Rosas Amarillas

Hoy recordé lo mucho que he amado a un hombre porque floreció en mi jardín tres rosas amarillas.

La primera vez que obsequié este tipo de flores fue a un joven de cabello largo del que le sobresalía una gran rasta, su contextura era delgada y de su pequeño rostro se colgaba unos lentes grandes que que le hacían juego con su amplia sonrisa. Un artista con un aire diferente a lo que usualmente eran los hombres para una joven rural. 

Para poder expresarle mi admiración y sentimiento le compartía poemas. Varios poemas. La primera vez fue un escrito largo en papel enviado, como en los viejos tiempos, a través de una amiga que sabía guardar secretos. La segunda vez fue a través de WhatsApp, un mensaje directo como una oportunidad de manifestarme «de frente».

Así que conversamos, nos amamos y me habló de sus libertades, pero yo le quería mucho y quise tener un detalle especial con él. Una tarde le compre un ramo de rosas amarillas: escogí los botones más pequeños, las más bonitas, las más delicadas. Puse a prueba mi pena, mi vergüenza, mi timidez, el qué dirán y puse en juego todo lo que me incomodaba para que esas flores le pudieran llegar a su casa. Esas flores amarillas quedaron en manos de un amigo que vivía con él. 

Él me dijo que mi enamorado no estaba, que no llegaría pronto y que posiblemente no las llegaría a ver. Tomó en serio mi gesto y hasta me expresó que había procurado mantenerlas lo más cuidadas posible. Yo le indique «ponle agua, cuídalas y disfrútalas tu» 

Creo que el hombre que me gustaba no estuvo para verlas florecer. No estuvo presente como ya se lo había advertido a mi corazón. El ser enamorado es necio y como si no fuera claro el mensaje de la vida ¡le hice un ramo de flores de papel! corté, pegué tiras, doble y forme los pétalos, aseguré al tallo, cree el tallo… hasta que de una, en una, formé un manojo de rosas que se sostenían en un recipiente de vidrio rellena de alverjas. 

«Aún las conservo» fue lo último que me dijo.

Tres rosas amarillas florecen en mi jardín y me miran diciendo que ahora están para mí. 

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