreír.

 Yo sé que hacen estas cosas porque me quieren, pero ellos no saben que desde este día tendré que llevar una doble vida ante ellos. No quiero mentirle a las personas que amo y quiero llevar una vida como cualquier adolescente ordinaria. Fiestas, conciertos y cosas banales. Después de buscar mi motocicleta, me encararon nuevamente en el túnel de Saint Michael, pero esta vez no se trataba de dos sino de cuatro agentes, intenté esquivarlos, pero esta vez fueron más rápidos y me dejaron acorralada.

 Goethe, Helena, por favor acompáñenos

– ¿Qué es lo que quieren? – Les pregunté levantando el visor del casco

– Acompáñenos

– ¿Qué hice? – Insistí esperando que me dejaran ir. Uno de los soldados me apuntó con una AKA 47, así que no insistí.

 Llegamos a la pirámide, se veía imponente y grotesca. Entramos por un estrecho pasillo con pisos negros, uno de los agentes se identificó con la retina. Me hicieron pasar por un detector de metales, (por ende, tuve que sacarme los piercings, de la ceja y la nariz). Entró una mujer rubia y me dijo que el príncipe Spartacus VI me esperaba en el aula magna. Seguí con ella, los pasillos posteriores tenían en las paredes retratos del príncipe, ególatra como es, de los anteriores príncipes y frescos renacentistas.

Entonces entramos por un enorme portón y ahí estaba él con su actitud impávida en su trono de terciopelo magenta.

– ¡Vaya, vaya, vaya, pero que sorpresa más grande!, Helena, que amable en haber venido, feliz cumpleaños 18

– Debe ser una broma ¿verdad?

– Muy bien, basta de sandeces, ya tienes la mayoría de edad, por tanto, pequeña, me perteneces, todos estos años pagamos tu educación y ahora debes iniciar el programa.

Lo miré en silencio, una parte de mi quería huir, pelear con el que se me cruzara por delante, pero sabía en mi interior que, si mi padre decidió que su legado estaba en mi y no en Charlotte, debía hacerlo.

– Así que después de clases irás a las dependencias de Stygma para iniciar el entrenamiento desde el día lunes. Tienes un tutor desde hoy, él tiene el grado de Grigori y será el encargado de enseñarte todo lo que debes aprender en estos seis meses para ser una agente Exael.

 Entonces entraron dos soldados escoltando a un hombre alto, de cabello largo pero recogido de manera impoluta en un moño.

– Bien, desde hoy serás la pupila del Grigori Bathory

– ¡Tú! Conque de eso se trataba, eres algo así como un reclutador de la corporación… debí suponerlo – Le dije dándole una mirada de desdén

– Con que ya se conocen, en ese caso nos ahorramos palabrería. Grigori, está en libertad de dar instrucciones a la señorita Goethe y escarmentar en caso de desobediencia – Añadió el Príncipe bajando de su púlpito.

 Entonces sin decir nada Vlad me tomó de la mano y nos dirigimos a una habitación pequeña donde había una mesa y dos sillas.

– Antes de que me digas cualquier cosa. No, no es por esta razón que te busqué en la disquería el otro día. Es otro el motivo, Helena.

– Claro que sí… explícame eso de los Grigori y que es lo que me vas a enseñar

– Verás Helena, yo seré tu tutor porque tengo el grado de Grigori o vigilante en la corporación. Soy quien debe guiarte en tus entrenamientos de Krav Magá, tiro, natación, escalada y por si fuera poco historia.

– ¿Tendrás más pupilos o solo seré yo?

– ¿Acaso estás celosa? – Sonrió dejando entrever sus dientes blancos

– No, era una pregunta honesta

– Sólo seré tu tutor, pero hay más personas como nosotros por si te lo preguntas

– ¿Nosotros? A eso te referías el otro día en el parque

Vlad ahora me miraba inquisitivamente y sonrió ampliamente, luego se echó hacia atrás en su silla con gesto despreocupado

– Eso, querida, es una conversación más larga. Ahora si no tienes planes podríamos ir por una cerveza y lo conversamos, aprovechando que ahora eres legal

– Eres un puerco cuando te lo propones ¿sabías?

– Más respeto que tengo autoridad para darte un escarmiento

– ¿Es eso una amenaza?

Rió por lo bajo y me extendió la mano – ¿Porter o IPA?

Moví la cabeza y salimos rumbo a un pub por la Avenida Nurmi, nos sentamos y al rato Vlad volvió con dos jarras de cerveza oscura

– ¿Es esta tu primera cerveza? – Inquirió Vlad mirándome con rostro responsable

– ¿Aún crees en el hada de los dientes? – Sonreí y le di un sorbo largo a la cerveza

– Con calma chica del cumpleaños, esta es una cerveza para conversar, no queremos un desastre en día de semana

– Te lo estás tomando en serio al parecer, eso de ser mi tutor. ¿Eres acaso mi ángel guardián Vlad Bathory?

Me miró a los ojos y encendió un cigarrillo – ¿Ahora quién es la que cree en cuentos? No querida, soy tu tutor en la corporación, pero hay algo de verdad en tus palabras

– Ahora tienes mi atención Bathory ¿Qué quieres decir con eso? – Lo miré acercándome a su cara y arrebatándole el cigarrillo para darle una fumada

– Tu padre no era un agente cualquiera en la corporación, llegó al grado de Gadreel, que es mucho más alto que un Exael. Que es el grado que tengo y de quién es mi Grigori, a quien debes haber conocido también el otro día, Marduk.

Me sorprendí, a decir verdad, hay tantas cosas que no sé sobre mi padre que debería saber, la versión que toda la vida supe es que murió de un ataque cardíaco en Arcadia en 1989, no sabía el grado ni que estaba haciendo allá. Tal vez algún día lo descubra, y por otro lado no sabía que Marduk era el Grigori de Vlad.

– ¿Pero qué quieres decir con eso de personas como nosotros? – Acaso soy una bruja como Harry Potter y viniste cuan Hagrid a decirme “Helena eres una hechicera” – Dije haciendo mi mejor imitación de Hagrid

Vlad rió estrepitosamente y debo admitir que me dio un poco de vergüenza, no estaba entendiendo nada de lo que estaba pasando en mi vida a este punto. Hasta ayer solamente era una chica común y corriente lidiando con una hermana bipolar, tareas escolares, fiestas y conciertos de música metal. Hoy se supone que estoy ad portas de empezar un entrenamiento con un desconocido que no parece tener más que un par de años que yo y que no me explica con claridad qué es lo tan especial que tengo.

Miré el reloj y eran las 10 de la noche, mañana tenía clases por la mañana así que bebí el resto de mi cerveza y le dije finalmente a Vlad

– ¿Entonces me vas a decir o no que soy?

– Tu padre al igual que el mío fueron Elohim, lo que nos convierte a nosotros en Nephilim, por lo que sí, hay algo de cierto respecto a lo de ángel guardián

– No estoy entendiendo nada de Elohim o Nephilim eso suena a religioso ¿no?, de ser así paso, soy atea no creo en dios ni nada de esas cosas

Entonces Vlad hizo un gesto como de que le disparé en el pecho y por instantes me asusté, pero luego botando el humo de su cigarrillo dijo – ¿Ves que es un tema que da para largo? No se trata de religiones ni nada de esas cosas que leíste en la escuela

– Es que estás colmando mi paciencia, no se que son los Elohim ni los Nephimin

– Nephilim

– Como sea… Por lo demás es tarde y mañana debo ir a la escuela. Supongo que ahora tendremos que vernos más seguido…

– ¿Eso te hace feliz? – Dijo mirándome de arriba abajo

Rolé los ojos y le dejé el dinero por mi bebida y me fui sin despedirme de Vlad.

Ahora había más interrogantes en mi cabeza, ¿Qué es un Elohim? ¿Si yo soy una Nephilim entonces mi hermana lo es también? ¿Y de ser así tengo algún superpoder o algo por el estilo? Lo cierto es que Vlad me incomoda mucho, sus miraditas lascivas me ponen nerviosa y además de eso yo tengo a Nathan y no me interesa tener problemas. Todo esto lo estoy haciendo por mi padre y su última voluntad. Soy su legado y sabré que es lo que sucedió con él hace 16 años atrás.

 Nate me estaba esperando en el portal de mi casa, eran casi las 11 de la noche y se notaba molesto, tenía un regalo y un ramo de rosas azules algo mustias

– ¿Se puede saber dónde andabas? – Dijo Nate molesto

– Hola… – Dije bajándome de la moto – ¿Eres mi mamá acaso que me interroga?

– No, pero si hubieras tenido la decencia de contestar el teléfono al menos, no habría estado como un imbécil esperando dos horas

Metí mi mano en el bolsillo de la chaqueta de cuero y el teléfono estaba apagado (Había olvidado que tuve que apagarlo entrando a la pirámide) le dije a Nate que me quedé sin carga y lo abracé pero Nate se echó para atrás

– Toma. Son para ti, feliz cumpleaños – Dijo Nathan pasándome el obsequio y las rosas

– Gracias… – Las recibí un poco torpe y me sentí culpable, con todo lo de la corporación y Vlad olvidé que era mi cumpleaños, no alcancé a decirle nada más a Nathan porque se había ido, estaba enojado… soy una mala novia

Pasaron los días y Nathan seguía sin llamarme, hablarme por Messenger y en la escuela me evitaba, supongo que es el precio de tener una doble vida.


Capítulo 3.- Revelaciones

Decidí ir a la sala de música después de clases para hablar con él, estaba ensayando junto a su banda, él era el baterista.

Estaban ensayando y me senté en una silla frente al escenario, cuando terminaron de tocar me acerqué a Nate

– ¿No crees que ha pasado mucho tiempo para que sigas enfadado conmigo?

– Me dejaste como un idiota esperándote Helena

– No quedamos en juntarnos esa tarde Nathan, tenía compromisos

– ¿Qué compromisos? – dijo tirando las baquetas con agresividad

– Eso es asunto mío…

– ¡Eres mi novia y debes decirme! – Gritó tirando un atril, los chicos de la banda se notaron incómodos y decidieron salir de la sala.

– No te debo nada Nathan Kardec, pero ya que insistes, fui al ginecólogo ¿Contento?

Se sonrojó y agachó la mirada pero luego replicó – pero llegaste pasado las 10 de la noche

– ¿Vas a ponerme toque de queda? No me gusta eso de que me andes controlando, te di mis razones si quieres las aceptas o sino puedes irte al demonio Nate

– Helena… no fue mi intención – Dijo con voz baja abrazándome por la espalda.

– Está bien Nathan, prometo compensarte mañana.

Pasaron los días y las dudas seguían rondando en mi cabeza y entre esas dudas estaban las dudas que tenía con Vlad Bathory, debía preguntarle tantas cosas y hoy después de clases tenía la primera clase.

Era otoño y el parque de Saint Lenore se veía precioso pintado de anaranjado y ocre, estaba esperando a Vlad en una banca cerca de la laguna mientras escuchaba Therion, miraba como el viento hacía ondular el agua, quedaban unos cuantos ánades nadando en el agua, el día estaba despejado pero el sol brillaba débil y blanquecino como una tiza

– Buenas tardes preciosa – susurró Vlad

Lo miré arqueando la ceja y quitándome los audífonos

– Hola Vlad, ¿a dónde iremos?

– excelente pregunta, hoy toca natación.

A decir verdad disfrutaba de nadar y me daba gusto que esta fuera la primera clase y no algo tan peligroso como tiro o escalada

– Como me pilló desprevenida a menos que la corporación tenga los implementos debes acompañarme a comprar un traje de baño y un gorro.

Vlad me miró con extrañeza y dijo amablemente

– A punto de perderme la oportunidad de verte desfilar trajes de baño, la corporación tiene todo lo que necesitas esperando, más vale darnos prisa.

Una vez llegamos al gimnasio, una enorme piscina olímpica nos esperaba.

– Goethe, en 5 te espero junto al trampolín – Dijo Vlad completamente serio, atrás quedaron las bromas de verme en bañador y lo de galancete de club.

Entrenamos largos a estilo crol y estilo mariposa y luego de eso entrenamos apnea puesto que era necesario poder hacerlo en caso de eventuales misiones futuras.

Nos mantuvimos sumergidos 20 minutos, sentados a lo indio al fondo de la piscina, cuando me mostró el cronómetro no lo creí.

– Pero… se supone que pasaron un par de minutos según yo – Dije jadeando.

– ¿Ahora das crédito de lo que te dije el otro día? Los Nephilim tenemos mayor resistencia física, por eso difícilmente te fatigas al correr o no te duelen los músculos tras hacer cardio.

No lo había pensado pero la verdad es que nunca me dolió el cuerpo al entrenar Jiujitsu y ahora me sentía bastante bien.

– Vlad, ¿Si yo soy Nephilim por qué Charlotte no lo es?

–Imagino que hablas de tu hermana… dado el caso, puede ser debido a dos cosas, o tu hermana saltó el gen o no son hermanas de padre.

Lo miré de soslayo y me mordí el labio pero luego pensé en que Char y yo nos parecemos mucho y descarté lo último, me sentí mal de dudar de mi madre.

Me senté al borde de la piscina junto a Vlad y le pregunté – ¿Qué es un Elohim?

– Todo tiene su tiempo Helena y no es el momento ni el lugar de hablar de esto.

– ¿Acaso es una invitación a beber? – Sonreí burlonamente.

– No. Eso es algo que verás en tu clase de historia – respondió seco.

– Es injusto tener que esperar para que me digas de una vez por todas que son los Elohim

– No seas impaciente. Hay demasiadas cosas que debes saber y no puedes aprenderlas de golpe, por algo el entrenamiento dura seis meses.

No dije nada, apreté los labios y volví al agua. Sentía que había algo más pero no sé si debiera insistir, quizás Vlad tenía razón.

Sentía que todo estaba cambiando y me da un poco de miedo lo que pueda descubrir, pero es como cuando ves una película de terror, te da miedo pero sigues viendo para descubrir qué es lo que está pasando.

Semanas después ya estaba agarrando el ritmo de mi nueva rutina: escuela, entrenamientos, amigos. Vlad estaba distante conmigo, no es que fuera mi persona favorita del universo, pero era estimulante conversar de otras cosas en vez de Nephilims, Exaels y Grigoris. A veces hablábamos de música, de cine o cosas triviales, pero llevaba unos días en los que me llamaba por mi apellido y se refería solamente a lo que nos competía. Por lo tanto, cuando nos topamos en la disquería de los padres de Edward actuábamos como dos desconocidos.

Ni siquiera insistió en eso de querer conocerme más o llamarme “querida” o “hermosa”, no es que me molestara que no lo hiciera, pero era extraño… su mirada era diferente también, estaba más fría y sus ojos eran más amarillos que miel. Tal vez era una percepción mía, no lo sé, ni siquiera debería preocuparme su cercanía a mi. Solo éramos Grigori/pupila y nada más.

– Hola Helena, buenas tardes. Hoy la clase tendrá lugar en la pirámide ¿Traes tu motocicleta?

– Hola Vlad. No, hoy voy a pie.

– Perfecto, en ese caso iremos en auto – Agregó buscando las llaves en el bolsillo

Nos fuimos en silencio. Fue un silencio incómodo, tenía ganas de hablarle pero no se me ocurría nada, Vlad encendió la radio y comenzó a sonar Dark Funeral entonces lo miré pero él iba concentrado en el camino.

Cuando llegamos a destino entramos sin cruzar palabras, después de bajar un ascensor hasta el -3 y luego cruzar distintos sensores. Entramos en una biblioteca con muchas estanterías, el cielo tenía pintado unos frescos como los de la capilla Sixtina, Vlad me indicó que lo acompañe hasta una sala de protección.

– Helena ha llegado el momento de que sepas las cosas como son realmente. Todo lo que te ha enseñado la iglesia es falso.

– No es que sea una persona instruida en la fe tampoco Vlad, no creo en Dios ni en el Demonio.

– Toma asiento, no juzgues y abre tu mente a nuevas posibilidades.

Fruncí el ceño y me senté. Vlad apagó la luz y se sentó a mi lado.

– ¿Quieres uno? – Dijo ofreciéndome un caramelo.

Comenzó una proyección en la cual hablaba un hombre de cabello blanco y fino y gafas que le caían por la nariz.

En el Génesis, Dios creó a los Ángeles y estos se dividían en tres jerarquías. Dentro de estos ejércitos celestiales hubo un Querubín, perteneciente a la primera jerarquía, llamado Lucifer que no estaba completamente de acuerdo con el poder absoluto de Dios y la obediencia ciega.

En el cielo entonces este grupo de Ángeles se rebelaron y agruparon en dos facciones, dando inicio a una sangrienta revolución de la cual Dios, decidió desterrar a las huestes de Ángeles rebeldes, llamados Elohim.

Los Elohim llegaron a la tierra y decidieron tener progenie con mortales, dando así origen a una nueva raza híbrida llamada Nephilim. En la antigua Grecia por ejemplo, muchos Nephilim fueron conocidos como héroes de la historia, como Heracles y Perseo, Gilgamesh para los sumerios o Ragnar Lodbrok en Escandinavia.

¿Que hizo que los Nephilim no tuvieran el reconocimiento que merecen y en textos cristianos fueran tildados de monstruos?

Fue precisamente el status Quo establecido por la tribu de Set. Pero por siglos la corporación Stygma se ha encargado de pulir las habilidades de los Nephilim y ser parte fundamental de la seguridad de nuestra amada nación.

Entonces mostraban campamentos en los años 30 con jóvenes practicando deportes al aire libre y música similar a la propaganda.

Entonces el documental acabó y Vlad encendió la luz.

– Espero que ahora quede resuelta tu duda con respecto a los Elohim. – Dijo Vlad mirándome de soslayo

– Sí y no. Digo ahora tengo más dudas respecto a quien era mi padre…

– Entonces tú y tu mamá deben tener una conversación al respecto ¿No crees?

– Esperaba que pudieras ayudarme Vlad.

No me miró y se dirigió a la puerta.

– ¿Te parece si te dejo en Saint Lenore?

Tragué saliva y sentí el impulso de decirle que habláramos pero luego pensé ¿Hablar de qué? Y lo descarté… Odio sentirme así de confundida.

Asentí con la cabeza.

Esa noche quise interrogar a mi madre pero sentía las palabras atoradas en mi garganta, era un tema delicado. Logan Goethe era un Elohim, de esos rebeldes que bajó a la tierra con Satanás… Siempre pensé que estos eran cuentos de hadas, que la biblia era un libro lleno de moralejas para que la gente viviera de acuerdo a las normas morales.

Me senté junto a mi ventana y encendí un cigarrillo. Miré hacia la pirámide que contrastaba con el cielo rojizo cubierto de nubes. Parecía un sueño, mi padre había sido un ser divino que eligió vivir una vida casi normal, formar familia y murió en Arcadia en 1989… ¿Qué estaría haciendo? ¿Qué misión habría tenido?


Capítulo 4.- Mephisto

Pronto sería el cumpleaños de Edward y decidió celebrarlo en un club nocturno llamado “Mephisto” por lo que mi presencia debía ser obligatoria.

Carmilla y Nienör fueron a mi casa para arreglarnos para la fiesta, hacía tiempo que no compartíamos las tres.

– Tengo entendido que irán todos los amigos de Edward a la fiesta – Dijo Carmilla jadeando mientras Nienör le ataba el corsé

Hice como que no escuché pero mi rostro no ayudó

– ¿Es mi impresión o al parecer esperas ver a alguien Helena? – Preguntó Nienör

– No particularmente. Invité a Nathan a venir con nosotras – Respondí a la defensiva. Lo cierto es que de algún modo esperaba ver a Vlad, pero porque tenía dudas relacionadas a mi padre

– Si me lo preguntan, me interesa mucho que Samaël vaya. Es muy guapo

– ¿Cuál era ese? – Dije mientras me delineaba los ojos

– Alto, musculoso…

– ¿Y Edward? – Dijo Nienör mirando a Carmilla, la que se sonrojaba

– Ay por favor Nini, eso es historia vieja, además jamás se dio por enterado de que me gustaba.

– Él vive en su mundo pero estoy segura de que todos los chicos han de ser así – Y ambas me miraron.

– Que sea la única que tenga novio no quiere decir que sea experta en ellos.

Nos fuimos y en la entrada esperamos a que llegara el resto. Encendí un cigarrillo y miré calle abajo, venían Marduk y Vlad, conversando y miré hacia el otro lado y venía Nathan con la mano en los bolsillos.

Se acercó Nate y me besó, estaba usando unos pantalones cargo negros, unas cadenas en el costado, y una camiseta de Lamb of God. Se veía muy guapo.

Entramos al antro y allí estaba Edward vestido al estilo gótico romántico con una camisa con vuelos y encajes, una chaqueta negra de terciopelo y unos pantalones ajustados, estaba bebiendo de un cáliz y los chicos estaban en la mesa bebiendo vino y tragos. Nienör estaba bebiendo una soda y nos sentamos entre Nienör y Vampiria.

– Feliz cumpleaños Eddie, Que esta noche la disfrutes hasta quedar inconsciente – Dijo Nathan levantando su copa de vino

Todos vitorearon a Ed y este se empinó la botella de Merlot y todos alentaron a que se bebiera todo lo que quedaba.

Luego de eso todos se dirigieron a la pista de baile, mientras bailábamos al ritmo de London After Midnight. Edward bailaba con Vampiria y Muriel, Carmilla con Samaël, Nienör bailaba con Vlad y yo junto a Nate.

Sonaba Kiss, de dicha banda mientras bailábamos, Nienör parecía una ninfa danzando y me percaté que Marduk estaba sentado. Me daba un poco de miedo, había algo en él que no me terminaba de dar seguridad, a pesar de que Vlad me había dicho que él era su Grigori. Entonces me puse a bailar con Nathan y entonces llegaron Ed, Vampiria y Muriel por el medio y se pusieron a bailar junto a nosotros, Vampiria bailó con Nate, Edward me tomó el brazo y me giró hacia él, luego comenzó a mover los brazos y Muriel le bailaba a Vlad mientras este me miraba.

Lo miré de vuelta y sentí el calor subir por mi cuerpo, la música estaba fuerte por lo que era difícil poder conversar, Edward me estaba dando las gracias por estar ahí, estaba evidentemente borracho y yo lo aparté delicadamente, salí de ahí para fumarme un cigarrillo.

La noche estaba fría y el piso estaba mojado por la lluvia del día anterior, pero era refrescante en las mejillas el frío porque en el club el aire estaba algo caldeado. Respiré hondo y saqué un cigarrillo de la cajetilla y me lo encendió Vlad.

– Hola. ¿Lo estás pasando bien? – Dijo Vlad con una sonrisa

– Sí, por supuesto, Edward es mi mejor amigo desde sexto grado, por supuesto que estaría acá. ¿Y tú?, veo que viniste con Marduk

– También es amigo de nuestro querido Edward.

– ¿Podemos hablar del elefante blanco en la habitación o seguiremos pretendiendo que no nos conocemos?

– No entiendo de qué estás hablando Helena – Respondió riendo entre bocanadas.

– Perfecto. Veo que en ese caso, nuestra relación se remite netamente a lo corporativo, nada más que agregar. Dije tirando la colilla en el basurero

Entré y allí estaban todos bailando And One, me acerqué a Nathan y le dí un beso. Entonces me sonrió y me enseñó una pastilla con forma de cara sonriente, la partió con los dientes y me dió la mitad. Luego la tragamos con agua mineral.

La música sonaba y estaba inmersa en el beat, Edward estaba bailando y saltando en medio de la pista, Carmilla bailaba con Nienör y Vampiria y Muriel intentaba bailar con Samaël pero este conversaba animadamente con Vlad y Marduk. Estaba molesta con Vlad, detestaba su cinismo, no podía pretender que somos extraños cuando no es así, si no quiere que seamos amigos, no lo seremos.

Veía al resto cada vez más animado pero a mi el efecto se me había ido hace un rato, por lo que decidí tomar un par de shots de tequila para seguir en ambiente. Vlad no me estaba mirando, conversaba con Marduk hasta que llegó una joven con una melena hasta el mentón, gafas con armazón tipo gato y besó a Marduk. Vlad la saludó también y pronto Vampiria saludó y abrazó a la recién llegada.

Me acerqué a la barra y pedí un Jagger bomb, entonces Vlad me tocó el hombro y se acercó a pedir un Godfather.

– ¿Qué quieres? – Le dije a Vlad con hastío

– Conversar contigo ¿podemos no?

– ¿De qué quieres hablar?

– De cómo estás, por ejemplo. Te vi tomar éxtasis hace un rato ¿Sigues en el viaje?

– No, se me pasó a los cinco minutos.

– Eso es por lo que somos, tenemos mayor resistencia a estas cosas, lo mismo que al alcohol, Salud –Respondió chocando mi vaso

Bebí mi jagger bomb y lo miré – Sabes algo Vlad Bathory, voy a disfrutar de la noche a pesar de tí.

– ¿A pesar de mí, se puede saber qué te hice?

– Nada… olvídalo.

Se encogió de hombros y bebió lo que quedaba de su trago, miré a Nathan que estaba tan ebrio como Edward y bailaban una canción de Skinny Puppy al medio de la pista y Vlad se acercó a mi oreja y me dijo acariciando mi hombro con la yema de los dedos – De acuerdo ve, pero recuerda que quien duerme con niños amanece mojada y no de la manera que te gustaría, preciosa.

– Sigues siendo un puerco, Vlad Bathory.

Y me sonrió solamente y volvió a su mesa.



Capítulo 5.- Welkom bij Antwerpen

Me estaba volviendo realmente buena en Krav Magá, las clases de tiro eran un poco intimidantes al inicio, pero me estoy haciendo mortífera con armas semi automáticas. Este viernes tenía práctica de Krav Magá con Vlad, seguía molesta por su comentario el otro día en el club Mephisto, pero al menos sabía hacer la diferencia cuando estábamos entrenando.

– ¿Lista para recibir una paliza, preciosa? – Dijo Vlad tronando sus nudillos.

– Con que volví a ser “Preciosa” – Dije alzando la ceja.

– Nunca dejaste de serlo, por más que el mequetrefe que tienes por novio te lo haga creer.

– No metas a Nathan en esto, ¿te parece?

Vlad sonrió y comenzamos a pelear, comenzó con una llave pero logré zafarme y le hice una zancadilla y le propiné un par de patadas en los costados, Vlad me tomó del tobillo desestabilizándome, haciendo que cayera sobre él así por lo que aproveché el momento para asfixiarlo con las manos.

– Creo que gané el combate – Le dije a Vlad con suficiencia.

– Te lo concedo solamente porque tus senos se ven gloriosos desde este ángulo – Jadeó sonriente.

Le dí un puñetazo en la nariz, Vlad mantuvo su sonrisa de cretino aún cubierto de sangre y dijo por fin después de lavarse la cara – Está bien, me lo gané. Lo siento

– Eres increíble…

– ¿Quieres saber que es increíble? La próxima semana iremos a Amberes, Bélgica a un campamento Nephilim, solo asisten Grigoris y pupilos

– ¿Y cuánto tiempo será eso?

– Generalmente son dos semanas, pero no te preocupes por tus clases. La corporación es la encargada de toda la burocracia, para el resto probablemente estés visitando familia en Bélgica

Fruncí el entrecejo y me crucé de brazos, era interesante conocer a otros como yo pero digamos que no me entusiasmaba la idea de estar dos semanas con Vlad.

– Entonces debemos pensar en las coartadas… supongo.

– Relájate, preciosa. Es una experiencia que te va a ayudar mucho – Respondió poniéndose la manopla de boxeo acercándose a mi – Ese puñetazo estuvo bueno, entrenemos eso.

Se lo comuniqué a mi madre y para Charlotte y el resto del mundo viajé a Bélgica a visitar a mi abuela Grace. Esa semana pasó volando y ya el día viernes debía estar en Stygma en la madrugada para el vuelo. Tenía nervios de la experiencia, ¿sería acaso como los tontos campamentos de verano a los que íbamos con las chicas en primaria?

Vlad me saludó y me dijo que lo siguiera hasta el helipuerto, allí estaba un jet esperándonos y subimos. Vlad se sentó junto a la ventana y se puso los audífonos, yo me senté al otro lado de la hilera e hice lo mismo. La azafata nos dio la instrucción de ponernos los cinturones de seguridad y nos ofreció café.

Vlad iba escuchando música y miraba por la ventana, mientras yo leía un recopilatorio de poemas de Lord Byron y escuchaba Leaves’ Eyes. Tras algo así como una hora y cuarenta y siete minutos comenzamos el aterrizaje por lo que nos pidieron volver a ponernos el cinturón, lo que nos sacó del ensimismamiento y Vlad me miró con una sonrisa.

– ¿Qué lees? – Quiso saber al ver el libro sobre mi regazo.

Un recopilatorio de poemas de Lord Byron

Camina bella, como la noche

De climas despejados y de cielos estrellados,

Y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz

Resplandece en su aspecto y en sus ojos.

Enriquecida así por esa tierna luz

Que el cielo niega al vulgar día.

Una sombra de más, un rayo de menos,

Hubieran mermado la gracia inefable

Que se agita en cada trenza suya de negro brillo,

O ilumina suavemente su rostro,

Donde dulces pensamientos expresan

Cuán pura, cuán adorable es su morada.

Y en esa mejilla, y sobre esa frente,

Son tan suaves, tan tranquilas, y a la vez elocuentes,

Las sonrisas que vencen, los matices que iluminan

Y hablan de días vividos con felicidad.

Una mente en paz con todo,

¡Un corazón con inocente amor!

Lo miré pasmada y un poco embelesada. No tenía idea que Vlad tuviera esa faceta y le respondí de manera mordaz – Quizás a cuantas sedujiste con ese poema como para saberlo de memoria.

– Aunque no lo creas, a ninguna… eso de seducir con poemitas es de niñitos de noviazgo de manito sudada.

– Cierto que eres un hombre maduro de… ¿19? ¿20?

– La madurez, preciosa, no se mide en los años que tenemos sino en las cosas que hemos vivido.

– Olvidaba que eres un vividor.

No me respondió y volvió a ponerse los audífonos. No hablamos camino al campamento y yo iba mirando por la ventana. No conocía Amberes, mi abuela vivía en Charleroi y no iba a visitarla desde que tenía 10 años.

Íbamos pasando por el centro, vi una fuente grande y Vlad recién me habló, me contaba que en esta ciudad hay una historia sobre un gigante llamado Antigoon que vivía cerca del río Escalda. Cobraba un peaje a los barqueros que pasaban, y a los que se negasen a pagar, les cortaba una mano y la arrojaba al río.​ Finalmente el gigante fue asesinado por un joven héroe romano llamado Silvio Brabón, que cortó la mano del gigante y la arrojó al río. Me guiñó el ojo, pues en la antigüedad se les llamaba gigante también a los Nephilim.

Dejamos de lado la ciudad con sus callejones similares a Stygmata y se comenzó a ver más verde, bosques frondosos y a la distancia se veía el azul grisáceo del río Escalda.

Llegamos a una mansión antigua, el portón eléctrico se abrió y habían más autos negros idénticos a este.

Bajamos con nuestro respectivo equipaje y habían muchos chicos, de toda Europa y parte de Norteamérica y Canadá.

Vlad me pidió que esperara en el vestíbulo mientras él iba por nuestras llaves. Me senté en un mullido sofá de cuero envejecido color marengo y frente a mi estaba un chico como de mi edad, con gafas y cabello corto de color castaño, junto a él estaba una elegante mujer de cabellos rojo flama y los ojos celestes como cielo de Febrero. los miré y él chico estaba pendiente de su Nintendo DS mientras que la mujer, que no aparentaba tener más de 23 años, me sonrió con sus carnosos labios rojos.

– Hola, ¿Eres nueva? – Me dijo la mujer con un fuerte acento Inglés.

– Hola, sí, mi Grigori está pidiendo las llaves de las habitaciones. Soy Helena Goethe.

– Helena Goethe… – Sonrió la mujer – Mi nombre es Lilibeth Malone y él es mi pupilo Elliott Percy.

– Encantada – Le respondí a Lilibeth dándole la mano. Luego escuché que decían mi nombre y volteé, Vlad tenía la mano levantada y me hacía señas. Iba a despedirme de Lilibeth y Elliott pero ya no estaban.

Me acerqué a Vlad quién me entregó la maleta y mi llave. Tenía el número 42 y la guardé en el bolsillo de mi chaqueta.

– ¿Con quién hablabas en el lobby? – Quiso saber Vlad.

– Una Grigori muy amable, se llamaba Lilibeth algo. Parecía inglesa – Dije sin darle mayor importancia.

Vlad se quedó en silencio hasta que subimos. Él abrió primero la puerta de su habitación, la 41, y yo abrí la puerta de mi habitación y noté la puerta en medio de la alcoba, la abrí y ví el baño, luego había otra puerta más y estaba Vlad sentado en su cama doble.

– ¿Esto fue idea tuya? – Inquirí.

– No, me encantaría tomar el crédito de esto pero me temo que solamente tenemos un baño compartido. es el porqué de la puerta, ¿ves? – Dijo señalando la puerta entre ambas habitaciones

– Mantente en tu lado durante la noche ¿bien?

– Descuida, no muerdo – Sonrió dejando ver sus blancos dientes.

– No dudaré en darte otra paliza, te lo advierto – Le dije con los brazos en jarra.

– Si tuviera la intención de meterme a tu cama sería porque me invitaste, es muy de perdedor fracasado hacerlo contra tu voluntad, pierde la gracia – Me guiñó el ojo y luego bostezó.

Me fui a mi alcoba, era bonita, tenía una cama doble y una ventana que daba al Río Escalda, había un muelle de madera y una especie de anfiteatro. La vista era bonita y aunque estábamos con una hora menos en consideración de casa, tenía algo de sueño. Me quité las botas y dejé la chaqueta en el armario.

Me recosté por encima de las cobijas y me quedé dormida.

Vlad me estaba meciendo suavemente y diciendo que me despertara, me incorporé de manera un tanto torpe y me senté en la cama.

– Helena debemos bajar hacia en auditorio, así que te recomiendo un poco de maquillaje y peinarte.

– Está bien – Bostecé y luego me paré. Miré mi rostro en el espejo, me veía pálida y despeinada, así que hice mi mejor esfuerzo.

– Bajaré y te esperaré al costado de la recepción, ¿te parece?

– ¡Como quieras! – Le grité mientras me delineaba el ojo izquierdo casi sin respirar para más precisión.

Bajé y noté a Vlad un poco tenso, me tomó de la mano y me dijo disimulando su malestar

– Acompáñeme por acá y cualquier duda que tengas, la iré contestando ¿Está bien?

– Sí, Vlad.

Entramos a una sala con una enorme pantalla de proyección, piso alfombrado y las butacas en tres hileras, casi todas estaban llenas. Nos sentamos sin hacer ruido y Lilibeth me saludó con la mano y Elliott me hizo una venia con la cabeza.

Ya llegando las últimas personas, las luces bajaron y al frente se encontraba un hombre alto, de mediana edad, vestido con un traje oscuro. Junto a él, una mujer elegante en un traje de color blanco.

– Primeramente quiero darles la bienvenida a Amberes, una hermosa ciudad que este año es la sede de la centésima cuadragésimo novena versión del campamento Exael. Mi nombre, para quienes aún no me conocen, es Marcel Lauridsen. Presidente de Stygmata Corp a nivel mundial y junto a mí se encuentra Daniella Buonarotti, quién estará a cargo de todos los eventos.

– Muy buenos días Exaels y Grigoris, junto con agradecer la presentación del Sr Presidente quisiera comentarles que esta es la instancia más importante de todas, ustedes presentes, son los representantes de sus naciones por su excelencia y su extraordinario rendimiento. Me siento muy feliz al ver caras conocidas – Dijo indicando a Vlad – Y muchas caras nuevas bastante prometedoras en nuestra corporación.

– ¿Por qué esa mujer te señaló Vlad? – Susurré.

– Luego te cuento, pon atención por favor.

En la pantalla se mostró el logo de Stygma Corp, la pirámide negra con el ojo de horus.

– Como bien saben, desde hace 150 años la corporación tiene una rama especial, formada por gente como nosotros. Divididos en Yekun, novatos como ustedes; Grigori, sus mentores que por lo general tienen el rango de Exael Avanzado y por último Gadreel, que corresponde al grado máximo de distinción de un Exael. Son contados a lo largo de la historia los Exaels que han obtenido dicho honor, pero estoy segura de que con el talento y el esfuerzo para crecer en Stygma Corp, uno de ustedes podría conseguirlo. Por hoy daremos una cena informal a las 21 horas en el comedor, están en libertad de acción hasta entonces.

Las luces se encendieron y comenzaron todos a salir entre un zumbido de voces, Vlad me tomó la mano y me llevó afuera de la sala rápidamente, casi parecía que quería huir de ahí.

– ¿Me puedes decir ahora porqué la Srta Buonarotti te señaló? – Le pregunté retirando mi mano

– No, querida. Ven, vamos – Me tomó del brazo y salimos por la parte del patio de la mansión, había una enorme terraza con una piscina con mosaicos y una cascada artificial, más allá rodeada de setos había una cancha de tenis y un camino que se iba adentrando a un bosque de coníferas, avanzamos hacia el bosque.

Era un paisaje bastante bello, la brisa fresca nos rozaba las mejillas y el susurro de los árboles era relajante. Vlad miró a todos lados, como temiendo de que alguien nos siguiera y finalmente avanzamos hacia una zona donde había un claro con rocas y nos sentamos.

– Ahora estamos en un lugar tranquilo para hablar del tema – Dijo suspirando.

– Sí, dime que no estoy entendiendo nada.

– Todos los años se realiza el campamento, cuando eres un Yekun o novato como lo dijo Daniella participas y la corporación elige solamente a los mejores de cada país. Ahora eres tú y en su momento lo fuí yo… – Tomó aire y me tomó la mejilla – Tienes que estar preparada para cualquier cosa Helena, lo digo en serio.

– Me estás asustando – Dí un paso hacia atrás

– No es mi intención hacerlo, pero si quiero que lo tomes en consideración, eres valiente, ágil, buena peleando, una nadadora increíble y además de eso, eres una persona encantadora… no deberías temer.

– ¿Encantadora? – Reí con un poco de vergüenza.

– Tienes más cualidades de las que crees Helena, deberías creer más en ti.


Capítulo.-6 Vanidad

En la noche nos dirigimos hacia el comedor, estaban divididas en mesas con 6 asientos y en el frente una mesa especial para la organización. No era una cena formal pero de todas maneras me puse un vestido largo negro estilo Qipao y Vlad se tomó el cabello en una coleta y se puso una camisa negra con rayas finas y un pantalón de tela.

– Te ves muy bien con ese vestido – Dijo Vlad examinándome – Te aconsejo que seas tú misma, no intentes impresionar a nadie ni hablar de más.

– Como si eso sucediera – Respondí con sorna.

– Buena chica – Respondió dándome una palmadita en la mollera.

Las mesas estaban previamente asignadas y a nosotros nos tocó la número 7, el maître nos indicó donde era y allí estaba una pareja de Portugal y la otra aun no llegaba, Lilibeth me hizo una seña desde otra mesa. Iba elegantemente vestida, con su cabellera roja en un moño alto y un vestido de color viridian, le devolví el saludo pero no me acerqué a charlar.

Nos presentamos con los portugueses, el Grigori se llamaba Fernando Brandão y la chica se llamaba Amadora Ribeiro, nos costó hacernos entender en inglés un poco pero se veían afables. Y finalmente se sentaron junto a nosotros una pareja de un chico y una chica de Suecia.

– Bathory… eres una leyenda en este lugar – Dijo el hombre con cierto desdén mirando a Vlad.

– ¿Tengo el placer de conocerlo? – Respondió Vlad con calma.

– Berg, me llamo Theo Berg y ella es mi Yekun Maja Larsson.

– Theo, Maja encantados, ellos son Fernando, Amadora y Helena mi Yekun.

Maja saludó tímidamente mientras tomaba asiento y Theo miraba a Vlad de manera un tanto amenazadora, no entendía muy bien qué sucedía pero supuse que era por lo que me comentó Vlad en el bosque.

En general Vlad estaba imperturbable y el tal Theo estaba cada vez más agresivo, ni Maja ni los portugueses entendíamos bien la situación y de pronto entró Daniella Buonarotti, el Sr Lauridsen y sus respectivos acompañantes. Todos guardamos silencio y el Señor Lauridsen hizo un gesto para que le acercaran una copa de vino.

– Estimados Exaels, les reiteramos la bienvenida y el gusto que nos da como Stygma Corp contar con vuestra presencia, espero que todo sea de su agrado, salud – Exclamó alzando la copa y pronto los camareros nos sirvieron un vino riesling.

Vlad chocó juguetonamente su copa con la mía y me dijo – A votre santé ma cherie – y bebió un sorbo largo.

Lo imité y procedimos a comer. Theo se mantenía en silencio pero no le quitaba la mirada a Vlad mientras este hablaba en un estupendo portugués con Fernando quien se reía porque no sabía que Vlad hablaba su lengua natal. ¿Cuántos idiomas hablaba Vlad?

Me paré para salir al patio a la zona de fumadores y tan pronto como salí me siguió Lilibeth, quién sacó de una elegante cigarrera de plata un delgado cigarrillo y me ofreció uno.

– Que gusto saber que también eres de las mías – Dijo mientras encendía el cigarrillo.

– Moría por salir de ahí

– ¿Problemas con tu Grigori?

– No, Vlad está bien, era un sueco un poco raro con Vlad ¿Sabes por qué? – Pregunté genuinamente.

Lilibeth sonrió y me dedicó una dulce mirada mientras tanto yo exhalaba el humo blanquecino

– Tu Grigori es toda una celebridad querida y como has de saber, tiene su lado negativo también.

Me sorprendí la verdad, pero no demostré mi asombro y guardé mi encendedor en la cartera de mano.

– ¿Has pensado en que harás mañana? – Inquirió con voz dulce.

– No, esperaba que nos dieran una minuta con las actividades como en los campamentos, ya sabes – Suspiró y me dijo – Mañana en la tarde no habrá actividades, si quieres podríamos ir de compras.

– Suena bien para mí, así aprovecho de conocer también a Elliott.

Lilibeth chasqueó la lengua y me dijo en tono confidente – Salida de chicas, así me cuentas más de tí y luego vamos por un café.

– De acuerdo. Me parece bien – Respondí con una sonrisa.

– No se si te lo dijo Vlad pero en una semana habrá un baile, por lo que sería la ocasión perfecta para conseguir un vestido para robar miradas. Eres muy bella, con esa piel de alabastro te verías hermosa en un vestido chic.

Me sentí un poco nerviosa, no estaba acostumbrada a que me elogiaran muy a menudo. Vlad siempre me dice preciosa y cosas así, pero asumo que es su forma de ser. Cosa muy diferente es que me lo diga Lilibeth que podría ser modelo de alta costura con su belleza y elegancia.

– No estaba al tanto pero me parece apropiado – Sonreí y volvimos.

Vlad estaba sentado aun en nuestra mesa y las personas lentamente comenzaban a irse del comedor.

– ¿Todo bien? Inquirió al ver que entré con Lilibeth.

– Podría preguntarte lo mismo – Respondí mirando a Theo y Maja saliendo del comedor a paso raudo.

– Sí, ya sabes…

– No, no sé Vlad por eso quiero que me digas ¿Que fue todo eso?

– Subamos a la habitación mejor y hablamos con tranquilidad.

Ya en el cuarto Vlad se quitó los zapatos y se arremangó la camisa, yo me quité los zapatos y me solté el cabello. Él se sentó en el sillón que estaba en su habitación y me senté en su cama, todo estaba en silencio entre nosotros pero no era incomodo.

– ¿Vas a decirme qué pasa? – Dije finalmente mirándolo a los ojos

– Como te dije, fui hace unos años el representante de nuestro país en el campamento Exael. Más que eso… fui el vencedor de ese año.

– ¿Y conocías a ese tal Theo?

– No lo había visto en mi vida, pero no lo culpo la verdad… No es el primero ni el último que intenta intimidarme.

– Eres toda una celebridad Vlad Bathory – Bromeé mirándolo como una groupie pero él no parecía muy complacido.

– Fue mi deber solamente Helena, no debes olvidar eso. Cambiando de tema ¿Qué hacías con Lilibeth?

– Charlabamos mientras fumábamos un cigarrillo, mañana iremos de compras, para el baile que no me dijiste por lo demás

– Iba a hacerlo esta noche Helena. Tenemos una serie de actividades y ese baile que nombró ella es de las últimas cosas en el campamento.

– ¿Me dirás entonces que es lo que va a pasar?

Vlad se paró del sillón y fue por su notebook, se sentó junto a mi en su cama y me mostró un organigrama.

– Mañana habrá una competencia de cetrería, a nosotros nos corresponde a las 10 am, el miércoles habrá charlas sobre la historia de los Elohim en Amberes. Como habrás notado esta locación no es al azar, siempre es un sitio con importancia para nosotros.

Lo miré. su semblante era serio y vi como al final de la minuta salía marcado con rojo “purga” se me apretó un poco el estómago, no sé bien pero me dió algo de miedo y Vlad lo intuyó

– ¿Recuerdas lo que te dije en el bosque?

– Sí… – Titubee.

– Helena debes confiar en tus habilidades, confía en tí y confía en mis palabras. Nada más.

– De todos modos iré con Lilibeth de compras. Así descansas un poco de mí.

Él sonrió con cierta amargura y se encogió de hombros. Y tras guardar su ordenador me dijo – No te creas que por estar en un campamento no debes seguir entrenando, en el cuarto nivel hay un gimnasio acondicionado y mañana a las 6 am iremos. Ahora, ve a descansar y mañana hablamos.

A la mañana siguiente Vlad seguía con su semblante umbrío y fue duro con el entrenamiento, él como siempre iba a la par, pero no dijo mucho. Cosa rara en él, siempre con una broma sobre mi cuerpo o un amague de flirteo. De cierta manera me inquietaba su silencio y lo atribuí a la competencia de más tarde.

A eso de las 8 bajamos a desayunar, él tomó una taza de café negro y un bagel de salmón y queso crema y yo un jugo de naranjas y huevos revueltos.

– Necesito decirte algo importante Helena – Dijo Vlad mirándome con sus ojos ambarinos.

– ¿Ocurre algo malo?

– Hoy es el primer día de competición, habrán distintos certámenes en los cuales se probarán tus habilidades, no debes ponerte nerviosa, eres buena en cetrería y tal como me lo comentaste una vez llevas practicándolo desde los 9 años por lo que no debería preocuparte

– Pero tampoco debemos confiarnos en lo que sé – Dije comiendo un poco de pan.

– Exactamente querida, no debes bajar la guardia pero confía en tus habilidades.

– ¿Y luego de este certamen?

– Te lo iré diciendo a medida que pasen las cosas Helena, debes confiar en mí – Dijo firmemente esta vez tomando mi mano, pude sentir su calor. Era agradable pero retiré mi mano.

– Eres mi Grigori por supuesto que confío en tí – Le dije mirándolo y mirando su mano posada en la mesa, Vlad sonrió y me instó a engullir mi desayuno para ir al anfiteatro que estaba camino al bosque.

Daniella Buonarotti estaba esperándonos en el atrio del anfiteatro, con un elegante catsuit blanco y unas botas blancas de tacón hasta la rodilla, se acercó y todos guardamos silencio.

– Buen día Exaels, hoy damos por iniciadas las actividades de nuestro campamento. El sr presidente no tendrá el placer de acompañarnos de esta parte en adelante por lo que seré yo quien les explique las reglas de cada certamen. Partimos como bien saben con cetrería, por lo tanto, al ser 52 países se dividirán en 4 grupos de 13. Tendrán tres oportunidades para acertar al centro de la diana, lo cual sumará puntos; estos serán de suma importancia en los eventos venideros ya que mientras mayor puntaje obtengan tendrán mayor ventaja en nuestro evento final. Ahora realizaremos el sorteo de los grupos por lo cual se ruega mantengan el orden y les deseo la mejor de las suertes a todos.

Los miembros de la organización comenzaron con el sorteo del primer grupo, nosotros quedamos en el segundo grupo y así sucesivamente.

Ya divididos en grupos, los primeros ya habían participado dejando a Elliott, el Yekun de Lilibeth en primer lugar de su ronda con 300 puntos, le seguía un chico canadiense llamado Marcus con 250 y por último Amadora con 200. De un total de 13 participantes por grupo solo ellos sumaron más de 200 puntos.

Ahora era nuestro turno, estábamos en tercer lugar después de Maja. Ví como Theo hablaba con ella en su idioma y se notaba el nerviosismo de la chica, pese a que se veía completamente segura.

– Confía en ti Helena, esto es parte de lo que eres – Repitió Vlad entregándome el carcaj y mi arco compuesto.

Tomé aire y me tranquilicé, vi a Maja, quien en su primer tiro dió de lleno en el centro de la diana, luego dió un tiro que dio al borde y luego volvió a dar en el centro de la diana dando un total de 250 puntos.

Logré escuchar como su Grigori le gritó palabrotas en sueco antes de avanzar hacia el punto de tiro, tomé aire y exhale por la boca. El primer tiro fue impecable, al centro de la diana. Pude ver a Vlad mirándome a los ojos con una sonrisa de soslayo. Tomé la segunda flecha y acerté junto a la primera y finalmente la tercera fue más sencilla, dando al otro lado de la primera, las tres al centro de la diana dándome un total de 300 puntos.

– Sabía que lo lograrías Helena – Dijo Vlad dándome una palmadita en el hombro.

Sonreí de satisfacción, estaba un poco ansiosa, no precisamente por lo que me decía Vlad sino porque no me podía quitar de la cabeza eso de la purga… No sabía bien cómo comentarlo con Vlad, pero quería saber la verdad.

Finalmente, Elliott, la Exael de Polonia, el de Rusia y yo obtuvimos 300 puntos en cada tiro, dejándonos a la cabeza de grupo.

Esa tarde, Lilibeth me esperaba en el lobby con unos pantalones de pretina alta y botas de charol y una blusa de seda con un blazer a juego. Se veía elegante y a la vez audaz, yo iba con mis botas de combate, unos pantalones de cuerina, cinturón con tachas, una polera de Mayhem y una chaqueta de cuero con capucha, éramos un contraste absoluto.

– Felicidades querida por tu primer lugar de grupo – Sonrió y me besó ambas mejillas.

– No es nada – Respondí tomando mi bolso.

Nos dirigimos a un barrio que tenía muchas tiendas de alta costura, Chanel, Louis Vuitton, Gucci y muchas tiendas que difícilmente podría costear como estudiante de secundaria. Lilibeth parecía una niña en una dulcería, quería ver todas las tiendas y quería comprarlo todo. Yo me quedaba al costado solamente mirando como se probaba prenda tras prenda.

– Helena deberías probarte este vestido – Dijo Lilibeth con entusiasmo.

– No creo Lilibeth, todo esto escapa de mi presupuesto demasiado. Podría ver algo en Primark o algo más acorde a mi bolsillo – Le respondí mirando el hermoso vestido de color rojo cereza de Eli Saab.

– Solamente pruebatelo, quiero ver como luces en algo así de lindo.

Accedí de mala gana, la vendedora me asistió y terminé de arreglarme yo sola. Era bastante generoso en el escote y me da un poco de vergüenza mostrar de más. Usualmente Nienör me habría sugerido algo más cubierto en el escote pero al tratarse de la primera vez que estaba en un vestido de alta costura me admiré, parecía una heroína trágica de comienzos de siglo XX.

– Luces hermosa – Susurró Lilibeth en mi oído admirando el vestido mientras me acariciaba el brazo.

– Me siento… extraña… el escote no termina de gustarme. – Sentencié frunciendo el ceño.

– Tienes que mostrar tus atributos querida, con esa figura podrías desfilar por las mejores pasarelas de Europa – Me dijo posando sus delicadas manos en mi cintura. Podía sentir el aroma de su perfume. Era dulce como cerezas negras, rosas y ámbar, todo en ella era elegante e incluso sensual. Sentí el calor subir a mis mejillas y me alejé un poco

– No sé si me gusta tanto la verdad…

– Intenta uno más, ¿te parece? – Sonrió y fué en busca de la vendedora.

Al cabo de unos minutos llegó con un hermoso vestido azul cobalto, detalles en pedrería negra, escote en V pero se veía mucho mejor que el anterior, pese a que enseñaba escote de todas maneras, tenía corte sirena por lo que acentuaba mi cintura y mis caderas. Me encantaba, me sentía bella en ese vestido. De haber tenido el dinero no lo hubiera dudado pero solamente estábamos jugando con Lilibeth… o eso pensé.

– ¡Helena, querida te ves maravillosa! – Exclamó abriendo mucho los ojos al verme – Pareces una muñeca.

– El vestido es hermoso – Admití.

– No se trata solo del vestido, sino de la chica – Dijo la vendedora junto a Lilibeth.

– Toda la razón, tú haces al vestido no ser solo un montón de tela y pedrería, naciste para lucirlo.

– Si hubiera nacido millonaria tal vez – Me encogí de hombros y caminé al vestidor.

Me puse mi ropa nuevamente y Lilibeth estaba en la caja hablando con la vendedora y cargando unas cajas con listones negros y el logo de la casa de modas.

– Helena querida, te tengo un regalo – Sonrió con dulzura.

– No me digas que es el vestido – Gimotee.

– Estaba hecho para tí, pero eso no es todo. El complemento perfecto para semejante pieza es esto – Dijo abriendo una caja donde había una capa de piel negra.

– Gracias Lilibeth, en serio no tenías que molestarte… – Dije un poco turbada, me sentía feliz por el regalo y a la vez sentía que estaba abusando de la buena voluntad de Lilibeth.

– No es nada – Dijo quitándole importancia y tomándome del brazo mientras salíamos de ahí.

El cielo comenzaba a nublarse de forma amenazante, y Lilibeth sugirió que fuéramos a un café que quedaba cerca, yo insistí pagar esta vez en forma de agradecimiento.

Nos sentamos en una terraza para fumadores que daba en dirección a una iglesia antigua y un parque que era lindo, pero no como Saint Lenore.

– Helena, debo admitir que no me divertía tanto hace mucho, definitivamente si vas a Londres deberíamos repetirlo – Dijo dando un sorbo de su almond macchiato.

– Lo mismo si vas a Stygmata City, hay un bistró que me fascina y estoy segura de que lo adorarás.

Lilibeth sonrió y posó suavemente su cabeza sobre su mano mirándome mientras bebía mi cappuccino. Había algo en ella que era casi hipnótico y sensual. No sé si será normal sentirse tan a gusto con una persona en tan poco tiempo pero ella me producía una especie de familiaridad. Es como me gustaría que fuera Charlotte en lugar de la hippie histérica que tengo por hermana…

– Me encantaría poder visitar Stygmata City, me imagino que tu padre debe tener algún tipo de monumento…

– No. – Bebí, había olvidado que para los Nephilim mi padre era un héroe, no así en casa… – Nadie es profeta en su tierra.

– Imagino que tu Grigori te ha contado de lo tremendo que fue el Gadreel Goethe. Es parte de tu historia Helena, estás en derecho de saberlo todo.

– No me gusta mucho hablar de mi padre Lilibeth – Respondí de forma cortante.

Hizo una mueca y me tomó la mano – Lo lamento Helena… no lo sabía.

– No tenías porque saberlo tampoco.

– ¿Todo bien con tu Grigori? – Dijo con voz dulce.

– Si. Vlad es bastante competente – Le dije antes de tomar una galleta de maicena.

– Es toda una celebridad querida, debe ser implacable en el entrenamiento a final de cuentas es un sobreviviente

– ¿Sobreviviente? – Respondí extrañada – ¿Ustedes se conocen?

– Claro que nos conocemos querida, muy bien de hecho, también a Marduk…

Estaba pensando en muchas cosas a la vez, ella conoce a Marduk y ya conocía a Vlad pero este no me dijo nada…

– Debes saber que la confianza Grigori/Yekun es sumamente importante. Me ofende que Vlad no te haya hablado de mí o del certamen final.

– ¿Me puedes decir de qué se trata?

– Lamentablemente mis manos están atadas querida, por más que quisiera contarte todo, hay reglas en la corporación que no podemos romper.

Sonó la campana de la iglesia que estaba cerca, eran las 18 horas y debíamos volver al hotel. Ella llamó al chófer y en breve ya estuvimos allí.

Vlad estaba en el lobby con los brazos cruzados cuando llegamos y Lilibeth lo saludó con dulzura

– Vlad querido ¿nos extrañaste? La traje sana y salva.

– Lilibeth… – masculló.

– Helena, tesoro, Elliott debe estar esperándome en la habitación y debemos hacer cosas. Espero que te haya gustado el obsequio y estamos viéndonos, ¡chaito! – Dijo dándome un beso en cada mejilla.

Yo traía mis cajas con las cosas del baile, Vlad las vio y me miró algo confundido. Subimos sin decir nada y se encerró en su lado de la alcoba. Yo abrí las cajas y puse el vestido y la capa en el armario. También compré unos zapatos a juego por pura vanidad y también los guardé.

De repente escuché el cerrojo de la puerta que conecta las alcobas con el baño, era Vlad con el rostro lívido

– ¿Qué te dijo Lilibeth? – Inquirió con más brusquedad de la que hubiera querido

– Hablamos de muchas cosas… porque al menos ella si es honesta conmigo Vlad, no se anda con secretos…- Tomé aire y lo arrinconé entre el armario y la cama – ¿Me quieres contar porque eres un sobreviviente?

El rostro de Vlad cambió de enfado a terror y me susurró mientras tomaba mis mejillas – ¿Cuáles fueron exactamente las palabras que usó Lilibeth?

– Dijo que debes ser implacable conmigo puesto que además de una celebridad eres un sobreviviente… no me quiso decir mucho más que te conoce muy bien a ti y a Marduk – Lo miré a los ojos esperando su respuesta y Vlad me apartó lentamente mientras recuperaba un poco la compostura.

– En efecto nos conocimos, yo tenía 16 años cuando participé en el campamento y vencí… ella tenía muchos más años que yo… no deberías confiar en ella… – Dijo Vlad mirándome fijamente con sus ojos ambarinos.

– ¡No me puedes obligar! Ella ha sido muy buena conmigo y ha sido honesta siempre…

– Pero te recuerdo que Elliott está a la par contigo en la competencia y al menor descuido…

– ¿Qué, al menor descuido qué? – Dije con firmeza.

– Podría destruirte Helena… Es una competencia y apenas la conoces. Yo soy tu Grigori y me debes respeto, no debes olvidar eso.

Vlad tenía razón pero de todos modos mi curiosidad era más grande y necesitaba la verdad

– Puede que tengas razón, pero la relación entre Grigori/Yekun se basa en la confianza también, por lo que debes contarme todo sin omitir nada.

– Ojalá fuera tan sencillo, preciosa. Pero te contaré a grandes rasgos quién es Lilibeth Malone… – Dijo sentándose en mi cama y encendiendo un cigarrillo.

– Ella hace años atrás fue la Grigori de Marduk, y cuando Marduk me tomó en su tutela, ella fue muy amable también, llena de lisonjas y detalles…

– Espera, dijiste fue… y ahora es la Grigori de Elliott – Y Vlad me hizo el gesto de silencio con el dedo y luego continuó – Marduk estaba en el grado de Exael y cuando nos conocimos ella quiso anteponer su autoridad sobre la de Marduk, lo que los llevó a pelear… Pero no fue hasta que ella hizo algo que la desterró de Stygmata City y dejó de ser la Grigori de Marduk para siempre…

– ¿Qué fue eso? – Quise saber pero noté la cara de Vlad e intuí que no era un tema que quisiera tocar.

– Lilibeth era una adulta y yo un menor de edad y me sedujo… además de eso usó su posición de poder para que ella tomara el rol de Grigori en lugar de Marduk, pero hay reglas al respecto…

Me quedé en silencio y pensé en esa tensión que sentí al tenerla cerca y luego miré a Vlad… en sus ojos podía ver calidez y simplemente lo abracé.

– No quiero que haya mentiras entre nosotros Helena… y eso incluye las cosas menos agradables

– ¿Qué hago con sus obsequios? – Le pregunté con cierta lástima.

– Son tuyos Helena, independiente de todo, son tus cosas, quedatelas.

Sonreí de soslayo y me paré de la cama. Vlad entendió la señal y se fue a su habitación a dormir.


Capítulo.-7 En las profundidades

 Los días siguientes intenté evitar a Lilibeth, tuvimos unas charlas sobre la historia de Amberes y como este héroe local se había hecho con el líder de los Nephilim. Esta ciudad era importante en nuestra historia debido a que en la edad antigua fue uno de los primeros asentamientos de tribus Nephilim en Europa.

Era jueves y Vlad me informó tras entrenar que esta tarde daría inicio el certamen de natación en las orillas del río Escalda.

 Al ser Elliott, Vinka de Polonia, Oleg de Rusia y yo quienes íbamos a la cabeza de los marcadores, el resto de Exaels nos miraba con cierto recelo, pero decidí obedecer a las palabras de Vlad y enfocarme en la competencia.

 Fui a los vestidores a ponerme el bañador, afortunadamente el día era favorable por lo cuál no sería tan tortuoso saltar al río. Me puse el bañador de color negro, el gorro de baño y me dirigía en dirección al muelle donde se realizaría el evento hasta que me topé a Lilibeth de frente.

– Querida, cualquiera pensaría que me estás evitando… claro, yo no soy cualquiera – Dijo Lilibeth sonriendome.

– Ho… Hola Lilibeth. No estoy evitandote solo que hemos estado ocupados con Vlad, ya sabes… – Dije un tanto turbada.

– Por supuesto, olvidaba que no es solo placer este campamento… aunque puede serlo si quieres – Me miró mordiéndose el labio.

– No, es un campamento de la corporación – Le respondí yendo lo más rápido posible hacia donde estaba Vlad.

Llegué con él y notó mi cara, me preguntó si todo estaba bien y le comenté que me encontré a Lilibeth de frente y que piensa que la estoy evitando.

– No debes dejarte intimidar por ella, mírame por favor – Dijo acariciando mi mejilla con delicadeza – Esta es tu competencia. No pienses en Lilibeth, ni en nadie más.

– Está bien – Le respondí estirando mis brazos y poniéndome las gafas de nado.

Los Grigoris se posicionaron en unas gradas cerca del muelle y antes de ponernos en filas para entrar al agua la Srta Buonarotti se dirigió a nosotros

– Estimados Exaels, les deseo una excelente jornada a todos. Hoy corresponde al certamen de nado y buceo. En esta ocasión irán conforme su puntaje, divididos en grupos de 4 participantes, es decir, los 4 que obtuvieron mayor puntuación en el certamen anterior irán con una ligera ventaja de 1 minuto. Para empezar con 400 metros estilo libre hasta la plataforma y luego deberán sumergirse en las aguas del río y obtener 3 orbes en las profundidades. El que llegue primero con los orbes ganará la suma de 1000 puntos para el certamen final. Les deseo la mejor de las suertes a cada uno de ustedes

Nos pasaron a cada uno una pequeña bolsa negra que atamos a nuestra cintura y nos dispusimos a saltar, Vlad me miraba desde la primera fila en las gradas y las voces sonaban como un zumbido, le resté importancia y me lancé a las frías aguas del río Escalda.

Decidí ir estilo crol, partimos todos en la misma posición y a medida que avanzabamos Oleg nos sacó una ventaja de un cuerpo aproximadamente y cuando iba Elliott casi alcanzandolo algo jaló a Oleg al fondo del agua, seguí braceando con todas mis fuerzas hasta alcanzar a Elliott y llegamos juntos a la plataforma, los de la corporación nos ayudaron a subir y luego saltamos de vuelta. Las aguas eran un tanto turbias y la corriente era considerable. Busqué algún resplandor en el agua y no veía nada… avancé un poco más y pude ver un destello de un verde azulino y nadé hasta allá, lo tomé y pude ver unas sombras en el agua, seguí nadando por el segundo orbe, podía ver a Vinka luchando con estas sombras incorpóreas en el agua. Seguí buceando hasta unas rocas donde hallé el segundo orbe, sentía como los pulmones comenzaban a quemarme y me apresuré, un poco más allá estaba el orbe que las sombras le quitaron a Vinka y lo guardé, tomé impulso para salir a la superficie, inspiré una larga bocanada de aire al salir y seguí nadando, podía escuchar a alguien nadando cerca de mi y me arrastré hasta llegar a la orilla dando tumbos, ahí llegó parte de la organización para darme una toalla y registrar el tiempo y si traía los 3 orbes. Al instante llegó Elliott con sus orbes.

Hubo un largo silencio al ver que solamente fuimos nosotros los que regresamos, no entendí muy bien que estaba sucediendo y busqué entre la multitud a Vlad, quién había saltado la valla de la gradería para acercarse a mi.

– ¡Vlad! – Grité para que supiera donde estaba, la gente comenzaba a agolparse para exigir una explicación de donde estaban Vinka y Oleg.

Vlad llegó hasta mí y me felicitó, de pronto sonó una alarma y todos se quedaron quietos, Daniella volvió al púlpito y los agentes de la organización le pidieron a todos los demás que volvieran a sus lugares.

– Exaels. Este es un campamento de excelencia, ustedes son de una raza superior ¿Creían que se trataba de un campamento de exploradoras? Pues, les recuerdo que este mundo está lleno de peligros donde quiera que vayan por lo que deben estar preparados para sortear cualquier dificultad.

– ¿¡DONDE ESTÁ OLEG!? – Bramó su Grigori.

– Estimada Grigori Kurylenko, le recuerdo que usted estaba al tanto de los riesgos de este certamen. Le pido acompañe a nuestros agentes al igual que el Grigori Szulc.

Todo quedó en silencio y admito que se me apretó el estómago y sentí ganas de vomitar. Vlad tenía un semblante pétreo y Lilibeth me sonrió.

– Estas son consecuencias de un entrenamiento exhaustivo en estos 3 meses desde que los reclutó la corporación. Ustedes son lo mejor de su nación y deben demostrar por qué están aquí. Ahora por favor hagan honor de acercarse los siguientes 4 exaels. – Terminó la srta Buonarotti completamente calmada.

Me senté en una banca junto a Vlad, sentía los dedos entumecidos por el frío.

– Tienes los labios morados – Dijo Vlad dándome su chaqueta.

Me envolví en ella mientras cubría mis piernas con la toalla.

– Así es este campamento Helena… – Dijo finalmente Vlad.

– ¿Por eso eres un sobreviviente? – Lo miré a los ojos.

– Esto solo es el comienzo.

Al final de la competencia, de los 52 que empezamos, se redujo todo a 39, fueron 13 los chicos que no salieron de las aguas del Escalda. Los ánimos estaban trémulos, no había algarabía como en la primera competición, ahora faltaba gente, a quienes vimos en charlas, en el comedor y los pasillos del Hotel. Yo estaba en primer lugar con 1450 puntos de la competición de buceo, más los puntos en la competencia de arco y me sumaron 150 puntos por haber llegado primero con 15 minutos con 30 segundos. Luego estaba Elliott y luego estaba Lucine, de Armenia.

Me metí a la ducha para poder relajarme un poco. Tenía algo de miedo de las siguientes competiciones y como se reduciría el número de Yekun en cada competencia.

No tenía sentido que fuera diezmando, a la corporación le sirve que haya más Nephilim en sus filas, no menos… Ahora tenía más dudas que antes, Vlad ganó el año que participó ¿pero a qué costo? ¿Qué pasa con los Grigori de los chicos desaparecidos?. Quería hacerle tantas preguntas como fuera posible, él ahora estaba en una reunión con los organizadores.

Vlad finalmente llegó, pude oír como entraba a su alcoba, yo estaba secando mi cabello y golpeó la puerta y entró. Su rostro estaba tranquilo y me sonrió ligeramente.

– Lo estás haciendo bien, te felicito.

– Tengo tantas interrogantes, Vlad, que no sé por dónde partir – Le dije sentandome en el borde de la cama.

– Antes de responder cualquier duda tengo que comentarte dos cosas importantes; La primera es que el penúltimo certamen será un escape room. Así que vamos a tener que entrenar más y lo otro es que este día Sábado por la noche se llevará a cabo el centésimo cuadragésimo noveno baile de el Campamento Exael, así que será momento de deslumbrarnos a todos con tus galas.

– Un escape room… tengo hasta miedo si te soy sincera. Pero me siento preparada para lo que sea necesario… Pero no vayamos por la tangente Vlad. – Lo invité a sentarse en la cama – ¿Por qué empezaron a eliminar Exaels, no sería mejor que la corporación tuviera un buen contingente de Nephilims en vez de unos pocos al final del campamento?

Vlad suspiró y dijo al fin – Así no funciona la cosa, a final de cuentas nosotros somos una corporación que presta servicio secreto de élite a las naciones que representamos. Y Stygma quiere solamente a los mejores… Esto es algo así como un filtro.

– Menudo filtro… ¿Y qué pasa con sus Grigoris?

– Vuelven a sus países a entrenar nuevos Yekun… Esa es la vida del Grigori, no siempre tu yekun es un exael y no siempre un Grigori se vuelve Gadreel.

– Por último, fuiste el ganador de tu generación… ¿Cómo lo hiciste?

– No puedo contártelo aún preciosa, pero en su debido momento lo vas a saber todo. Lo que sí te puedo decir al respecto, es que debes centrarte en tí.

– Eso es verdad… Hoy en el agua vi a Vinka siendo atacada por unas sombras incorpóreas, pero estoy segura de que si la hubiese ayudado no lo estaría contando. ¿Qué era eso? – Le pregunté doblando la toalla con la que me sequé el cabello.

– Son criaturas del bajo astral… nada que no puedas manejar a decir verdad.

– No me enseñaste a hacer esas cosas, ¿Como las combato?

– Ignorandolas como lo hiciste Helena, así de sencillo, se benefician de tu miedo, si no las tomas en cuenta no te afectarán en absoluto.

Me asustaba un poco ser consciente de que existen este tipo de criaturas y quién sabe qué más habrá allá afuera… lo que me hace pensar que ese escape room puede tener cosas de esa índole.

– Iré a mi habitación, descansa, porque a las 6 am te necesito en pie para entrenar.


Capítulo .- 8 Baile de los pálidos

Los entrenamientos se hicieron más intensos. Cardio, agilidad, escalada en muro, tiro y krav magá. No dejamos de hacer esto ni un solo día de los que estuvimos en Amberes. Teníamos unos talleres sobre lenguaje corporal hoy viernes en la tarde así que tenía que ir. Estaba pendiente del baile y como es que debería evitar a Lilibeth… En un espacio cerrado sería casi imposible.

No tenía idea tampoco de cómo iría vestido Vlad. Por lo general no se viste nada de mal, digo su estilo es black metal duro y puro así que sería una sorpresa verlo en galas mañana.

Estaba bebiendo agua embotellada, estaba cerca de la puerta del gimnasio del hotel cuando veo pasar a Elliott, traía una notoria sugilación en el cuello. Miré a Vlad pero al parecer este no se dió por enterado… Luego llegó Lilith con un atuendo deportivo entero de lycra.

– My darling, que gusto verlos acá – Felicidades por el triunfo en la competencia del río – Vlad querido, estás como el buen whisky.

– Gracias Lilibeth… – Dije mirando a Vlad que estaba pétreo, su mandíbula estaba tensa pero no decía nada.

– ¿Qué pasa querido, te comió la lengua el gato? … meow – Dijo poniéndose frente a Vlad, entonces Elliott se acercó a Lilith para que fueran a la sala que tenían apartada.

– Lilibeth, debemos irnos.

– Pero si estamos solamente charlando querido… – Rió Lilibeth mirándome de nuevo – Espero verte mañana en el baile, te recuerdo que hay un salón de belleza en el tercer piso del hotel para que agendes pronto. Sería una lástima que no lucieras el vestido como es debido…

Vlad me tomó de los hombros para salir pronto de ahí. Estaba molesto y no quiso decir nada hasta que salimos a la terraza del hotel.

– Está intentando hacer lo mismo contigo…

– ¿Por qué Vlad, es algo contigo o acaso tengo que ver en esta rencilla?

– Digamos que es un poco de todo… a ver como lo explico en términos prácticos… Lilibeth quiere poder, está hambrienta de poder y gloria. Yo era una promesa en mi campamento y ella quiso eso de mí… no olvidemos que era la Grigori de Marduk y en tu caso es por quien eres, por quién era tu padre y lo que… – Guardó silencio pensando en qué decir.

– ¿Y lo que…? Dejaste la idea a medias… entiendo que mi padre fue un héroe y yo al parecer estoy teniendo un buen desempeño pero ¿Hay algo más?

– Es que ella quiere todo, quiere sacar todo de ti para hacerse ella con la gloria…

– ¿Notaste el cuello de Elliott? será que…

– No lo sé Helena, eso sería especular. Pero no me extrañaría, a decir verdad… Lilibeth disfruta de la carne fresca.

– ¿Y por qué Stygma no la ha dimitido?

– Porque es una de las mejores agentes de Europa occidental… Pero jamás será Gadreel te lo aseguro.

– Te prometo no volver a salir con ella… no sé cómo fui tan ingenua.

– No se trata de que no compartamos con el resto de Exaels del campamento, pero Lilibeth es una mujer peligrosa y hará lo que sea para obtener lo que quiere.

– No si se lo negamos. Daré lo mejor de mí para ser quien gane – Le dije a Vlad motivada.

– ¡Esa es la actitud ganadora!

A pesar de todo le hice caso a Lilibeth y agendé una hora para maquillaje y peinado en el salón del hotel. Estaba lleno, a final de cuentas éramos aún 39 países en competencia. El baile sería a las 20 horas en la azotea del hotel. Ya no me sentía culpable por preocuparme por mi imagen, Vlad incluso me dijo que era importante hacerlo, porque a final de cuentas como te miran te tratan.

Luego de 2 horas que se me hicieron eternas en el salón bajé a mi habitación para ponerme el vestido, los zapatos y la capa de piel. El clima estaba fresco, era finales de otoño por lo que la capa era perfecta. Vlad me había dejado una nota en el velador que decía “nos vemos en la entrada del salón”

Subí por el ascensor con un par de Exaels y sus respectivos Grigoris y al llegar a la azotea, donde estaba este salón, todo se veía maravilloso. Todos traían galas, vi a Amadora quien me saludó tímidamente con la mano, iba con un vestido rojo manzana, que le quedaba bien con su piel olivácea.

Avancé entre la gente hasta la entrada y allí estaba Vlad, llevaba el cabello suelto en esta ocasión, iba con un traje de tres piezas de color negro, clásico. No llevaba corbata sino en lugar una cadena de plata bruñida con una pirámide de Turmalina negra, su camisa era cuello Mao y llevaba un abrigo entallado. Debo reconocer que se veía bastante guapo.

– ¡Wow Helena luces preciosa! Pareces una estrella de cine noir – Exclamó Vlad examinando mi look.

Me habían peinado con ondas grandes como diva de la edad de oro del cine, la capa negra y el vestido me conferían un estilo un poco vintage.

Vlad me ofreció el brazo y entramos al salón, todo estaba impecablemente decorado, al centro del salón había un candelabro de cristal y oro, las mesas con arreglos florales de peonías y rosas blancas y la pista de baile.

Nos indicaron cual era nuestra mesa, para nuestra sorpresa era la mesa de la organización. Estaríamos sentados junto a los otros puntajes máximos con Daniella Buonarotti y su acompañante, Giacomo Viccellio, su marido.

Miré a Vlad pues deberíamos estar junto a Lilibeth y Elliott, entendíamos que sería un ambiente un poco hostil pero así mismo, tenía la esperanza de que al estar la Srta Buonarotti se moderaría un poco. No voy a negar que me ponía un poco nerviosa su presencia, era tan hipnótica como una serpiente al igual que mortífera por lo que Vlad comentaba.

La cena transcurrió en completa calma afortunadamente, no hubo ningún comentario fuera de lugar pues Daniella quedó entre nosotros por un lado y Lucine y su Grigori por el otro.

Comenzó el baile, los primeros en bailar fueron la Srta Buonarotti y su pareja, así se fueron sumando parejas, independiente si eran Grigori/Yekun o no. Vlad me extendió la mano para bailar vals. Acepté con una sonrisa un poco tímida. No soy una buena bailarina y digamos que tampoco me complacía mucho asistir a bailes escolares… pero esto era diferente… Vlad me tomó con firmeza y a la vez con decoro por la cintura y tomó mi mano. La orquesta nos deleitó con Dance of Pales, al principio estaba nerviosa y me sentía un poco torpe pero Vlad me guió

– Debes relajarte Helena, siente la música.

– No estoy acostumbrada a bailar la verdad.

– Déjame guiarte – Añadió con una sonrisa mientras nos deslizamos por la pista como flotando.

Me tomó por la cintura con firmeza y quedamos mirándonos unos instantes mientras la pieza llegaba a su clímax, sentí los colores subiendo por mis mejillas y no lo pude disimular, Vlad no me retiró la mirada ni un segundo como si intentara descifrar algo.

Una vez acabó la canción me alejé de Vlad y fui por una copa de champagne, sentía mi corazón latiendo fuerte y me sentía confundida… no podía ser que me empezara a atraer Vlad siendo que mi novio es Nathan y estoy segura de mis sentimientos por él.

Fui al baño a refrescarme un poco y a retocarme el labial, tomé aire y bebí un poco de agua. Al levantar la vista detrás de mí estaba Lilibeth, tenía el cabello rojo recogido en un elegante peinado, tenía unos aretes de topacio que hacían juego con sus ojos y un hermoso vestido color crema. Debo reconocer que Lilibeth tiene un gusto impecable.

– Helena, my darling, luces maravillosa esta noche. Finalmente te lo puedo decir en privado puesto que en la cena no pude decirte nada.

– Gracias Lilibeth, tú también luces impecable esta noche… – Respondí con cortesía.

– Por supuesto querida, sabes que amo las cosas hermosas y núbiles – Sonrió y me examinó con la mirada.

– ¿Como Elliott cierto? – Rematé imperturbable.

– Ah, eres una chica observadora, muy bien… Pero te quiero recordar algo, si hay algo que disfrute más que la belleza, es el éxito y no vamos a darnos por vencidos en esta competencia my sweetie.

– Nosotros tampoco Lilibeth. Ya verás – Le respondí saliendo del baño.

No voy a negar que me dio rabia, sabía que lo que Lilibeth quería era provocarme y por suerte no le di en el gusto, me pasó solo una vez por confiada, pero no volveré a cometer el mismo error.

Vlad estaba en el exterior fumando un cigarrillo, el viento frío comenzaba a helar la piel y ciertamente de no ser por la capa estaría congelada. Me acerqué a él para acompañarlo con un cigarrillo y le comenté sobre el encuentro con Lilibeth.

– Por una noche no quiero pensar en las amenazas del mundo, Helena – Suspiró Vlad exhalando el humo.

– Me parece justo, hagamos una tregua con el resto del mundo, solo por esta noche – Le respondí con una sonrisa.

– Vamos a bailar entonces.

Estaban todos conversando y bailando, no era vals precisamente lo que sonaba a estas alturas sino música de moda como Black Eyed Peas y Gorillaz.

No era mi estilo de música pero ya estaba bailando así que solamente me dejé llevar, sonaba un tema de Gorillaz y bailamos con Vlad. Podía sentir su respiración en mi hombro y el olor de su perfume, por alguna razón sentía que podría haber ido más allá de no ser por Nate… con quién no he podido hablar desde que llegamos a Bélgica. No es que los teléfonos celulares estén prohibidos pero he tenido mucho que hacer y mi teléfono está en mi bolso.

Espero que no se haya molestado porque no le he hablado estos días, mañana podría hacerlo.

Vlad me tomó por la cintura mientras bailábamos y quedamos de frente a una cercanía vertiginosa, sus ojos me miraban con una intensidad lupina y confieso que no rechacé esa mirada ni esa cercanía.

Vlad sonrió y se mordió el labio y me giró. Suspiré con un poco de alivio y me mecí al ritmo de la música.

– ¿En qué piensas?

– No he hablado con Nathan.

– ¿Quién?

– Nate Kardec, mi novio… lo viste en el cumpleaños de Edward.

– Ah… verdad, Nathan… fan de Lamb Of God – Sonrió mirándome.

– Y un baterista prometedor – Respondí con orgullo.

– Conque te gustan los músicos – hizo una mueca – Eso si no me lo esperaba.

– ¿Esperabas algo de mi?

– No a decir verdad… pero no pareces el tipo de chica que cae por un músico

– Ni la que cae con poemas de Lord Byron – Respondí casi al instante.

– Touché – Sonrió y me dijo al oído – Iré a la barra ¿Que te traigo?

– Sorpréndeme – Respondí sonriendo.

Al cabo de un rato Vlad llegó con dos Vesper y brindamos por la noche.

– ¿Te sorprendí? – Dijo Vlad mirando la copa.

– Debo reconocer que sí, no había probado este cóctel y me gusta – respondí y di un sorbo.

– Disfrútalo querida, esta noche es nuestra

– Nuestra… – Repetí mirándolo a los ojos.

Creo que me estoy empezando a confundir y eso no me gusta en absoluto. Lo más sensato sería irme a dormir y cerrar bien mi puerta, mañana hablaré con Nathan y así despejo mi mente hasta el certamen.

Me excusé con Vlad de que me dolía un poco la cabeza y me iría a dormir. El no me dijo nada y se quedó.


Capítulo .- 9 Deseos 

 Sentía mi corazón a mil por hora mientras me ponía mi pijamas, me había dado una ducha y no podía dejar de pensar en Vlad y en como su proximidad me atraía tanto como imanes opuestos. Pensé en que esto se debe al hecho de no haber tenido noticias de Nathan en estos días, ¿Qué estará pasando en Stygmata?

Mañana obtendría las respuestas, fui por mi teléfono y lo puse a cargar. Era un Nokia 5200, uno de los últimos modelos. Mamá insistió en que me lo comprara para mantenernos comunicadas en caso de emergencias.

Me metí en la cama y al rato sentí la puerta de Vlad abrirse. Dejé cerrada la puerta que comunica el baño con un pestillo…

Estaba en el salón del baile, las luces multicolores y la música electrónica inundaban el ambiente, busqué a Vlad entre la gente y estaba junto a la barra bebiendo un Vesper. Me observó desde la barra y me sonrió con sus dientes blancos.

– Pensé que te irías a dormir – Dijo jugando con el espiral de limón en su copa.

– No podía dormir… estaba pensando en algo…

– ¿En Nathan?

– No. Tienes razón esta noche es nuestra, sin preocupaciones mundanas ni paranormales – Lo tomé de la mano arrastrándolo a la pista de baile.

David Guetta cantaba “The world is mine” y con Vlad bailábamos cada vez más cerca el uno del otro. Nuestras narices se rozaban mientras nos movíamos, mi respiración estaba agitada y sentía el calor apoderarse de mi.

Vlad me tomó por la cintura pegandome a su cuerpo de espaldas a él y con la otra acarició mi cuello con delicadeza, sentía el calor de sus manos y me voltee quedando de frente y lo besé apasionadamente.

Fue el beso más intenso que me han dado, su lengua danzaba con la mía y sentía el sabor del Vesper en sus labios.

– Vamos al cuarto – Me dijo Vlad al oído.

Y bajamos corriendo entre los pasillos hasta nuestras habitaciones. Entramos a la de Vlad y en cuanto cerró la puerta me besó apasionadamente, lo tomé de las mejillas y mordí su labio. comenzó a buscar el cierre del vestido y lentamente deslizó la cremallera, dejando el vestido azul en mis tobillos. yo comencé a quitarle la chaqueta y la camisa dejando su torso al descubierto. Él se quitó el pantalón quedando en ropa interior.

Me admiró con una sonrisa en los labios, yo llevaba lencería negra de encaje y él boxers también negros. Su cuerpo era fibroso y tonificado, sus brazos estaban marcados y sus venas se notaban en el antebrazo. Me acerqué a su cuerpo cálido, y lo abracé con pasión y volvimos a besarnos mientras nos sentamos en la cama, él recorría mi cuerpo con sus manos y yo me estremecía de deseo.

Besó mi cuello y comenzó a bajar por mi torso con sus besos, mi cuerpo reaccionaba a sus caricias, era casi feral, como un depredador disfrutando de su presa, y me entregué por completo a sus besos y sus manos.

Dejé escapar un gemido de placer mientras Vlad se deleitaba conmigo y sentí que podía desfallecer, jamás había sentido tanto placer en mi vida… sentía venir el clímax… cerré mis ojos y de pronto… Desperté porque sonó la alarma de mi teléfono.

Mi cuerpo estaba empapado de sudor y solamente reí para mi… Sentí tan vívido el sueño que sentí incluso un poco de vergüenza quitar el pestillo en la puerta que conectaba al baño, la puerta de Vlad estaba abierta y pude verlo dormir en su cama, entré al baño en silencio.

Luego me senté en mi cama y revisé mi teléfono y no tenía señal… olvidaba el detalle de que mi móvil no servía fuera del país. Por lo que me vestí y bajé hasta la recepción del hotel, allí hablé con el concierge y le pregunté dónde podía llamar a casa.

Me senté en una cabina con una tarjeta de prepago y llamé a Nathan.

– Aló… – Respondió adormilado.

– Amor, soy yo. Por fin pude llamarte ¿Cómo estás?

– Lena… ¿Qué tal Charleroi?

– No me quejo… ¿Cómo estás tú?

– Bien, con los chicos tendremos una tocata a mediados de diciembre en el Pub Lorelei.

– ¡Eso es maravilloso Nate!

– Entre otras cosas iremos a un club nuevo la semana que viene.

– ¿Iremos?

– Digo iré con los muchachos pero si vuelves antes del jueves podrás sumarte Lena.

– No creo que eso sea posible… pero ya me dirás que tal es ¿Cómo se llama el club?

– Raven. Está por la calle Talbot.

– Iremos cuando vuelva… – Sentí un poco de miedo de estas palabras, me aferré a ellas para las pruebas restantes.

– Lena…

– ¿Qué?

– Te amo

Sonaron tres bips

– Y yo a ti…

La llamada se había cortado, me quedé sentada allí y las lágrimas comenzaron a salir en gotas cálidas, sollocé en silencio y me sequé las lágrimas.

Me sentí mejor al haber hablado con Nate, pude sentir un pedazo de mi vida de siempre en un sitio tan ajeno a eso como este campamento…

Estaba tomando desayuno cuando sentí que me acomodaron el cabello detrás del hombro y me susurran – Con que aquí estabas.

Mi piel se erizó y tragué mi café, mientras cerré los ojos por un instante

– Vlad, mi teléfono no sirve para hablar a casa así que llamé a Nate desde el lobby.

– ¿Qué tal todo por Stygmata?

– Lo usual, irán a un club nocturno en la calle Talbot, Raven creo que se llama.

– Tendremos que ir cuando volvamos.

– Sí. Lo mismo le dije a Nathan.

– Por supuesto, ¿Dormiste bien?

Entonces recordé a Vlad besando mi cuerpo y me atoré con mi café.

– ¿Estás bien? – Preguntó Vlad dándome palmaditas en la espalda.

– Sí. A ambas cosas ¿Y tú?

– Sí aunque como sabrás tengo el sueño liviano y tuve la impresión de escuchar ruidos en tu alcoba.

– No tengo idea de lo que estás hablando – Respondí rápidamente.

– Cambiando de tema completamente, mañana es la penúltima prueba, el escape room. A las 21 horas los vendrán a buscar hasta la locación de la prueba en el distrito industrial.

– Imagino que será el otro filtro hasta la final… – Respondí con un nudo en el estómago

– Sí… 39 es una cifra considerable…

– ¿Cómo dices?

– Eres tú contra 38 yekun, Helena debes confiar en tí y concentrarte en ganar.

– ¿Y si me pasa algo? – Le dije con la voz casi como un hilo.

– Hey, no, nada de eso, eres la que está encabezando la competencia, eres una Exael tremendamente calificada y además de eso tienes una voluntad que muchos desearían. No va a pasarte nada – Dijo Vlad con calma.

Respiré hondo y miré a Vlad, sus ojos ambarinos me miraban con calidez y me sentí en calma.

– Si pensaste que porque anoche fue el baile y hoy no íbamos a entrenar estás muy equivocada. Te espero en 20 minutos en el gimnasio.

Llegué al gimnasio y en esta ocasión estaba Vlad en un cuarto pequeño, tenía piso de tatami y sobre una silla había una caja y Vlad tenía un aerosol en la mano.

Lo miré extrañada y él se anticipó a responder

– Tal vez esta sea la cosa más cliché que haremos hasta ahora.

– No entiendo… ¿Qué es esto?

Vlad apagó la luz y unos láser de color verdes aparecieron después de rociar el spray.

– Quiero que pases y me traigas lo que hay en la caja.

Miré los rayos y Vlad me lanzó el aerosol. Entonces me deslicé por entre los rayos con cuidado, me movía lento y con sigilo hasta que llegué a la caja de cartón y saqué de ahí una caja de porcelana, volví con mucho cuidado y le entregué la caja a Vlad.

– Nada mal, pero un láser te rozó el codo, de ser uno real estarías ensangrentada y no hubieras podido regresar.

Me sentí como una tonta, por lo que volví a intentarlo con aún más sigilo que antes, esta vez lo hice bien.

– ¿Qué hay en la caja? – Quise saber

Vlad se aproximó a mí y me entregó la caja de porcelana negra y unas flores pintadas en rojo y dorado, era una caja de música por lo que le dí cuerda al mecanismo. Era la Pavana 50 de Fauré, era una melodía hermosa y melancólica.

– Te la has ganado – Dijo Vlad con una sonrisa.

– ¿En serio… es mía? – Exclamé un poco turbada.

– Así es. Es un obsequio por todo lo que has conseguido en estos 3 meses de entrenamiento y además… No sé, quería que la tuvieras.

– Gracias, Vlad – Le respondí con alegría.

– Bien… damos por finalizado el entrenamiento, necesito que descanses y estés concentrada en la competencia.

Me quedé mirando por la ventana el ocaso y como las luces de la ciudad comenzaban a colorear el río con un brillo plateado, pensar en que esto es una especie de filtro me hace apreciar las cosas simples. Confío en que saldré de esto y en mis habilidades pero tampoco debo ser soberbia y cerrarme por completo a la posibilidad de… no salir con vida.

Observé la caja de música que me regaló Vlad y en la parte de abajo decía “Eliza” me llamó la atención pero quizás la consiguió en una tienda de antigüedades…


 Capítulo.-10 Post tenebras lux

Había llegado el día, hice precalentamiento en la tarde y Vlad me dijo que a las 8:30 debía estar abajo. Me puse ropa cómoda para poder correr de ser necesario.

Él había bajado antes para una reunión con la organización, entonces nos veríamos en la entrada. Había oscurecido y la noche estaba nublada, el cielo tenía un tono gris púrpura y el viento helaba las mejillas.

– Aquí estoy – Le dije a Vlad llegando a su lado.

– Este es un escape room, que pondrá a prueba todo lo que has aprendido hasta ahora, debes estar atenta. No es un escape room común y corriente.

– Eso me pone un poco nerviosa, quizás que clase de cosas pasen allí.

– Debes mantenerte en calma, no dejes que las circunstancias te venzan. Eres valiente Helena, eso lo admiro.

– Gracias, Vlad – Le respondí subiendonos al furgón en el cual iríamos al sitio de la prueba.

Nos llevaron a una zona industrial, había un edificio de unos 6 pisos aparentemente abandonado, no habían luces y solo se veía como una columna negra, estaba cercado y por fuera habían árboles muertos de aspecto tétrico y más allá la línea del tren.

Todos nos agrupamos frente al edificio y de allí salieron hombres vestidos de negro y Daniella Buonarotti.

Los hombres llevaban linternas y alumbraron a Daniella que iba impecablemente vestida con un abrigo color crema, unos pantalones de tela y unas botas también claras, su cabello iba en un rodete pulcro.

– Exaels, son 39 los que aún están en carrera y debo felicitarlos por ello. El certamen del día de hoy es un escape room, hay 6 niveles en este edificio, del cual deberán salir por la azotea donde estarán miembros de la corporación esperándolos. Den un paso al frente Helena Goethe, Elliott Percy y Lucine Malakian.

Nos acercamos a donde estaba Daniella Buonarotti.

– Ustedes han sido los 3 primeros lugares en la última competencia por lo cual tienen la opción de elegir uno de los objetos al interior de estos baúles – Dijo indicando tres cajas negras que sostenían miembros de la corporación – Helena, tú eres el puntaje más alto por lo que tienes derecho a elegir uno y además si no estás conforme con lo que te tocó puedes escoger el de Lucine o de Elliott.

Se escuchó un murmullo general y me acerqué, escogí la caja del medio y tenía una linterna, luego Elliott sacó una llave y Lucine un botiquín. Si bien la linterna es útil, decidí cambiarla por la llave de Elliott.

De reojo pude ver la cara lívida de Lilibeth y Vlad me guiñó el ojo.

– Muy bien, entonces Helena tiene la llave maestra, Elliott la linterna con un Taser incorporado y Lucine un botiquín básico con antiséptico, gasas y una pequeña tijera. Yekun tienen un minuto para recibir las últimas instrucciones de sus Grigoris y entrar.

Me acerqué a Vlad y me entregó una cadena que tenía para que pusiera la llave – Helena, tienes una muy buena táctica, recuerda tener los sentidos agudizados y se consciente de tu entorno para aprovechar todas las oportunidades que tengas.

– Si…

Vlad me tocó la mejilla y me dijo – Recuerda, eres excepcional Helena, mantente luminosa siempre, regresa a mi ¿De acuerdo?

– Está bien – Sonreí de soslayo y me dirigí a la entrada, voltee para ver a Vlad y tenía la mano en los bolsillos y me sonrió también. Como deseandome suerte.

Entramos en orden, no se veía mucho la verdad, en realidad no era un gran problema para mí, solía jugar a esto desde pequeña, me mimetizaba con la oscuridad para acostumbrar mis ojos a la falta de luz. Eso hice y pude ver a los pocos segundos una escalera que bajaba y pasillos que se bifurcaban, veía a otros chicos corriendo a tientas, no veía a Elliott ni el brillo de la linterna.

Avancé por un pasillo y allí habían cuchillas que ondulaban en el techo, por lo que me agaché para avanzar, en un punto estas cuchillas se acababan y llegabas a una puerta, la cual abrí con la llave. Procedí a cerrar esta puerta y avancé sigilosamente, habían fierros viejos apilados en una esquina, unas cajas de madera y en la pared había un panel eléctrico con llave, me acerqué al panel y abrí. De ahí salió una moneda de plata con una pirámide en medio.

La tomé y la puse en el bolsillo de mi chaqueta de cuero, avancé por esta habitación y en la pared vi un tubo de bomberos, me trepé y llegué a un espacio abierto donde se sentía un ruido parecido a un trueno… Eran un grupo de chicos corriendo hacia donde estaba, de atrás se veía una bola de fuego que avanzaba y arrasaba todo a su paso, me puse a correr, escuchando los gritos a mis espaldas.

De pronto vi que este camino principal se dividía y habían dos caminos, decidí ir a la esquina próxima que era a mi izquierda, me quedé en silencio contra el concreto rígido de la pared oculta por un pilar. Vi a muchos seguir en camino recto y al cabo de unos minutos alguien gritó ¡No tiene salida!

Y comenzaron a correr de vuelta mientras, se oían los gritos agónicos de los que eran alcanzados por la bola de fuego. Yo seguía en silencio oculta tras la pared, horrorizada por la manera en la que estaban muriendo y con las manos comencé a tantear y de pronto sentí un trozo de pared con textura distinta al concreto, lo golpeé suavemente y este se movió, lo pateé y me metí allí lo que daba acceso a una especie de calabozo donde habían tres puertas, intenté buscar algo con algún candado o con alguna cerradura. Pero no había nada, solo piedras, palos y las puertas. Tomé un palo similar a un bate y me acerqué a las puertas… estaba a merced de mi instinto, puse mi oreja contra la primera puerta y pude oír voces y gritos, supuse que era una puerta que daba al pasillo por donde venía, me acerqué a la del medio, no se oía nada pero se sentía viento frío colarse por las rendijas y la del final se oía un goteo de agua.

Me acerqué a la última puerta y busqué la cerradura, puse la llave y se abrió al instante, se veía un túnel con goteras, entré y cerré la puerta tras de mí, se veía una luz verdosa, caminé con cuidado por el túnel hasta la orilla de un desnivel que parecía un tanque, se activó un sensor de movimiento cerrando una reja de metal detrás de mí por lo que salté al tanque, de las goteras del túnel comenzó a caer abundante agua, no se veía ninguna escalera ni ninguna cuerda para subir, por lo que asumí que debía esperar a que esté tanque se llenara.

Para mi sorpresa esto sucedió más pronto de lo que esperé, aún sostenía el palo sin saber bien para qué utilizarlo. El agua me llegaba hasta la cintura y pronto debería nadar hacia arriba, al cabo de una media hora aproximadamente ya estaba sumergida y no había manera de salir del bendito tanque.

Pensé en las palabras de Vlad por lo que mantuve la calma y seguí buceando hacia arriba, tal vez la escotilla estaba abierta. No solté el palo por si lo llegaba a necesitar y así fue. La escotilla estaba soldada y no se veía aparentemente ningún daño al rededor de ella, más en el cristal de la derecha habían trizaduras por lo que empleé toda mi fuerza para romperlo, a los tres intentos pude romperlo y me asomé para tomar aire, volví a sumergirme para romper más y así poder sacar el resto del cuerpo.

Salí bufando y resoplando, enseguida me incorporé. Había una puerta metálica con una escotilla y una cerradura, el agua comenzaba a llegarme a los tobillos pero vi una tubería que se la llevaba hacia afuera, usé la llave una vez más y salí por un túnel de descontaminación, abrí la puerta y accedí a un pasillo como el de un hotel con un sinfín de puertas.

Era la tercera planta, me acerqué a la puerta más cercana y ésta se desvaneció frente a mis ojos, maldije y seguí con la otra puerta pero esta era de papel y se cayó en cuanto la toqué.

Todas las puertas desaparecían, se caían o no tenían cerradura. Hasta una puerta que abrí al fin pero esta estaba emparedada, ya no tenía el palo para romperla por lo que busqué en el pasillo apenas iluminado, no había nada útil, pensé “Soy un jodido Nephilim” y tomé impulso y le di mi mejor patada, botando los ladrillos, seguí rompiendo y entré pero caí en un ataúd que se cerró en cuanto caí.

Comencé a sentir calor en mi cuerpo y sentir que el aire comenzaba a faltarme, el ataúd estaba descendiendo y sentía las paladas de tierra, estaba muy asustada.

Toqué alrededor de las paredes de seda y solo había trozos de ladrillo y más oscuridad.

Tomé aire y me concentré nuevamente en mi respiración, tenía agarrado un pedazo de ladrillo y decidí comenzar a romper el ataúd, sentí la madera astillarse y seguí con más fuerza. Le tengo terror a ser enterrada viva y supongo que esta era la mejor forma de afrontar mi fobia.

Rompí el ataúd y me abrí camino entre la tierra cavando con mis manos y de repente estaba en una habitación completamente blanca y vacía, la tierra había desaparecido de todos lados inclusive de mis uñas y de pronto se acercó por una puerta un hombre alto, de cabello negro y barba perfilada, debía estar en sus treintas y se acercaba sin caminar.

– ¿Helena? – Dijo el hombre con voz grave y una sonrisa en el rostro.

– ¿Padre? Pero si tú… estás muerto ¿Acaso yo morí también? – Le respondí un tanto asombrada.

– Claro que no Helena, ¡Mírate! Eres todo lo que siempre esperé que fueras.

– ¿Cómo es que estás acá? – Dije sonriendo pero aún incrédula.

– Estoy acá por ti, ¡Tienes que hacer esto por mi!

– Padre… ¿Hacerlo por ti o por consecuencia tuya? – Le reproché con un poco de rabia acumulada.

– Tú eres mi legado, mi Nephilim.

– ¿Por qué no Charlotte? – Quise saber al fin.

– Porque ella es como tu madre, nosotros estamos destinados a la gloria, somos una estirpe superior, ¡Helena nosotros podemos dominar el mundo!

Me acerqué, él me extendió los brazos para abrazarme y le di un puñetazo en toda la nariz

– ¡Logan Goethe jamás hubiera dicho una cosa como esa! – Grité y de pronto todo se desvaneció y era un espacio vacío con una puerta sin manija pero con una ranura en medio, recordé la moneda y la puse allí.

Sonaron una serie de mecanismos y engranajes y se abrió la puerta. Salió de ella una escalera por la cual subí corriendo pues a medida que avanzaba esta se elevaba por el peso.

Dí un brinco y llegué a un pasillo que daba a unas habitaciones contiguas que a medida que avanzaba parecían no tener fin. Vi a Amadora quien corría aterrada en mi dirección.

– Apresse-se, o chão está caindo. Temos que chegar às escadas! – Me dijo en portugués.

– ¿Qué, no te entiendo? – Le respondí hasta que noté que debíamos correr de ahí.

Corríamos por el pasillo hacia donde había una escala de metal y de pronto sentí un horrible grito, miré hacia atrás y el piso comenzó a desmoronarse en dirección a donde estaba. Corrí tanto como pude y salté a la escala quedando afirmada del barandal mientras el piso caía y dejaba ver un vacío negro.

Mi cuerpo temblaba, sentí pena por Amadora, era una chica agradable e incluso en el último momento intentó ayudarme… Decidí subir hasta el último nivel lo más rápido posible, era un espacio con una oscuridad tal que ni cerrando los ojos unos instantes pude ver. Se sentía un frío que calaba los huesos además mi ropa seguía mojada y no había ningún sonido, podía oír mi corazón latiendo en esa vacuidad.

Creí que había muerto pero pellizque mi brazo y sentí el dolor, pensé en que no saldría de ahí y no vería a Nate, a mi familia y amigos… a Vlad.

Pensé en la cara que pondría Vlad si no salía de ahí y no me lo permití, aunque fuera a tientas tendría que salir de ahí.

Recordé las palabras de Vlad, “mantente luminosa siempre” ¿A qué se refería con eso?

Me puse de pie, caminando a tientas con las manos por delante, daba pasos cortos, sin saber bien qué es lo que encontraría a medida que avanzaba en la oscuridad total. Mis ojos no se acomodaron a esa oscuridad y concentrarme para poder mimetizarse tampoco estaba siendo efectivo. De algún modo, era inclusive desesperante.

Sentía que no avanzaba nada en este inmenso vacío, incluso si cambiaba de dirección sentía que no me movía un ápice del suelo. Me quedé estática y sentía que me estaba moviendo de manera aleatoria por el espacio, como cuando te estás ahogando en el mar y no ves cómo salir del vaivén de las olas, estaba a ciegas moviendome en el vacío y sentía un frío espectral recorrer mi cuerpo.

Decidí correr en la dirección que fuera, estaba desesperada y tropecé. No había nada ni al frente ni a los costados, comencé a llorar… No me gusta la incertidumbre ni tampoco el no tener el control de la situación.

Al principio sollozaba en silencio… como acostumbro a llorar, pero me invadió un sentimiento de desolación tan grande que comencé a llorar a gritos, me sentía frustrada, perdida y sentí por momentos que jamás saldría de allí. Mis llantos resonaban en un eco, por lo que me detuve a seguir el sonido.

Avancé a gatas y de pronto me concentré en el espacio… pero nada, era una desolación tan grande que volví a llorar en el suelo con las rodillas contra el pecho. Y pensé en mi mamá, en Charlotte y en Astaroth, sentí un calor en mi corazón que me cobijó del frío.

Pensé también en Nienör, Carmilla y Edward, en nuestras tonterías y códigos, sonreí, tenía tantas ganas de oír las palabras de aliento de ellos… Pensé en Nathan, en la tocata que se acerca y en la salida pendiente al club “Raven”. El calor de mi corazón me envolvía como un abrazo de mis seres queridos y por último pensé en Vlad Bathory.

La forma extraña en la que siempre me saca una sonrisa, nuestro vals en el baile, la última mirada que me dió antes de entrar en este edificio… y sentí ese calor en mi pecho materializarse en una esfera brillante de una luz blanca iridiscente. Sonreí y la sostuve entre mis manos con delicadeza, parecía una estrella, levanté la vista y pude ver una habitación en ruinas y una salida de emergencias que daba a la azotea.

Caminé en calma y pensé en el consejo de Vlad y sonreí para mí, la respuesta siempre estuvo en mi interior, una vez llegué a la puerta de salida presioné la esfera contra mi pecho y sentí nuevamente ese calor junto a mí. Subí a la azotea, las luces del helicóptero eran fuertes en contraste a la oscuridad en la cuál estuve inmersa, me sentía un poco entumecida por el frío, los hombres de la organización constataron que no tuviera heridas, me pasaron una manta y me ayudaron a subir al helicóptero, me hablaban pero oía sus voces como amortiguadas.

Cuando aterrizamos en el helipuerto, estaba Daniella Buonarotti que me sonrió cálidamente, los demás Grigoris estaban esperando detrás de una valla. Anotaron mi nombre en una nómina y miré a Fernando, el Grigori de Amadora sentado en la gradería, mi estómago se hizo un nudo y me mordí el labio.

Vlad se acercó a la valla y lo dejaron pasar, me abrazó con fuerza y yo respondí ese abrazo como si nos fusionáramos sin decir una sola palabra. Al cabo de unos instantes agregó casi en un susurro.

– Sabía que lo lograrías.

Al llegar el último viaje del helicóptero, se dió por concluida la prueba a las 3:26 AM. Solamente volvimos 14 Yekun de 39.


Capítulo.- 11 Perspectiva

Vlad me tomó las manos en la azotea del hotel, las tenía entumecidas por el frío y sentía mi ropa aún mojada.

– Vamos pronto, te tienes que cambiar esa ropa o te vas a enfermar y ahora no sería un buen momento.

Seguía en silencio, ya finalizada la prueba caí en cuenta de cuántas personas fallecieron, incluso Amadora, a quién le tenía simpatía.

En la ducha sentí mi cuerpo nuevamente, el agua caliente se llevaba el entumecimiento de los brazos y las piernas, cerraba los ojos y aún podía oír los gritos agónicos. Sentí el agua en la cara y me sentí viva, pensaba en como salí de ahí, cómo es que las pruebas se ponían cada vez más crudas.

Cuando me estaba secando me miré al espejo, mi cara era de cansancio y pensé en la luz que salió de mi pecho pensando en la gente que me importa. toqué el centro de mi pecho y todo estaba como siempre, no sabía que podía sacar una luz… Ahora solamente quería dormir.

Desperté a mediodía, Vlad estaba sentado en la silla de mi habitación y me dijo finalmente cuando me desperecé.

– Buenos días preciosa, espero que hayas descansado.

– Vlad… ¿Cuánto tiempo llevas ahí?

– No mucho a decir verdad… no quise despertarte, me imagino que fue brutal la prueba

– ¿Imaginas? Murieron muchas personas en ese edificio extraño…

– Sabes que es parte de esto…

– ¿Y por eso no deberían importar quienes murieron? ¡Amadora murió a mis espaldas, ayudándome!

– Lamento mucho eso, Helena.

Sentí el nudo en mi garganta y tomé aire para evitar que las lágrimas se asomaran a mis ojos.

– Fue todo tan caótico y extraño… Entré a una habitación en la que encontré una moneda de plata con la pirámide de Stygma, subí trepando por un tubo de bomberos y tuve que correr porque una bola de fuego venía arrasando con todos a su paso, me metí a una sala con puertas y después en un tanque…

– Por eso estabas empapada… – Añadió Vlad entendiendo más.

– Subí cuando el tanque se llenó y entré en un pasillo de hotel poco iluminado y las puertas eran falsas y la única que abrí me condujo a un ataúd cerrado, y luego vino lo más extraño de todo…

– ¿Qué cosa?

– Apareció una personificación de mi padre, y dijo cosas que definitivamente él no hubiera dicho… sobre la supremacía de especie y dominación mundial…

– Hay Elohim que piensan así y no son pocos.

– ¿Y qué opinas tú? – Quise saber sin expectativas.

– Creo que cada quien es libre de pensar lo que quiera, pero es hipócrita que un Nephilim 50% humano crea que someter a los humanos es lo correcto. Sería condenar a tus seres queridos y renegar de lo que aunque a muchos no les gusta, son.

Me impresionó mucho el pensamiento de Vlad al respecto, sé que papá jamás habría dicho eso por el amor que nos tenía a mamá, Char y a mí.

– Tienes un punto. – Sonreí.

– ¿Y qué pasó después? – Quiso saber Vlad intrigado.

– Le di un golpe a ese falso Logan y desapareció, apareció una puerta con ranura, puse la moneda y subí por una escalera que se elevaba con mi peso… era larga y llegué a un cuarto con habitaciones contiguas que parecían no terminar nunca, de repente vi a Amadora corriendo y me dijo algo en su idioma, no le entendí al inicio pero corrí hasta una escala de metal… – Sentí el nudo en mi garganta – Escuché el grito más desgarrador de mi vida, miré atrás y el piso se estaba desmoronando… – Sentí las lágrimas tibias bajando por mis mejillas, Vlad se acercó y se sentó en los pies de mi cama, me ofreció un pañuelo desechable, me sequé las lágrimas y lo miré para continuar – Subí tan rápido como pude y estaba inmersa en una oscuridad total, no se oía nada tampoco… Fue muy angustiante. Avancé, me caí, lloré de frustración y de pronto pensé en… mis seres queridos y una luz iridiscente salió de mi interior como una estrella y lo iluminó todo… Era cálida y fuerte, gracias a ella pude salir – Lo miré a los ojos y sonreí tímidamente.

– ¿Ves?

– Debía mantenerme luminosa como lo sugeriste.

– ¡Eres tremenda, Helena! – Sonrió Vlad – ¿Cómo te sentiste cuando salió esa luz?

– Me sentí segura, sentí que podía salir de esta y volver… como me lo pediste.

– Y te lo agradezco mucho – Susurró Vlad tomando mi mano.

– ¿Y qué es esa luz? – Quise saber – ¿Una especie de superpoder o algo así?

– Es la manifestación de tu amor, de la esperanza de volver a ver a tus seres amados… – Me miró acercándose lentamente.

– Yo…

Y sonó mi teléfono, rápidamente lo tomé y era un mensaje de texto de Carmilla, avisando que el Viernes irían al club, que ojalá pudiera acompañarlos. Suspiré y levanté la vista pero Vlad ya no estaba ahí. Si bien las llamadas no se podían realizar, los mensajes llegaban con horas de desfase.

El Jueves sería la final y el viernes la despedida… y volveríamos por fin a Stygmata City, extrañaba a mis amigos y a mi familia. Han pasado solamente dos semanas pero todo ha sido tan intenso que parece que fuera un mes… Me da un poco de pena por los Yekun que nunca volverán pero debo ser fría y práctica. Al parecer en la última prueba se llevará a cabo la “Purga” que decía la rúbrica.

Somos 14 ¿Se esperaba que fuéramos esa cantidad de participantes aún? ¿Qué será esa purga? ¿A qué nos enfrentamos?

Volví a mirar el mensaje de Carmilla ¿Que estará pasando en Stygmata?

Edward estaba en la biblioteca buscando información de cuatro libros para la tarea de historia y Nathan estaba leyendo y tocando batería imaginaria con lápices como baquetas. Estaban juntos en este trabajo y de pronto llegó un mensaje para Nate.

– ¿Es Helena? – Preguntó Edward con cierto entusiasmo.

– Em… no, es de Vampiria – Le respondió un tanto nervioso.

– Dale saludos de mi parte.

Nathan miró el mensaje y sonrió, levantó la mirada y vió a la chica asomada por una estantería. Se excusó con Edward y fue al pasillo en silencio.

– Debemos ser más discretos… – Susurró Nate.

Ella solo sonrió, se mordió el labio y le tomó la mano. Se fueron corriendo entre los pasillos hasta el fondo de la biblioteca, donde estaban unas cajas y el armario del conserje, en aquel punto ciego ella lo miró y finalmente le dijo.

– Te extrañaba – Y lo besó.

– Y yo a ti… pero no podemos hacer esto así Marie… podrían descubrirnos, Edward es el mejor amigo de Lena.

– Lena… – bufó – Ojos que no ven, corazón que no siente… ¿Quién te asegura que ella no esté haciendo lo mismo?

– Helena no es así…

– ¿En serio? Muriel me comentó que la vio con Vlad un día… no sabía que eran amigos – Le respondió con cierta insidia.

– ¿Cuál Vlad? – Quiso saber un tanto sulfurado.

– Bathory, es el hermano de Marduk… estaban en Mephisto en el cumpleaños de Eddie

 Hizo memoria y recordó fugazmente haberlo visto en la barra conversando con Helena… No podía ser, además Helena estaba en Bélgica visitando a su abuela Grace. Ella no es así…

 Pero él sí. Realmente las cosas con Marie empezaron como un inocente coqueteo bailando ese día y luego con mensajes por Messenger. Coincidían en clase de gimnasia y en Historia. Un día en la disquería se encontraron en los discos de Umbra et Imago y le sonrió. Quedó prendado de la belleza de Vampiria y no pudo quitársela de la cabeza, como una pegadiza canción o un nombre que intentas recordar.

 El primer encuentro fue en la biblioteca pública de Stygmata, él había usado la sala de ensayo con su banda y ella estaba devolviendo unos libros, charlaron animadamente y cuando se despidieron se besaron. Ese día supo que estaba condenado.

– Espero que te des cuenta algún día Nathan de que ella no es para ti, yo quiero amarte bien – Dijo Vampiria con la mirada baja, lo cual sacó a Nate de su ensimismamiento.

– No es tan fácil Marie, Helena es mi primer amor, llevamos 3 años juntos, no es llegar y dejarlo todo.

– Te amo Nate ¿Entiendes eso? – Lo miró con los ojos cubiertos de lágrimas.

– Yo también te amo, pero también a Helena. Debes entenderme… Quiero estar contigo pero no sé cómo acabar con ella… – suspiró.

– Debes decirle Nate.

Nathan bajó la mirada, sintiendo el peso de la decisión que debía tomar. Se pasó una mano por el cabello, inquieto.

– Lo sé, Marie, pero no quiero herirla. No se lo merece. Ha sido tan buena conmigo… – Dijo con la voz temblorosa.

Marie dio un paso adelante y le tomó las manos, sus ojos brillaban con una mezcla de amor y desesperación.

– Nate, no puedes seguir viviendo una mentira. Si realmente la amas, dale la oportunidad de encontrar a alguien que la ame solo a ella. Y tú, date la oportunidad de ser feliz conmigo.

Nathan respiró hondo, sintiendo el nudo en su pecho apretarse aún más.

– Tienes razón – admitió finalmente – No es justo para nadie. Hablaré con Helena. Le diré la verdad.

Marie lo abrazó con fuerza, como si temiera que se desvaneciera en cualquier momento.

– Gracias, Nate. Te prometo que no te arrepentirás. Estaremos juntos, de la forma en que debe ser.

Nathan la besó suavemente, sellando una promesa silenciosa. Sabía que el camino que tenía por delante no sería fácil, pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que estaba tomando la decisión correcta.

De vuelta en Amberes…

Mis músculos estaban tensos, cada movimiento era una combinación precisa de fuerza y técnica en la sala de entrenamiento de Krav Magá. Vlad y yo nos enfrentábamos, ejecutando técnicas de defensa y contraataque con una fluidez casi coreográfica.

Podía sentir su mirada penetrante sobre mí mientras nos movíamos, un respeto mutuo mezclado con una tensión creciente que parecía alimentar cada uno de nuestros movimientos. Cada bloqueo, cada golpe, nos acercaba más, tanto física como emocionalmente.

En un breve respiro entre ejercicios, nuestros ojos se encontraron. La intensidad de su mirada casi me hizo retroceder, pero la conexión era innegable. Nos aproximamos lentamente, el espacio entre nosotros cargado con la electricidad de la cercanía.

Cuando sus brazos rodearon mi cuerpo en una llave, una oleada de emociones me invadió. Pero antes de que pudiera dejarme llevar por ellas, reaccioné instintivamente, separándome de él con rapidez. Me acobarde.

El miedo y la incertidumbre se apoderaron de mí, nublando mi mente y haciéndome retroceder unos pasos. No podía distraerme, no en un ambiente tan exigente como el torneo. Desvié la mirada, incapaz de soportar su intensidad.

– Lo siento, Vlad – murmuré, luchando por encontrar las palabras adecuadas mientras me esforzaba por mantener la compostura.

«No puedo… No puedo distraerme». Pensé.

La sorpresa en su rostro reflejaba la mía propia. Quería decir algo para restaurar la normalidad, para continuar con el entrenamiento como si nada hubiera sucedido, pero las palabras se atascaron en mi garganta.

El silencio que siguió fue ensordecedor, la distancia entre nosotros se amplificó tanto física como emocionalmente. Continuamos con el entrenamiento, pero el aire ya no estaba cargado de anticipación, sino de la frialdad de una conexión que había sido interrumpida.


Capítulo .- 12 El peso de la elección

Llegó un memo de la organización, diciendo que quienes necesitaran de asistencia psicológica podían presentarse en el lobby y agendar hora. Lo pensé unos instantes, pero desistí.

Me sentía rara, como que había un presentimiento que me tenía inquieta… No sabía bien que era, no era por Vlad. Las cosas estaban normales entre nosotros, decidí ignorar de momento la confusión de mi cabeza y enfocarme en la competencia, que se avecinaba al día siguiente.

Decidí salir a caminar y rumbo al lounge me encontré a la señorita Buonarotti, pese a que estaba con ropa informal se veía impecable de todas maneras, llevaba un suéter de cashmere color crema y cuello bote, una blusa blanca debajo con un broche de oro en el primer botón, pantalones de tweed a juego y unas botas altas de color camel. Su cabello estaba suelto pero perfectamente estilizado en ondas grandes que llegaban hasta la mitad de su espalda y su maquillaje siempre sobrio y elegante.

– Señorita Goethe, que gusto me da verla.

– Oh, Señorita Buonarotti ¿Qué tal está?

– Excelente, gracias por preguntar, hoy tenemos un clima increíble, ¿Te parece si te invito a un café?

– Claro – Respondí un poco turbada.

La acompañé al restaurante del hotel y nos sentamos en una terraza, donde el sol de finales de otoño apenas nos calentaba pero le daba a todo un brillo melancólico.

Daniella sacó un cigarrillo delgado y lo puso en una boquilla corta de hueso tallado y me ofreció uno, acepté cortésmente mientras el camarero nos encendía los cigarrillos.

– Tenía muchas ganas de hablarte Helena – Respondió exhalando.

– ¿En serio?

– Tuve el placer de conocer a Logan – Sonrió y me miró a los ojos – Quizás no lo recuerdes mucho, pues calculo que eras muy pequeña cuando lo perdimos.

– Tenía dos años y apenas recuerdo su voz – Respondí intentando no sonar grosera – Pero me han dicho que era un gran agente.

– Fue uno de los mejores Gadreel de la corporación a nivel mundial.

– Pero en Stygmata solamente fue un ex militar muerto de un ataque al corazón ¿Cree usted que es justo eso para tal Gadreel como me comenta?

Daniella solamente me miró de manera maternal, puso la misma cara que pone mi madre cuando le pregunto sobre qué hacía papá.

– Sabes que nuestra naturaleza es mejor mantenerla en discreción de los mortales… Pero supongo que sabes que Stygma Corp ha cubierto una indemnización por tu educación y la de tu hermana Charlotte, además de respetar la voluntad de tu padre al alistarse especialmente en nuestras filas al cumplir los 18, no antes como es común con los yekun.

Tragué saliva pero no dije nada, en mi obstinación pensé que mamá había tenido que batallar para darnos una educación de calidad a Charlotte y a mí.

– ¿Por qué a mí y no a mi hermana mayor? ¿Tiene la respuesta a eso Señorita Buonarotti? – Espeté con más severidad de la que me hubiera gustado.

– Porque ella es mortal, tú heredaste el gen Nephilim. Además de eso, estoy segura de que Logan quería que terminaras lo que él comenzó hace 16 años atrás.

– ¿A qué se refiere? – Quise saber. Y nos interrumpieron trayendo los cafés, Daniella sintió el aroma del café recién preparado y le dió un sorbito a su espresso nero, yo bebí mi capuccino caramelo y esperé a que me respondiera tras disfrutar su café.

– Imagino que tienes muchas dudas sobre Logan, y es lógico que quieras saber porqué te quería aquí y ahora, pero Helena, querida esas son cosas que solo sabrás una vez esto se termine – Sonrió.

Pensé en la competencia y claro, todo tenía sentido, no sacaba nada con decirme si tal vez mañana no regresaba… Eso me puso nerviosa y se me hizo un nudo en la boca del estómago. Daniella con calma me tomó la mano y me dijo casi en un susurro.

– No debes temer, eres la sangre del mejor Gadreel que he conocido y el fruto nunca cae muy lejos del árbol. Además de eso, tienes una gran ventaja en la competición y a modo de confidencia te diré que esto puede ayudarte mucho, se inteligente en tus elecciones, ¿capisce?

Sonreí tímidamente, dejando que mis labios se curvaran ladeadamente como respuesta.

De pronto el maitre del restaurante le habló a la Señorita Buonarotti de que la necesitaban.

– Querida, ha sido un placer disfrutar el café y una conversación, pero el deber me llama. Suerte, aunque estoy segura de que no te hará falta – Me confirió una sonrisa afable y me hizo un gesto de despedida con la mano.

Me quedé pensando en cómo sería la competencia. Ya no siento temor sino ansias, es como la sensación de querer que esto suceda pronto y como sea que acabe, haré lo posible por triunfar.

Miré hacia el bosque donde fuimos con Vlad el primer día y decidí dar una caminata por allí pero los agentes de la corporación me pidieron volver al hotel. Lo cual me daba otra pista importante, la “purga” sería en el bosque.

Le envié un mensaje de texto a Vlad para saber dónde estaba y me dijo que estaba en la azotea pero que nos veíamos en el lobby.

Cuando llegué corriendo allá lo ví, podía ver algo en su mirada, como una especie de revelación.

– Vlad, sé lo de la prueba – Le dije jadeando.

Él me miró sin decir nada y me tomó la mano. Tomamos un taxi y nos fuimos hasta una taberna pequeña.

Tenía mesas en el segundo piso y una zona de fumadores en el exterior. Nos sentamos y pedimos unas cervezas.

– No podemos estar en Bélgica y no beber una buena cerveza ¿No crees?

– Es verdad, pero quiero decirte algo importante Vlad.

– ¿Qué averiguaste? – Inquirió mientras encendía un cigarrillo.

– La prueba será en el bosque al que fuimos un día… lo que me hace pensar en lo que me dijo Daniella Buonarotti.

– ¿Hablaste con Daniella?

– Sí, cuando bajé a desayunar la encontré y me invitó un café… Hablamos sobre mi padre y me dió un pequeño consejo… Me alentó a dar lo mejor de mí, que mi padre era el mejor Gadreel y que tengo ventaja en la competencia… y que debía ser inteligente con mis decisiones.

Vlad arqueó las cejas sorprendido y me preguntó con genuino interés.

– ¿De qué crees que trata la prueba?

– Sabes bien lo que ví Vlad… decía “purga” al final de tu rúbrica, somos 14 así que me imagino que será una especie de torneo o algo por el estilo. ¿Tú lo sabes?

– Sí y no debería decirte nada – miró para todos lados – Pero lo haré de todas formas, pero hay detalles que aún no nos han informado, por eso me intriga el consejo que te dio Daniella. La prueba será una cacería en el bosque… y por cacería, me refiero a una entre los Yekun 14 que quedan.

Sentí un nudo en la garganta y se me apretó el estómago, sé que soy buena en lo que hago pero Elliott es despiadado. Escuché a dos chicos comentar que en la prueba pasada Elliott eliminó a todos los que estaban en el sótano, con el taser.

– ¿Por eso eres un sobreviviente según Lilibeth?

Vlad asintió con cierto pesar. Fuimos interrumpidos por la mesera que trajo nuestras cervezas. Le di un largo sorbo a una cerveza tan amarga como la realidad.

– El 2000, tuvimos una prueba subterránea en los túneles de la época comunista en Bucarest. En la oscuridad tuvimos que eliminar a los demás… solo yo sobreviví y me temo, querida, que debes hacer lo mismo.

Sentí mi sangre helada y como el aire me comenzaba a faltar. Respiré profundo y miré a Vlad. Ya no era miedo lo que tenía, era terror. Nunca he matado a nadie y no es algo que quiera tener en mi conciencia.

– No sé si sea capaz de exterminar a alguien…

– Helena, eres tú o ellos… ¿Entiendes eso verdad?

– Pero… no quiero hacerlo, quiero…

– Helena, ¿Qué quieres? – Dijo con voz queda.

– Quiero volver a casa, quiero mi vida como era antes de… – Suspiré y miré a Vlad, podía ver un poco de dolor en su mirada y también de decepción –

Yo no quería seguir la voluntad de mi padre, sentí que era una obligación arbitraria… te conocí y me di cuenta de que me gusta ser Nephilim, soy buena entrenando. En estos meses he descubierto más sobre mi padre y he aprendido mucho de mi misma y mis capacidades… pero ya está…

– No puedes renunciar ahora, has logrado tanto… te has superado en todos los sentidos, vas a la cabeza en esta competencia. Si dejas todo tirado habrá consecuencias, para ti, tu familia y para mí también…

– ¿Qué quieres decir?

– Helena, no puedes darte por vencida ¿entiendes la implicancia en eso?

– No quiero tener que asesinar a alguien…

– No lo veas como algo que debes hacer por gusto, si no lo haces ellos lo harán contigo, sin remordimientos…

Vlad tenía razón, bebimos cerveza en silencio y encendí uno de los cigarrillos que dejó Vlad en la mesa.

– Piensa en supervivencia, no lo harías por gusto sino porque no tendrías escapatoria. Es matar o morir.

Evité mirarlo pero sabía que él me miraba fijamente, tenía miedo todavía pero ya era menos. Vlad me tomó la mano con firmeza.

– Helena, mírame.

– ¿Qué?

– Prométeme que no vas a renunciar, por favor.

– Si renuncio imagino que ganará Elliott y a ti te asignarían a otro Yekun…

– ¿De veras piensas que sería tan sencillo?

No supe qué decir, me imaginé que las cosas serían sencillas pero aparentemente no… Vlad acariciaba mi mano con el pulgar. Miré al cielo y parecía un cuadro impresionista, el cielo estaba teñido de anaranjado y azul, con nubes que se dibujaban en el firmamento.

– ¿Vas a entregarle el triunfo a Lilibeth en bandeja?

– Ni loca, no voy a desertar Vlad… es solo que tengo miedo, no quiero morir mañana.

– No morirás mañana Helena, debes confiar en ti y debes estar atenta. Recuerda las palabras de Daniella y si no quieres hacerlo por mí, hazlo por tu padre.

Lo último resonó en mi cabeza con un peso inefable, las lágrimas brotaron y se deslizaban por mis mejillas y Vlad me secó las lágrimas delicadamente.

Sin decir una sola palabra acercó su silla a la mía y me abrazó, besó mi frente delicadamente. No fui capaz de rechazar su avance pero asimismo entendí que no era con segundas intenciones.

– No estás sola en esto Helena, soy tu Grigori y mi deber es protegerte y guiarte.

– ¿No hubieras preferido que fuera de otra manera?

– Aunque no lo creas, estoy agradecido con la corporación… ellos me salvaron la vida de cierta forma…

– ¿Cómo?

– Hay destinos peores que la muerte – dió una calada a su cigarrillo – No me gusta mucho hablar de mi pasado, querida.

– Lo siento.

– No te preocupes, paguemos esto y nos vamos.

Ya de vuelta en el hotel, me senté en mi cama y pensé en lo que hablamos con Vlad, ya nos sentía esto como una obligación y Vlad tenía razón, si mi padre quería que estuviera acá era por algo.

Lilibeth no se va a salir con la suya, Vlad no va a irse solo a Stygmata y se que la señorita Buonarotti me hablará sobre mi papá cuando todo esto se acabe de una buena vez.

Le di cuerda a la cajita de música que me dió Vlad antes de que me venciera el sueño.


 Capítulo.- 13 Supervivencia en el bosque

El día había llegado, me levanté casi de un salto de la cama y abrí las cortinas. El cielo estaba nublado, de un gris oscuro amenazante.

Me puse ropa cómoda, no tenía apetito pero Vlad me dijo que debía comer algo. Mordisqueé una manzana solo para complacerlo y me tomé un café negro y sin endulzar. Había un aire de solemnidad en el ambiente, casi nadie hablaba y Vlad no fue la excepción.

Al finalizar el desayuno los agentes nos pidieron avanzar en orden hacia el bosque, miré de reojo a Vlad y este me sonrió. Me tomó por los hombros y me dijo finalmente con voz ronca.

– No olvides lo que conversamos ayer, ¿De acuerdo?

– Sí, Vlad, no pienso defraudarte.

Avanzamos en orden hasta donde estaba dispuesto un escenario, unos baúles negros, 3 agentes con trajes tácticos de color negro, y en contraste Daniella con unas botas de taco aguja color caramelo y un traje de dos piezas color beige. su cabello iba en una coleta alta y perfectamente peinada.

– Yekun y Grigoris, este es el último certamen del centésimo cuadragésimo noveno campamento Exael. Son 14 representantes los que aún están en competencia por el título de campeón o campeona del campamento. Lo cuál les da automáticamente la distinción de Exael de la corporación y un premio de 1,500,000 Euros. – Los murmullos no se hicieron esperar por lo que Daniella hizo un gesto y todos se callaron al instante, ella se aclaró la garganta y prosiguió – Ha sido una competencia intensa y el nivel de participantes este año es excelente. Esta competencia se llama “Supervivencia en el bosque” en la cuál ustedes deberán cazar en 24 horas la mayor cantidad de objetivos, y los objetivos son ustedes. Habrá sorpresas en el bosque por lo que deben estar atentos. Cada uno de ustedes portará un brazalete que mide su frecuencia cardiaca y serán monitoreados por satélites de la corporación que nos mostrarán en tiempo real lo que está sucediendo. Por favor acérquense Helena Goethe, Elliott Percy y Lucine Malakian. Quienes van a la cabeza del ranking en este campamento.

Subimos al escenario, Elliott estaba serio e imperturbable y Lucine estaba notoriamente nerviosa, por mi parte estaba en calma y decidí acogerme a las palabras de la señorita Buonarotti el día anterior.

– Ustedes son quienes van liderando la competencia, Helena, al tener el puntaje más alto, sumando en la competencia un total de 3450 puntos, tomando en cuenta los 2000 de la prueba del escape room, 1150 de la prueba de nado y 300 de la prueba de arquería. Tiene la posibilidad de escoger las dos armas que usará en esta prueba – Señaló a los cofres, los cuáles abrieron y en ellos había un rifle de asalto AR -15 y una Glock 19, en el otro una escopeta Mossberg 500 y un cuchillo de caza y en el último había un rifle de francotirador Remington 700 y una pistola SIG sauer P226.

Me quedé mirando los cofres unos instantes, esto era lo que la señorita Buonarotti me aconsejó. Cada elección definía la estrategia que podría llevarme al éxito o al fracaso en esta última prueba. Recordé sus palabras “se inteligente en tus elecciones”, la decisión no era fácil. El rifle de asalto AR-15 y la Glock 19 ofrecían una combinación de potencia y versatilidad. El AR-15 era ideal para enfrentamientos de corto a mediano alcance, y la Glock 19, compacta y confiable, serviría en situaciones donde la rapidez y la maniobrabilidad eran esenciales.

El segundo cofre, con la escopeta Mossberg 500 y el cuchillo de caza, se adaptan mejor a encuentros cercanos. La escopeta tenía un poder de parada formidable, y el cuchillo, aunque simple, era una herramienta vital para la supervivencia en el bosque, útil tanto en combate como en tareas cotidianas.

El tercer cofre, con el rifle de francotirador Remington 700 y la pistola SIG Sauer P226, ofrecía precisión y alcance. El Remington 700 era una excelente opción para eliminar objetivos desde largas distancias, mientras que la SIG Sauer P226, con su alta capacidad de munición y precisión, complementaba el arsenal para enfrentamientos a corta distancia.

Pensé mis opciones rápidamente. Sabía que la competencia sería feroz y que necesitaría una combinación de alcance y versatilidad. Mi experiencia en la prueba de arquería y mi precisión me inclinaban hacia el Remington 700, pero la importancia de ser adaptable y estar preparada para cualquier situación me hacía dudar.

Finalmente, tomé una decisión. Me acerqué al cofre con el rifle de asalto AR-15 y la Glock 19. La versatilidad y el equilibrio entre alcance y poder de fuego me parecían la mejor opción para las condiciones impredecibles del bosque.

Daniella asintió con aprobación y una sonrisa en los labios, mientras me apartaba con las armas elegidas. Elliott y Lucine hicieron sus selecciones a continuación, cada uno con una estrategia clara reflejada en sus rostros. Elliott optó por la escopeta y el cuchillo, mostrando su preferencia por la confrontación directa, mientras que Lucine eligió el rifle de francotirador y la pistola, confiando en su capacidad de eliminar amenazas desde lejos. El resto podía escoger solamente un arma entre, armas de fuego, armas blancas y arcos o ballestas.

Una vez que todos estuvimos equipados, Daniella se dirigió nuevamente a la audiencia.

– Ahora, con sus armas seleccionadas, les damos la bienvenida al desafío final. Recuerden, solo uno saldrá victorioso. Buena suerte a todos.

Nos adentramos en el bosque solamente con nuestras armas, corrían por bosque como si se tratase de animales salvajes, no pasó mucho tiempo para oír los primeros disparos y los gritos de auxilio.

Me escondí detrás de un árbol y escuché unos gritos de desesperación y un disparo certero. Un chico yacía ahí muerto y le robaron la daga que tenía en la mano.

Guardé silencio mientras temblaba de miedo, esto había empezado y definitivamente no iba a ser mi final. Tenía la pistola bajo mi chaqueta y llevaba el rifle en mis manos, avancé entre los árboles y pude ver que algunos se agrupaban en cuadrillas de dos o tres personas, buscando presas.

Escuché unos llantos entre unos matorrales, era una chica que estaba tumbada boca arriba con una herida en el abdomen.

Lloraba como una criatura y la sangre le brotaba por la boca a borbotones haciendo que se ahogara

– Por… favor… mátame… – Suplicó con un hilo de voz.

Las manos me temblaron unos instantes y al ver la mirada en sus ojos azules solamente apreté el gatillo.

El dispositivo que llevaba emitió un pitido y se apagó.

Me acerqué a ella y le cerré los ojos, aún húmedos por sus lágrimas… Avancé hasta unas rocas casi cerca de una pendiente y vi una caja de madera que tenía un candado grueso, lo rompí de un disparo y dentro había un kit de primeros auxilios, unas barras energéticas y una cangurera. La llené con los ítem y me la ceñí a la cintura.

Al darme la vuelta venía corriendo hecho un energúmeno un chico con un machete en las manos, dió un grito grave, me paralicé unos segundos y le disparé en la cabeza mientras gritaba de pavor.

Quedó en el piso y le quité ese machete, podía ser útil para cortar ramas y hacer fuego en la noche. Tomé aire hasta recobrar el aliento… moría por un cigarrillo pero no estaba permitido.

El cielo estaba cubierto y oscuro, amenazaba con una inminente tormenta, el viento calaba los huesos, el susurro del viento entre los árboles propiciaba una atmósfera de caza, calculaba que eran como las 5 de la tarde. Desde este punto del bosque no se veía el hotel ni ninguna luz de civilización. Como en una media hora la oscuridad iba a hacer esto aún más difícil. No éramos tantos pero según dispuso la organización teníamos hasta las 9 am del día siguiente para sobrevivir.

Tal vez podríamos torcerle la mano al destino y ser más de uno los que podamos ganar este año. Estoy segura que más de alguno piensa como yo.

Miré al cielo, escuché ulular unos búhos y comenzó a llover, era una lluvia fría y con viento, me cobijé entre las raíces de un roble viejo y escuché unos pasos.

Se trataba de Marco y Giorgos conversando de cómo se deshicieron cada uno de dos Yekun. Lo que me hace pensar que tal vez quedamos unos seis aún en competencia.

Quizás alardean, quizás no… en tanto vi pasar un zorro de pelaje anaranjado como el follaje y sonreí para mí, esperé a que se alejaran más y salí de ahí, caminé unos 200 metros hacia el noroeste y vi una caseta de madera algo destartalada, me acerqué corriendo para poder escapar de la lluvia.

Estaba vacía, había cajas, una red y en el techo unos ganchos donde imagino que los cazadores desollaban a sus presas. Saqué unas barras energéticas de la cangurera y me las comí, tenía mucha hambre la verdad, iba con el desayuno solamente y ya era casi hora de cenar.

Las devoré en segundos y me dispuse a revisar las cajas, estaban vacías.

“Encontrar este refugio era suficiente”, pensé

De pronto en la oscuridad escuché unos pasos, la lluvia seguía cayendo con fuerza y sentía que alguien se iba acercando poco a poco al refugio, esta vez dejé el rifle contra la pared y saqué la Glock 19 y apunté a la puerta.

Entró una chica, tenía una herida en el brazo, un morral y una pistola en la mano. Su cabello mojado no dejaba ver con claridad quién era, su cabello era oscuro y tenía una nariz aguileña.

– Quédate donde estás – Le dije apuntándole en la cabeza.

– Soy… Lucine – tartamudeó – No quiero hacerte daño Helena, solamente quiero secarme un poco.

Aún con cierta desconfianza, retrocedí hasta donde dejé apoyado el rifle y como vi que ella no me apuntó de vuelta, lentamente bajé el arma.

– Tenía mucho miedo de quién podía estar acá… he visto… – Dijo aliviada y con la voz entrecortada – Se han convertido en unas bestias.

– De eso se trata la prueba Lucine…

Negó con la cabeza y dejó el morral en el piso. Vi lo profundo de su herida pero no le dije nada.

– No habían pasado ni diez minutos desde que entramos en el bosque y vi como Elliott disparaba a diestra y siniestra, matando a fauna silvestre y a la chica de Serbia de un tiro en medio del pecho, corrí entre los árboles y me escondí. Entonces los malditos de Italia y Grecia me encontraron y me golpearon… me quitaron la Remington 700 – Sollozó y luego se tocó el brazo herido – Me quedé en el piso y fingí estar muerta pero solamente me hicieron esto, otros cortes menores y además los golpes…

Ahora que la veía mejor tenía el pómulo hinchado y el labio roto. Me acerqué a ella y le dije con un poco de vergüenza.

– Tengo cosas para curar esas heridas

– Te lo agradecería mucho, Helena – Me respondió con una sonrisa.

Le dije que se acercara y nos sentamos sobre las cajas, le eché agua oxigenada en la herida del brazo, borboteó y Lucine aguantó el dolor como una campeona, le puse la venda en el brazo y luego le curé las heridas del labio y unos rasguños en la mejilla.

– Tengo que confesarte algo Helena – Dijo Lucine ya más tranquila – Al principio pensé que eras como Elliott, muchos aseguraban que ahogaste a Vinka en la prueba de nado… pero me di cuenta que eres cool. – Sonrió con dificultad.

– Gracias Lucine

– Dime Lucy, así me dicen mis amigos

– Lucy – Sonreí de vuelta.

Pensé en proponerle una alianza para poder ganar las dos este torneo, pero las palabras se quedaron atoradas en mi garganta. De pronto la lluvia paró y se escucharon pasos en el fango, eran muchos pasos, gruñidos como de lobos hambrientos, con Lucy guardamos silencio y cargamos las armas. Guardé la Glock y tomé el rifle, lentamente le quité el seguro y me puse al costado de la ventana de la caseta, el cielo estaba despejado y la luna iluminaba todo… Había alrededor de unos 10 entes acercándose lentamente a la caseta…personas…eran cuerpos en descomposición, de piel blanquecina… ¡Eran putos zombies!

– Lucy… son… zombies… – Susurré sin hacer movimientos bruscos. Estaba temblando de frío y de miedo, sentía mi corazón a mil por hora, la adrenalina corría por mi cuerpo y estaba preparada para lo que fuera.

Los zombies rodeaban la caseta y se acercaban lentos, lo cual nos dio tiempo de posicionarnos junto a las ventanas para ver qué pasaba hasta que entre los tablones una mano tomó a Lucine por el brazo herido, soltando el arma, gritando de dolor y de miedo. Maldije para mí y los zombies no tardaron en romper las tablas de la pared y destrozar la ventana, disparé botando a los que se iban metiendo en la cabaña, Lucine gritaba mientras era arrastrada por los zombies, seguía disparando para no morir y escuché un chillido estremecedor y el masticar grotesco de los zombies. Estaba aterrada pero la adrenalina me hacía estar en pie. Golpeaba y disparaba a los zombies que estaban frente a mi, le di una patada a uno que se me hizo conocido… se parecía a Oleg… el yekun de Rusia que desapareció en la primera prueba. “No puede ser”, pensé.

Se precipitó para golpearme pero le disparé en el ojo y le volé la cabeza. Su sangre estaba por todos lados y me salpicó un poco en la cara. Me limpié por asco y miedo de algún virus raro como en Resident Evil.

Seguí disparando como si no hubiera un mañana y salí de la cabaña, de pronto chillando y gruñendo corrió hacia mí una zombie que era Amadora… me impresionó y por un segundo sentí culpa, porque murió por mi causa pero estaba ya muerta así que le di un disparo en el pecho.

Corrí de ahí tan rápido como pude dando tumbos bajo la luz de la luna, el cielo estaba despejado pero aún había nubes que pasaban y lo cubrían todo.

Esos zombies eran nuestros compañeros muertos en las pruebas anteriores y ahora Lucine fue presa de estas cosas… Me metí entre unas rocas, donde me mantuve oculta tal vez media hora o un par de horas, todo era confuso. Se oían gritos, disparos, gruñidos y gente corriendo por todos lados.

La luna quedó cubierta por una nube y no se veía nada, solo la luz parpadeante del dispositivo que mide nuestro pulso. Me concentré como en la prueba anterior y otra vez tuve este orbe de luz frente a mí, de pronto los gruñidos cesaron Y cerca de unos 5 zombies corrieron hasta la piedra donde estaba, arañaban y extendían sus manos para atraparme, puse mi mano en el revólver y le volé los dedos a los zombies más próximos. El orbe desapareció y disparé en la rodilla a uno que quedó en el suelo, salí de ahí con el rifle en la mano y la pistola en la otra y disparé mientras gritaba, liberando todo mi miedo.

Cuando el último cayó, guardé el revólver en mi chaqueta, el machete que había cogido antes estaba en la caseta. Me lamenté por eso porque podía ser útil ahora. Tenía magulladuras por todo el cuerpo y unos cortes menores pero no había tiempo para quejarme.

Seguí vagando por el bosque, no se veía nada por la oscuridad y definitivamente intentar iluminar con mi luz interior no era una alternativa… entonces me concentré y cerré los ojos, me puse contra un árbol y me mimeticé con las sombras. Elliott pasó junto a mí, su rostro estaba imperturbable, tenía su escopeta en la mano y en la espalda la Remington que era de Lucine. Él miró para todos lados pero yo seguía camuflada, no le tenía miedo a Elliott, sabía que debíamos enfrentarnos tarde o temprano, solo que aún no era el momento.

El cielo se volvió a despejar y me puse a caminar entre los árboles siguiendo a Elliott, no estaba segura de cuantos quedamos o de cuantos zombies habían aún vagando por el bosque. La luna había bajado considerablemente y el cielo se estaba tiñendo de un lila grisáceo, se escuchaba a las aves comenzando a trinar, sentía el cuerpo entumecido por el frío. Pensaba en mi cama en casa, con Astaroth en los pies, mis almohadas, mis cobijas. Me reconfortaba un poco pensar en mi cama, imaginarme entre las sábanas hecha un ovillo. Pero no podía refugiarme en la fantasía, debía estar en mis seis sentidos en esta situación.

Mantuve una distancia considerable de Elliott y me quedé entre los árboles, ya no se oían disparos ni gritos, sólo el silencio de la incertidumbre. La bruma comenzaba a bajar entre los árboles, no quería perder a Elliott de vista… y de pronto entre los matorrales escuché ruidos, me quedé en silencio y apunté con la pistola. Mi respiración estaba estable, casi no sentía el brazo por el frío pero estaba preparada para todo.

Un jabalí gruñó mientras llevaba un brazo en el hocico. Fue espeluznante pero lo dejé pasar, no quise arriesgarme a que me atacase o algo por el estilo. Aparentemente no habían zombies y deduje que quienes fueron atacados por ellos no se convirtieron sino que murieron. Me senté en una roca plana y reconocí el lugar, estaba donde hace ayeres atrás vine con Vlad, sonreí para mi.

revisé las municiones en mis armas, a la Glock le quedaban aún 3 balas pero el rifle solo tenía una… Esa bala tenía un nombre, Elliott Percy.

Revisé cuántas cosas quedaban en la cangurera, el botiquín quedó en la caseta pero tampoco tenía muchas cosas y me quedaba una barra, me la comí con avidez, tenía hambre y mi cuerpo estaba entumecido por el frío y los moretones.

Escuché una ráfaga de balas, y supuse que era Elliott, me acerqué lentamente y me quedé a unos 100 metros de distancia escondida entre los helechos. Él tenía la cara llena de sangre, no llevaba gafas y arrojó la escopeta al piso. Aún tenía la Remington en la espalda, me imagino que debe tener municiones todavía. No iba a acercarme porque eso significaba una muerte segura.

De pronto en una explanada, con bruma aún a ras de suelo, corrieron unos 10 zombies hacia donde estábamos, yo estaba a poca distancia pero los zombies también me veían como una presa por lo que simplemente usé la bala que me quedaba en el rifle para reventar a uno. Elliott miró hacia atrás con una sonrisa maliciosa pero siguió matando zombies hasta que no le quedaron municiones. Usé la pistola con uno que venía a campo traviesa y luego de golpear a otro con una piedra reventandole el cráneo miré y ya no quedaban más zombies, solo eramos Elliott y yo, el momento había llegado.

Elliott corrió hacia donde estaba yo, pero fui más rápida y corrí en dirección al río, el campo era amplio por lo que aún me faltaba un buen trecho para llegar, sentía los músculos acalambrados de las piernas pero no podía flaquear. Elliott me tackleó y se abalanzó sobre mí, comencé a darle golpes en las zonas blandas para que me liberara, le golpeé la nariz y se la rompí, pero eso no lo detuvo. Me comenzó a ahorcar con fuerza, yo luchaba para liberarme de sus manos y comencé a ver puntos negros. Eso no era bueno, tomé una piedra y le pegué en la cabeza. Me solté por lo que me incorporé para tomar aire y toser. Me puse de pie dispuesta a irme pero Elliott me enterró su cuchillo de caza en el muslo izquierdo lo que me hizo gritar de dolor y me lo saqué tomando aire.

– No quedarás con vida perra estúpida – Bramó Elliott lanzándome una patada en el pecho.

Me quitó el aire pero no caí, no iba a ser el día en el que me devolvieran a Stygma en una bolsa. Estaba determinada y Elliott también. Me lanzó un puñetazo que pude esquivar y le hice un corte en la mejilla, luego me tomó por el cabello y me dió un puñetazo en la boca del estómago.

Estábamos exhaustos y se notaba en la velocidad de los golpes, Elliott no me soltaba del cabello y me seguía dando puñetazos, yo le clavé el cuchillo en el brazo y este me soltó, le di un cabezazo en la quijada y me alejé para huir de ahí. La intención de Elliott era clara por lo que tuve que desechar la idea de que saliéramos ambos vivos, que era mi remota esperanza.

“Esto es matar o morir” me dijo Vlad y efectivamente, era la situación a la que me enfrentaba. Elliott corrió tras de mí dando tumbos con el cuchillo en la mano y gritando de manera bestial. Yo aún tenía mi revólver guardado en la chaqueta, pensé en darle un disparo a Elliott pero este se acercó de nuevo y me rasgó la chaqueta en el brazo haciéndome un corte poco profundo.

– Debo ganar esto, ¿Entendiste? – Bramó con la voz ronca.

– Ni en tus sueños – Respondí escupiendo sangre.

Le propiné unas cuantas patadas y él las respondía con golpes de puño, y con llaves, las cuales cada vez se me hacían más difícil de salir, quedamos en el suelo, miré a mi alrededor buscando alguna roca pero no había nada, él me puso el cuchillo en el cuello y yo lo miré. Su mirada estaba perdida, como si no quedara ni un solo atisbo de humanidad en él. Puse mi mano en mi chaqueta y finalmente tomé mi arma, no podía moverme por el peso de Elliott y dijo con sorna.

– Eres solamente la hija de un Nephilim famoso, solo eres la sombra… Al final irás a acompañar a tu papito en el averno – El cuchillo rozaba mi cuello cortando suavemente la piel lo cual sentía como un ardor.

Sentí el peso de las palabras de Elliott como una cortada, pero no voy a permitir que nadie hable de mi padre y menos Elliott.

Saqué la mano de mi chaqueta y le disparé en el mentón. Quedé cubierta de su sangre y de pronto la presión del cuchillo se liberó de mi cuello.

Temblaba de miedo y adrenalina. El cadáver de Elliott estaba sobre mí por lo que lo empujé y me puse de pie. Sentía el dolor de los cortes y los golpes y grité. Partí de vuelta a la entrada del bosque cojeando por la herida del muslo que quemaba.

Al acercarme a donde estaba la corporación, agentes se acercaron a mí para brindarme primeros auxilios, busqué a Vlad pero este no estaba por ninguna parte. Los médicos curaron las heridas, me dieron puntadas en el muslo, y tenía principios de hipotermia.

Ya en la camilla me suministraron un analgésico por vía intravenosa y me quedé dormida.


Capítulo .-14 Tot ziens Antwerpen 

Cuando abrí los ojos estaban Daniella frente a mí, el presidente de la corporación y el médico. Me incorporé lentamente, aun sentía un poco de dolor en el cuerpo pues el efecto de los analgésicos había pasado.

– Felicidades señorita Goethe, ha sido la vencedora del campamento – Dijo Marcel Lauridsen, el presidente de Stygma mientras me daba la mano

Respondí un poco turbada con un “Gracias” y el doctor les dijo a ambos.

– Afortunadamente los cortes y contusiones no fueron graves, por lo que, esta tarde podría asistir a la premiación sin ningún inconveniente. Las ventajas de la gente como ustedes – Le dijo a la señorita Buonarotti bromeando.

– ¿Cómo te sientes Helena? – Me preguntó por fin Daniella.

– Con hambre, ¿Dónde está Vlad? – Quise saber al no verlo por ninguna parte.

Pude ver cierta incomodidad en el rostro de Daniella y ésta de manera gentil me acarició el rostro y solicitó que nos dejaran solas

– Vamos a tu habitación para que puedas darte un baño y comer tranquilamente. Y te cuento que pasó mientras estabas en la prueba.

Se sentía casi surrealista la sensación de silencio en el hotel, el sol brillaba blanquecino y parecía que todo sucedía en cámara lenta.

– ¿Quieres bajar a comer o prefieres que te lleven comida a tu habitación? – Preguntó de manera calmada

Me sentía desorientada, quería ver a Vlad. No sabía si estaría en su habitación o en otra parte pero no respondí a lo que me preguntó.

Llegamos a mi habitación y la señorita Buonarotti dijo

– Te está esperando un reconfortante baño caliente. relájate, come y a las seis de la tarde será la ceremonia.

– De acuerdo. ¿Me dirá que pasó con Vlad?

– Él está bien, querida ahora preocúpate por tí. Te dejé una pomada de árnica para los moretones – Sonrió y se despidió con un beso en cada mejilla.

Entré y sentí el peso de mi cuerpo nuevamente. mis puños estaban magullados y una mezcla de confusión y ansiedad me invadía. El baño caliente fue como un bálsamo para mis músculos adoloridos, y poco a poco comencé a sentirme más relajada. Mientras el agua me envolvía, no podía dejar de pensar en Vlad. ¿Dónde estaba?, ¿Qué le había pasado?

Después del baño, me puse una bata y me dirigí a la pequeña mesa donde ya me esperaba una bandeja con comida. El aroma del plato me hizo caer en cuenta de cuánta hambre tenía. Me senté y empecé a comer, tratando de concentrarme en cada bocado para calmar mi mente.

A las seis menos cuarto, ya me sentía mucho mejor. Me vestí con el vestido que había dejado Daniella sobre la cama y me miré en el espejo. Los moretones aún eran visibles, pero la pomada de árnica había ayudado a reducir la hinchazón. El vestido era simplemente precioso, elegante y vanguardista. Era un vestido de Roberto Cavalli de terciopelo verde petróleo con pedrería en la espalda y cuello alto. Me maquillé sobriamente para cubrir los moretones del rostro y la marca del cuello que dejó el cuchillo de Elliott.

La ceremonia de premiación se llevaría a cabo en el salón principal del hotel. El lugar estaba decorado de manera elegante, con luces suaves y música de fondo que llenaba el aire con una atmósfera festiva.

Cuando entré al salón, sentí todas las miradas sobre mí. Marcel Lauridsen, el presidente de Stygma, me vio y se acercó con una sonrisa.

– ¡Helena! – exclamó, extendiendo su mano. – Me alegra verte en pie. Eres una verdadera guerrera.

Le devolví la sonrisa y estreché su mano. A pesar de la pomposidad del evento, mi mente seguía buscando a Vlad entre la multitud. Finalmente, lo vi. Estaba de pie al fondo del salón, observándome con una expresión que no pude descifrar a la distancia.

Me disculpé con el señor Lauridsen y me dirigí hacia Vlad. Al acercarme, noté que también tenía algunos moretones y cortes, pero estaba de pie y parecía estar bien.

– Vlad, ¿qué pasó? – le pregunté, sin poder contener mi preocupación.

Él sonrió, una sonrisa cansada pero sincera.

– Estoy bien, Helena. Fue una prueba dura, pero lo lograste… sabía que no me ibas a defraudar.

Sentí una oleada de alivio y sin pensarlo dos veces, lo abracé. Vlad me devolvió el abrazo con fuerza, y por un momento, todo el dolor y la incertidumbre se desvanecieron.

La voz de Lauridsen resonó en el salón, invitándome a subir al escenario, Daniella estaba a su lado con un impecable vestido color crema con detalles dorados.

Miré al resto de los asistentes y caí en cuenta de que eran los Grigoris de todos los demás Yekun que no lo lograron. No era un ambiente festivo sino muy por el contrario, era un ambiente de tenso resentimiento. Yo no había matado a todos ellos, pero había sido la única en volver.

Las palabras de la organización sonaban como un eco amortiguado en mi cabeza, no podía sentirme alegre y menos victoriosa, frente a tantos rostros de dolor. Miré a Lilibeth en la última fila, traía un tocado con un velo y sus ojos enrojecidos.

Me pasaron el cheque gigante de 1,500,000 Euros y escuché los aplausos huecos en esos rostros cargados de resentimiento. Me vinieron flashes de los zombies de los yekun que ya habían muerto… de la chica de España… de Lucine… Se me hizo un nudo en la garganta y sentí que el aire comenzaba a faltarme. Miré a Vlad en la primera fila, que tenía un semblante sombrío y sentí la necesidad de dirigirme a todos los presentes.

– Estimados Grigoris y organización. Quisiera decir unas palabras, sin afán de vanagloriarme ni mucho menos – Daniella me acercó un micrófono para continuar con mi discurso – Cada una de las personas que pasaron por este campamento tuvo algo que enseñarme para llegar aquí. Fueron valientes y se enfrentaron a todos los retos que se nos fueron presentando aun sabiendo cual sería el destino… Quiero hacer particular hincapié en Amadora Ribeiro de Portugal, quién valientemente me ayudó a salir del escape room. A pesar de las barreras idiomáticas logramos entendernos en una etapa difícil de la prueba – Tomé aire para no ponerme a llorar pese a que la voz se me quebró un poco – Por otra parte, Lucine Malakian de Armenia. Era genial, demostró tener un corazón noble incluso en las circunstancias más horribles como un apocalípsis zombie. Ella fue mucho más valiente que muchas personas allá afuera. Y por último… Elliott Percy de Reino Unido… fue un rival sin duda hasta el final y este “Triunfo” por decirlo de alguna manera es por ellos…

El silencio en el salón fue general, pude ver lágrimas en los ojos de algunos y rabia en el rostro de otros, pero no era responsable por esas muertes ni de sus sentimientos.

Daniella y Marcel aplaudieron y el resto los siguió. Procedieron a entregarme el colgante de turmalina con la pirámide con el ojo de horus, que era el distintivo de los Exael de la corporación y finalmente pude bajarme del escenario y sentarme con Vlad. Quería que me diera un abrazo largo y romper a llorar como una criatura.

Su rostro estaba imperturbable y solamente tomó mi mano con fuerza. No dijo nada por el resto de la velada.

Finalizada la premiación muchos se dirigieron hacia la salida, para ellos no había nada que celebrar y si lo pienso en perspectiva, para mí tampoco. Vlad no soltó mi mano y cuando íbamos hacia la puerta nos encontramos a bocajarro con Lilibeth quién tenía el rostro pálido y sus ojos verdes enrojecidos.

– Felicitaciones my darling, ahora eres toda una Exael. Espero que seas igual de miserable que tu Grigori, pero descuida, esto es solo el comienzo – Y esbozó una sonrisa tan afilada como sus palabras.

Ni siquiera fui capaz de responderle y Vlad me dirigió hacia el elevador. Una vez en la habitación quise saber qué eran esos golpes en su cara, pero no quiso contestar, me pidió amablemente que empacara mis cosas y que por la mañana nos teníamos que ir a las 6 am.

Tal vez era lo mejor no insistir de momento, eran demasiadas las cosas que debía procesar y mi mente, a decir verdad estaba agotada.

La mañana siguiente, me levanté rápido para poder hablar con Vlad, pero su puerta tenía un pestillo… Fui a darme una ducha y alistarme para partir entonces.

En la ducha noté que casi no había moretones y el corte de la pierna estaba cicatrizado como una fina línea blanca. Creo que estas son las ventajas de ser Nephilim… sentía un cansancio tremendo, anoche dormí muy mal, reviviendo en mi mente el apocalipsis zombie y la pelea con Elliott en el bosque. En mis pesadillas no podía salvar a Lucine, ni a Amadora ni a Vinka.

Quizás eso iba a perseguirme por el resto de mi vida… Salí de la ducha y me miré al espejo, tenía ojeras y no tenía marcas en el cuello ni en el brazo. Era como magia, en el pasado no me habían herido de esta forma por lo que no pude comprobar si efectivamente siempre pasó esto.

Sentí ruido en la habitación de Vlad por lo que me vestí con rapidez. Quería interrogarlo antes de salir de acá, por qué no estaba cuando volví y dado que Daniella no me dijo tampoco que pasó mientras estaba en el bosque, era él quien me lo debía decir.

Abrí la puerta de su habitación y pude ver a Vlad sin polera de espalda. Tenía unas marcas recientes que le cruzaban la espalda y moretones de un morado verdoso.

– Vlad… ¿Qué fue lo que te pasó?

– Estas cosas – Respondió con una risa burlona – Digamos… que a algunas personas no les gustan las verdades incómodas

– ¿Qué verdades incómodas? ¿Fué Lilibeth la que te hizo esto?

– ¿Qué? no, Lilibeth estaba deleitándose de todo esto naturalmente, pero no tuvo que ver.

– ¿Quieres contármelo? ya sabes, como código de Yekun/Grigori…

– Exael… Ahora eres una Exael de la corporación

– Es igual, sigues siendo mi Grigori ¿No? – Lo miré a los ojos pero este bajó la mirada

– Cuando partiste al bosque a nosotros nos dejaron en el auditorio, donde teníamos en pantalla una transmisión satelital de lo que estaba sucediendo en tiempo real con una fotografía de cada uno de ustedes con una luz verde que pasaba a roja a medida que iban cayendo. Muchos de los Grigoris comentaban con socarronería y Vittorio de Italia comenzó a hacer apuestas. Claramente eso era algo inapropiado y varios se lo hicieron saber. En un punto hicieron entrar a los Grigoris de los yekun que habían perecido en las pruebas anteriores y esto se tornó aún más enfermizo. Honestamente no lo soporté y le grité a Daniella que esto se había convertido en una especie de espectáculo grotesco y que no estaba de acuerdo con ella. Los agentes de seguridad me sacaron de manera “Amigable” y me hicieron notar su aprecio con macanas eléctricas y fustas.

Miré a Vlad con incredulidad, sin saber si debía sentir rabia o tristeza por lo que había pasado. Las pruebas no solo nos habían empujado a nuestros límites, sino que también habían mostrado lo peor de aquellos que se suponía debían guiarnos.

– Vlad, lo siento mucho. No debiste pasar por eso – Dije, apretando su mano.

Él soltó un suspiro y se volvió para mirarme a los ojos.

– No te preocupes, Helena. Sabía en lo que me estaba metiendo cuando acepté ser tu Grigori. Lo importante es que estás viva y que lograste superar la prueba. Ahora debemos enfocarnos en lo que viene – respondió con determinación.

Me quedé en silencio por un momento, asimilando sus palabras. La verdad es que no sabía qué era lo que venía después. Ahora que era una Exael, mi vida iba a cambiar drásticamente, pero no tenía claro cómo.

– ¿Qué sucede ahora, Vlad? ¿Qué significa realmente ser una Exael? – pregunté, sintiendo una mezcla de curiosidad y miedo.

Él me miró con una expresión que mezclaba orgullo y preocupación.

– Ser una Exael significa que ahora eres parte de la élite de la corporación. Tendrás acceso a conocimientos y recursos que pocos pueden imaginar. Pero también significa que tendrás responsabilidades y enemigos. Muchos no estarán contentos con tu éxito, como ya has visto. Debes estar preparada para enfrentarte a nuevos desafíos – Explicó, apretando ligeramente mi mano para darme fuerzas.

Asentí, tratando de procesar todo lo que me había dicho. Sabía que no sería fácil, pero estaba decidida a enfrentar lo que viniera.

– Entonces, ¿cuál es nuestro próximo paso? – pregunté, decidida.

Vlad sonrió, satisfecho con mi respuesta.

– Primero, necesitamos descansar y recuperarnos. Luego, nos dirigiremos a la sede central de la corporación. Ahí recibirás tu horario de entrenamiento y conocerás a los otros Exael.

También tendrás la oportunidad de entender mejor el papel que jugarás en todo esto – respondió, levantándose para empezar a empacar el resto de sus cosas.

– Está bien Vlad, te espero abajo entonces.

En el primer piso pude ver que no quedaba mucha gente, tenía la esperanza de ver a Daniella Buonarotti para al menos, darle las gracias y decirle adiós.

No la encontré pero el concierge del hotel me comentó que la señorita Buonarotti me había dejado una carta. Tenía una pulcra caligrafía manuscrita en el sobre y decidí guardarla en mi morral.

Finalmente Vlad bajó, estaba taciturno y me sonrió ligeramente al verme en el lobby. Nos subimos en el auto y partimos al aeropuerto, miraba Amberes por última vez y pensaba en todo lo que quedaba allí.

Miré mi teléfono y tenía poca señal. No había mensajes ni llamadas perdidas. Sentía una especie de angustia en el pecho, era como una sensación de calor que me recorría la espalda, como cuando estás esperando que algo suceda y no pasa.

– ¿Estás bien? – Quiso saber Vlad al verme con cara de preocupación.

– No… es solamente que pienso en volver a casa

– Ya podrás liberarte de mí, tranquila preciosa.

– No se trata de eso Vlad… No sé, me siento extraña

– Es natural, por todo lo que has pasado estos días.

Sentía que era hablar con una pared, nadie entendía realmente como me estaba sintiendo y eso me exasperaba un poco.

Tomamos el jet de regreso, Vlad esta vez se sentó al lado mío, lo miré y le sonreí tímidamente. Este viaje me había ayudado a quitar mis prejuicios hacia Vlad, mostrando que es una persona realmente genial cuando se lo propone.

– ¿Estás bien? – Quise saber al verlo tan taciturno

— Sí Helena, no tienes que preocuparte más por mi, en serio.

– Está bien, solamente estaba preguntando porque me…

Y de pronto sonó mi teléfono, era un mensaje de Carmilla de hace días atrás de que irían al Raven. Sonreí para mí y Vlad me miró y dijo bajando la vista.

– Supongo que ahora irás al Raven con Nathan, el nuevo John Bonham.

– Así es, iré con mi novio.

– ¡Genial! – Respondió con ironía volviendo a su humor sombrío.

Me molestó mucho más la actitud que tomó, como un niño regañado por lo que lo confronté

– ¿Vas a decirme qué demonios te pasa? Tú no eres así, estos días demostraste ser una persona realmente genial y de repente te volviste distante y callado… recuerda, entre Grigori y Exael no hay secretos.

– Es todo esto Helena, me hizo revivir heridas que pensé ya habían sanado…

– ¿Te puedo decir algo?, hasta el final tuve la remota esperanza de que ganarnos Elliott y yo, cambiar las reglas del juego para demostrar que esta masacre era innecesaria.

– No todos piensan como tú y espero que hayas aprendido la lección. No puedes ser así de ingenua.

– No lo soy. Cuando vi que no quedaba nada de humanidad en Elliott, luché hasta el final. Pero eso tú no lo viste…

– No, estaba en una sala siendo agredido por defender lo que pienso… no quería que siguiera ese espectáculo dantesco con imbéciles riendo y Grigoris viendo cómo sus yekun volvían a ser eliminados tras volver como zombies. Para ellos esto es solo un experimento para ver cuál es el más fuerte de la camada… Si no le debiera tanto a Stygma Corp, probablemente no estaría acá

– ¿Ahora quién es el que quiere desertar? – Exclamé arqueando una ceja mientras tomaba mi morral – Nada de eso, vivimos algo horrible y eso nos hizo más fuertes – Y tomé un bolígrafo y le escribí en la mano derecha «Stand by me”, él me miró y yo sonreí. Cuando aterrizamos al fin añadió

– No quiero contar con nadie, preciosa y tú no quieres contar conmigo.

– ¿Por qué dices eso?

– Pues porque no necesito a nadie y jamás lo he hecho.

– Vale… Intento ser amable contigo, aun así no me agradas lo suficiente y vuelves a comportarte como un imbécil Vlad, vete al demonio.

Vlad no se molestó en responder, estaba ensimismado, jamás supe que pasaba por su cabeza en ese entonces…


Capítulo .-15 La cruda verdad

Llegando a casa dormí hasta las 5 de la tarde, previamente le dejé un chocolate a Charlotte y a mi madre una postal de Amberes, así no sería molestada. Sonó mi celular, era Carmilla que deseaba decirme muchas cosas.

– Amiga, te perdiste dos semanas maravillosas…

– Hola Carmilla… ¿Mucha acción?

– A decir verdad, si, ¿recuerdas a Samaël, el amigo de Edward?… Alto, rubio y apuesto.

– Mmm… recuerdo a uno alto, rubio pero apuesto… ¿Qué pasó con él?

– Estamos saliendo desde que fuimos al Raven – Respondió emocionada.

– Genial…

– Hasta Nienör fue a la inauguración.

– ¡Wow! eso es decir mucho – Respondí demostrando más interés.

– Tu novio también fue… – Añadió Carmilla cambiando el tono de voz.

– ¿Pasó algo?

– Creo que deberías hablar con Nate.

– Carmilla, sabes que detesto los chismes… pero de todos modos agradezco tu honestidad…

– Bueno…no te quito mas tiempo, descansa, nos vemos en la escuela.

– Adiós.

Me quedé tendida en mi cama, tal vez ese era el presentimiento que tenía, o tal vez solo se trataba de un chisme de Carmilla. Mañana en la escuela sabría qué ha pasado en Stygmata estos días.

Al día siguiente en la escuela de la nada apareció Edward detrás de mi casillero.

– Hola Lena… te perdiste de demasiadas cosas ¿sabes? – Saludó emocionado.

– ¡Uf!, ¿tan bien lo pasaron en el Raven?

– Si… estoy saliendo con Muriel… – Dijo con orgullo.

– ¿Pelirroja o morena? – Quise saber, no recordaba bien cuál es Muriel y cuál es Vampiria.

– La pelirroja… es interesante ¿sabes?

– Y Carmilla sale con el tal Samaël… – Dije mirándolo de reojo

Edward evitó mi mirada y con una mano en el bolsillo dijo – Em…si… todos nos reunimos en la disquería de mis padres, me parece que Vlad irá hoy… no sé dónde se había metido – Respondió cambiando rápidamente el tema.

– Ah… Vlad… – Dije con cierto hastío.

– ¿No te agrada?, es un sujeto genial.

– No lo conozco… No sabría decirte – mentí.

– Oye, hasta Nienör fue, solo bebió primaveras sin alcohol, pero es algo.

– Ya sabes cómo es Nienör – Reí más relajada.

– ¿Vas a literatura?

– Si ¿y tu Eddie? – Le sonreí mientras cerraba mi casillero.

– También, nos toca con Fitzgerald – Hizo una mueca de aburrimiento.

Y en ese momento apareció Nathan. Mi corazón se recogió y comenzó a latir muy a prisa, me besó fríamente en los labios y Edward interrumpió.

– Hola Nate, ¿literatura?

– Si… Hola Eddie.

– ¡Vayamos a clases! dije mirando a mi amigo.

Noté a Nate extraño… algo me estaba ocultando, pero no sería yo quien preguntara. Intentó besarme, pero no quise.

Y luego fuimos a la disquería de los padres de Edward. Tenía la leve esperanza de ver a Vlad, pero no estaba allí… estaba Edward besuqueandose con Muriel y casi al lado, Carmilla y Samaël besándose aún más groseramente … ¿Algún día se dirían ese par que se quieren?

También estaba Marduk hablando con otro tipo y Vampiria… Que agachó la mirada al vernos llegar.

– ¡Helena amiga, te extrañé! – Dijo Nienör abrazándome.

– Yo también.

– Hola Nini… – Dijo Nate saludándola con la mano.

Nienör no respondió, al cabo de un rato llegó la madre de Ed con sodas para todos y luego apareció Vlad. Apenas me miró (pero eso no debería importarme a decir verdad), saludó vagamente a todos

– Entonces, Helena… ¿Así que andabas en Bélgica? – Inquirió Muriel con tono mordaz.

– Así es… volví ayer.

– ¿Sabías que Vlad también andaba en Bélgica? Ni que hubieran andado juntos – Rió burlonamente, aunque nadie rió con ella.

Yo miré a Muriel… suponía el tono del comentario, pero no dije absolutamente nada.

– Y cuando tú estabas lejos, fuimos al Raven… – Siguió, deleitándose en cada palabra.

– Eso lo sé… ¿A dónde quieres llegar? – Respondí, notando la tensión acumulándose en el aire.

– ¡Vampiria, ven acá! – Gritó Muriel con suficiencia.

La muchacha se acercó lentamente, sus mejillas encendiéndose en un rojo intenso que contrastaba con su piel tan blanca. Sus labios estaban contraídos, como un botón de rosa a punto de estallar.

– Dile a nuestra amiga lo que hiciste con su novio… ¡Anda! – Insistió Muriel, disfrutando del momento.

– Nathan, ¿tienes algo que decirme? – Pregunté, manteniendo la mirada fija en él.

Él miró a Vampiria y luego me miró a mí, su silencio fue más fuerte que cualquier confesión.

– ¡Por Dios, esto es incómodo! – Chilló Muriel, poniendo los ojos en blanco. – Verás, en el Raven estábamos todos viendo a Umbra et Imago y Marduk nos dio una pastilla de éxtasis a cada uno y Vampiria le dio la mitad de la suya a tu novio Nate y…

– ¡Ya basta, Muriel! – Dijo finalmente la muchacha, con su voz temblando.

La atmósfera se volvió irrespirable, las palabras flotaban como cuchillos afilados en el aire.

– Ya me cansé de oír tanta mierda… – Dije, sintiendo una rabia creciente y salí de la tienda rumbo al parque de Saint Lenore, dejando atrás las miradas y las palabras envenenadas.

– ¡Helena espera! – Dijo Nathan siguiéndome.

– ¡Déjame en paz Nate! – Le grité apurando el paso.

– No Helena, por favor escúchame…

Y me detuve. Tenía rabia, ni siquiera pena. Sentía como se me hacía un nudo en la boca del estómago y mi sangre comenzaba a calentarme la piel.

– Habla… – Le dije cruzándome de brazos.

– Bueno, Muriel tiene razón… sí compartí la pastilla con Marie y nos besamos…

– ¡Marie! así que ahora es Marie…

– Así se llama – Se encogió de hombros.

– ¡Nathan, me das asco!, sólo espero a que no te la hayas cogido…

Y bajó la mirada. Sentí como una flecha atravesaba mi pecho, un vacío como caer en hielo o una bofetada con fuerza, dejándome sin aire.

– ¡Pero te amo a ti, Helena, te amo! – Dijo con desesperación.

– ¡Debiste pensar en eso antes de acostarte con ella… eres repugnante!

– ¡Helena! – Suplicó Nate tomándome fuertemente por el brazo.

– ¡Nathan suéltame, me estás lastimando! – Le dije mientras forcejeábamos.

– ¡Déjala en paz! – Dijo un tercero.

Era Vlad, estaba sujetando a Nathan por el hombro para que me dejara en paz.

–¡Tú no te metas amigo! – Gritó de manera agresiva.

– No soy tu amigo, mocoso. Deja a Helena en paz, esto es humillante para ella – Le dijo con voz grave.

Y Nate me soltó, con los ojos enrojecidos.

– ¿Entonces si estuviste con este? – Bramó enajenado.

– No seas ridículo por favor – Le dije bajando la voz.

– ¡Eres una puta! – Gritó Nate dándome una bofetada y Vlad lo golpeó con un puñetazo de vuelta de lleno en la quijada.

Entonces se pusieron a pelear, yo quedé inmóvil por un segundo y les grité finalmente – ¡Ya es suficiente para ambos!

Nate se limpió la sangre del rostro, y Vlad encendió un cigarrillo.

– Pelea bastante duro por alguien a quien apenas conoce… O es un «caballero» o realmente eres la puta más grande de Stygmata, Helena Goethe – Dijo Nathan escupiendo sangre al piso.

– ¡No te atrevas a tratarme así, si fuiste tú el que se acostó con otra! – Sentencié mirando su desagradable rostro.

– No tengo nada más que hablar contigo… – Dijo Nate yéndose a paso raudo.

– ¿Estás bien? – Me preguntó Vlad soltando una bocanada de humo azulino.

– Sí, de veras no te debiste meter… no necesitaba tu ayuda.

– Ese imbécil te faltó el respeto, a mí no me lo parecía… – Dijo mirándome a los ojos.

– Gracias Vlad, pero no debiste…

– Bueno preciosa – Dijo dando la vuelta.

– ¡Vlad espera!

– ¿Sí?

– Te lo agradezco, de verdad… pero no lo hagas de nuevo, Sé cómo defenderme sola, ya deberías saberlo.

–Así es, sabes hacerlo – Se encogió de hombros.

Me quedé mirando sus ojos lupinos a través del humo azul y ondulante.

– Ya que no me necesitas, me voy – Dijo Vlad dando la media vuelta.

Yo me quedé sola en el parque y reí para mí, agaché la cabeza y quise llorar de ira, sentía como la realidad caía sobre mis hombros. Lo peor ya había pasado, Nate, Nathan Kardec me engañó y nadie me lo dijo… quizás esperaron a que él se hiciera cargo, pero Muriel disparó primero. Volví a la disquería pues allí estaba mi moto y vi los ánimos trémulos, Muriel lloraba desconsoladamente en el hombro de Edward, Vampiria no me miraba y Nienör fue la única con valor de hablar.

– Helena cuánto lo siento… – Se acercó acariciando mi espalda.

– No Nienör, está bien – Le respondí alejándome.

– ¿Quieres hablar?

– No, quiero irme a casa…– Sentencié saliendo de la disquería sin despedirme de nadie.

Ya en casa tuve un sentimiento dual, por un lado aborrecía a Nathan por ser tan cerdo y mandar a la basura tres años de noviazgo y por otro lado Vlad Bathory, me dice que no cuente con él pero ahí está, defendiendo mi honra con Nate.

– Hermanita, te llaman por teléfono – Dijo Charlotte con voz cantarina abriendo la puerta.

– ¿Quién demonios es? – Respondí con hastío mientras bajaba mi música.

– Nathaniel…

– Nathan Kardec, querrás decir – La corregí con sarcasmo.

– ¡Coge el teléfono entonces! – Gritó.

– No quiero hablar con él – Dije cortante.

– ¿Por qué no? – Dijo abriendo los ojos como platos.

– ¡Eso no te incumbe, dile que se vaya al carajo!

– ¿Has… terminado con Nathan Kardec? – Dijo de manera dramática.

– Sí, dile que se vaya a la mierda. Gracias – Le dije a Char antes de dar un portazo de mi habitación.

Y no quise hablarle ni por teléfono, messenger, texto o lo que fuera que intentara. ¡Desaparezco dos semanas y me es infiel con la primera fulana que le pone por delante!… Estaba tan herida que deseaba con todo mi ser que ojalá le pasara algo malo.


Capítulo .-16 Vendetta

Esa noche seguí a Nate a la distancia, en un callejón le pregunté con sarcasmo para abordarlo.

– Nate, ¿tienes un minuto para conversar sobre nuestro señor Euronymous? – Y me acerqué con una leve sonrisa hacia un lado y mirada como la de un maníaco.

Al verme Nate sacó un cuchillo para defenderse, ya que sabe que en ese rincón oscuro nadie puede tener buenas intenciones. Y probablemente se cagó en sus calzoncillos.

– ¿Qué quieres malnacido? – Respondió abanicando el cuchillo con el cuál confiaba podía defenderse.

– ¿Con esa mano abofeteaste a Helena? – Pregunté mientras me acercaba cada vez más.

Con un movimiento rápido le quité el cuchillo a Nathan y le torcí el brazo de modo que este quedara con el codo extendido hacia arriba.

Él estaba inmóvil. Antes de poder decir algo, me miró hacia atrás para ver mi mirada cambiar a una más siniestra mientras levantaba el cuchillo.

Temiendo por su vida, antes de poder reaccionar, di un fuerte tirón de su brazo y la helada hoja de su cuchillo se hundió entre los huesos de su codo. Gritó fuertemente, en un alarido acompañado de llanto, pero este cesó ante la sorpresa de que esto aun no terminaba.

Enseguida moví la hoja dentro de su codo rasgando la carne, retorciendo y raspando sus huesos, tendones y nervios. Su dolor era intenso y no podía reaccionar siquiera. Yo lo estaba disfrutando a decir verdad.

Cuando Nate recobró el sentido del tiempo, yo seguía jugando al cirujano y la sangre goteaba al suelo intermitentemente, Nathan aterrado intentó zafarse dando un tirón del brazo, pero sin éxito.

– Mala idea, hijo de puta – Susurré.

Enseguida quebré su brazo al patear el encaje de su codo en sentido contrario, Nate emitió un grito de dolor genuino, que se oyó más allá del callejón hasta la calle Karloff, pero nadie se acercó y lógicamente evitarían acercarse allí, era un barrio peligroso. Procedí a tomarlo del pescuezo, girarlo y arrojarlo contra el pavimento, escuché como su cabeza rebotó e instantáneamente apagué sus gritos con la suela de mi bota en su cuello. Nate en el suelo me miró como un cordero degollado, tal vez esperando que tuviera compasión, pero al verme, perdió su atisbo de esperanza… mi mirada era furibunda y una brillante sonrisa de satisfacción como un cuchillo afilado era lo único que podía ver… Allí le hice sentir terror auténtico y puro.

– Tranquilo “amigo”, no morirás hoy… ¡pero lo desearás! – Le dije con voz grave.

Le tomé la mano y doblé su dedo índice hacia atrás hasta fracturarlo, intentó gritar, pero mi bota solo dejaba pasar el aire suficiente a su garganta para que no se desmayara.

– Vas a dejar a Helena en paz, no la cuestionarás, no la mirarás a la cara, ni le hablarás de nuevo ¡En la vida! ¿me escuchaste? – Dije al ritmo que fracturaba esta vez el dedo medio del mismo modo.

Nate asintió con la cabeza al tiempo que intentaba ahogar un grito de dolor y desesperación, ahora era su dedo anular el que se quebraba como los demás, al borde del desmayo le dije con voz casi gutural.

– Si cualquiera te pregunta… ¡quién sea! solo dirás que te emborrachaste y tuviste un accidente al cruzar la calle – Y le quité la bota del cuello y lo levanté del suelo.

– P…p…pero si yo… – Dijo Nathan con voz temblorosa y le puse una botella de vodka en la boca y le ordené que tragara. Luego lo rocié con alcohol en la ropa y lo arrastré, antes de que perdiera el conocimiento.

Lo había arrojado desde el callejón a la calle cuando un vehículo se aproximó, de tal manera que este le impactó directamente en el brazo que había destrozado, una camioneta pequeña de trabajo lo arrolló casi sin verlo, al detenerse e ir a ver qué demonios había sucedido, vio que el chico tenía su brazo y hombro con fracturas expuestas y sangraban demasiado, además de rasguños en su cara y labio.

Salí del callejón fingiendo asombro entre la multitud de curiosos que se acercó para ver el accidente.

– Estos muchachos beben como marineros y no tienen cuidado – Dijo el chofer del vehículo rascándose la cabeza.

– Voy a llamar al 112, para que venga una ambulancia – Dije rápidamente sacando mi móvil.

Al cabo de media hora llegó la ambulancia. Yo solamente le di mi versión de los hechos.

– Un idiota que iba caminando por la calle con una botella se tiró encima de los autos. Parecía como si quisiera acabar con su propia vida, una lástima.


  Capítulo.-17 A corazón abierto

 Los días pasaron y mi ánimo no estaba mejor, la situación de Nate y mis pesadillas con el torneo hacían mi existencia un infierno. Mi ahora ex, volvió a la escuela con el brazo derecho enyesado y en un cabestrillo y parches en el rostro. Nienör me dijo que los médicos advirtieron que la recuperación de su motricidad sería compleja, así que no podría seguir tocando batería… Todos hablaban de Nate, decían que intentó matarse en estado de ebriedad y al parecer encontró una cura para su depresión… con Vampiria.

A estas alturas todo me importaba un carajo, pero mejoré notablemente en mis clases de tiro. Vlad no me hablaba en las clases de Krav Magá y a decir verdad me inquietaba un poco. Buscaba algo de empatía en mi antipatía.

Un día ya estaba harta de todo, tras entrenar me fui a la colina de Saint Alain y me quedé viendo el cielo tiñéndose de rojo y violeta, esa grotesca pirámide negra tan imponente hacía contraste con la inmensidad del cielo.

Quería saltar al vacío, total nada importaba entonces, era solo abrir los brazos y dejarme caer más de 50 metros de altura y sentí el rugido de un motor, sonaba como motocicleta, pero no me importó, sentía la mortalidad rodeándome, el vacío en mi interior, mi sangre helándose de a poco… dí dos pasos y cerré los ojos… sentí una mano cálida posarse en mi hombro.

– Esa es una gran caída… ¿estás segura de que quieres que todo acabe así?

– Vlad… – Respondí con sorpresa pero la disimulé con hostilidad – No es asunto tuyo, ¿recuerdas? No debería contar contigo.

– Pero aquí estoy – Sonrió con ternura – Ahora si tu determinación a hacer esa estupidez es más grande, ¿no te importa si me quedo a mirar?

– No estoy buscando nada – gemí – Todo esto me está superando. Nathan, lo de Amberes… No hay noche en la que no reviva el horror de ese apocalípsis zombie y en cómo no pude hacer nada por Lucy.

– Creo que debes pedir ayuda, no debes cargar con eso tu sola… no es saludable.

Hubo un silencio entre nosotros y Vlad me abrazó con fuerza. Quedé apoyada en su regazo y rompí a llorar con fuerza, amortigüé mi llanto con su pecho, mojando de paso la camisa negra de Vlad. Me sentí avergonzada de mostrarme vulnerable frente a Vlad, creo que es la primera vez que alguien me ve de esta manera.

– Lo siento Vlad, en serio. Esto es una estupidez – Dije alejándome rápido y secando mis lágrimas

– ¿Qué? no, ¿cómo crees que sería una estupidez mostrar tu dolor? – Respondió – Además, jamás permitiría que algo te pasara…

– ¿Entonces ahora serás mi caballero andante? – Respondí con la voz crispada.

– No. Jamás de los jamases. Soy tu Grigori y creo que eso es más importante. Eso de caballeros andantes y cosas así es para buitres.

– No me gusta que me vean así de vulnerable…

– ¿Pero si querías que te vieran en un féretro?…

– ¿Cómo supiste que estaba acá?

– Digamos que fue intuición de Grigori, espero que la próxima vez que te sientas de esa manera, puedas pedir ayuda.

– Tú me dijiste que no contara contigo… Decídete, ¿sí o no?

Vlad se quedó callado y pude notar que se sintió un poco avergonzado, luego se quedó frente a mi con las manos en los bolsillos.

– Perdoname Helena, a veces me cuesta confiar… Hay muchas cosas que ni siquiera Marduk sabe y eso que vivimos juntos.

– Vaya, eso es algo nuevo.

– Es como mi hermano, es mi mejor amigo y mi Grigori. Espero que lo conozcas mejor algún día – Sonrió

– Eso espero…

– Helena, ¿Me prometes que pedirás ayuda? No quiero que hagas una estupidez, en serio.

– Lo prometo. Pero ahora tú debes prometerme algo Vlad.

– ¿Qué cosa?

– Ya no quiero fingir más que no nos conocemos, si vamos a ser amigos. Que sea de manera correcta.

Vlad sonrió y me dió un abrazo, besó mi frente. Asumí que era un sí.

– Será mejor que vayamos a casa, está oscureciendo y comienza a helar.

– Tienes razón Vlad.

Después de ese encuentro en la colina de Saint Alain, Vlad y yo regresamos al centro de Stygmata. El ambiente era frío, pero la conversación con Vlad había encendido una pequeña chispa de esperanza dentro de mí. Caminamos en silencio durante un rato, disfrutando de la compañía del otro sin necesidad de palabras.

Al llegar a la intersección donde nuestros caminos se separaban, Vlad se detuvo y me miró

– Helena, sé que las cosas han sido difíciles, pero quiero que sepas que no estás sola. Puedes contar conmigo.

Asentí, sintiéndome un poco más ligera. Nos despedimos y cada uno se dirigió a su hogar.

Esa noche, en lugar de ser atormentada por las habituales pesadillas, soñé con un campo abierto y soleado dónde Lucine me daba las gracias por ser su amiga. Desperté sintiéndome un poco más descansada de lo habitual. Decidí que era hora de tomar el consejo de Vlad y buscar ayuda.

A la mañana siguiente, me dirigí a la clínica de la corporación, donde conocí a una terapeuta llamada Suzane Hyde. Ella me recibió con una sonrisa cálida y me invitó a hablar abiertamente sobre mis sentimientos y las experiencias traumáticas que había vivido.

Con el tiempo, comencé a asistir a sesiones de terapia regularmente y a practicar las técnicas que Suzane me enseñó. Empecé a sentirme más en control de mis emociones y a encontrar maneras saludables de lidiar con el estrés. Aunque todavía tenía días difíciles, ya no me sentía completamente abrumada.

Mi relación con Vlad también mejoró. Nos volvimos más cercanos y comenzamos a entrenar juntos en Krav Magá como cuando iniciamos. Su presencia me daba seguridad y me recordaba que no estaba sola en esta lucha.

Nate, por su parte, seguía lidiando con sus propios demonios. Aunque nuestra relación no volvió a ser la misma, logré encontrar un espacio para el perdón y el entendimiento. Su recuperación fue lenta, pero con la ayuda de Vampiria, comenzó a reconstruir su vida.

El torneo y los eventos de Amberes seguían siendo sombras en mi mente, pero ya no eran monstruos que me paralizaban. Con el tiempo, aprendí a enfrentarlos y a seguir adelante. Mis estudios y entrenamientos continuaron, y encontré una nueva determinación en todo lo que hacía.

La vida seguía su curso, y aunque las cicatrices permanecían, también me recordaban mi fortaleza y capacidad para superar las adversidades. Con el apoyo de mis amigos y la ayuda profesional, comencé a construir un futuro donde el dolor del pasado no definiera mi existencia.


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