Foto de arriba: «Conócete a tí mismo». Gnosis sauron.Tomado del frontispicio de un templo en Grecia. ¿que templo? Lo he olvidado. Iba ya bebido.
Abro la espita de la memoria de mi provecta edad. Ya no hay necesidad alguna de amueblar mi mente o mi espacio vivencial interno con falsos recuerdos, anclado como estoy en un asilo para ancianos. No me acuerdo cuando pusieron aceite tres en uno en mi silla de ruedas ni que comí ayer, pero sí que recuerdo perfectamente los olores de mi niñez, allá en las llanuras del Peloponeso. Recuerdo el aroma del pan recién hecho en la vieja Hacienda de mi familia en Kalamata. Nuestra casa solariega estaba rodeada de esos olivos que hacen a las aceitunas de Kalamata las más famosas de Grecia. Mi madre traía la fécula y la sémola semolorum de las llanuras de Gianitsa. Eármos judios sefarditas, expulsados de España en el siglo XVI, pero aún se hablaba español/ladino, el del siglo XV, el resto hablaban griego como San Nicon el penitente. Eran antisemitas, pero a nosotros nos querían.El roce hace el cariño. Y les apenaba saber que durante la Ultima guerra 60.000 de nosotros fuimos llevados a los campos de exterminio (Vernichtungsläger) especialmente desde Salónica. No volvió ninguno. Es el estigma que padecemos nosotros los judíos askenazi. Somos el pueblo elegido por Dios. ¿Señor, no podrías haber elegido a otro pueblo? Bueno, a lo que iba contando. en nuetra casa, a jirones desgarados emocionalmente seguíamos siendo fieles a la Corona de Castilla, a pesar de las ofensas y agravios obtenidos. Se mantenía la comida kosher , mi hermano se ponía un gorro frigio y tocaba la lira cretense , se cumplía el sabbath y mi madre observaba la liturgia de elaborar pan ácimo por las mañanas y luego nos sentábamos todos a la mesa en mecedoras , extendiendo las piernas largas ( como el epíteto de Calipigia) y chasqueando la lengua como expresión de alegría ante la calidad del pan recién horneado. Ahhh, que olor más maravilloso. ese olor a pan, la levadura de Nomamvasia, a cuero curtido, a tabaco y vino de Córfira.Ese olor a pan que se impregnó en mi desde cuando tenía 4 años y recuerdo a MI MADRE
charlando con otras mujeres de Esciros, rodeada de amigos, efebos con cara de Antinoo y bebiendo raki y escupiendo huesos de aceituna al techo, el deporte nacional de los kravarites.El otro deporte era hacer la siesta, pero nunca debajo de una higuera, porque su sombra es pesada e Hipnos, el Dios del Sueño ( en realidad es Morfeo el Dios del sueño, pero me lo acabo de inventar) te puede arrastrar al Hades cogiéndote de la mano y no soltarte hasta estar delante del Can Cerbero el perro que guarda la entrada al infierno ( en argentino, al portero de futbol se le llama cancerbero, no me pregunten porqué, éste relato va de pan, judios y Grecia, no de intentar explicar las curiosas costumbres de los corajudos argentinos).
A toda esta liturgia festiva del pan mi madre le añadía el pasar las horas previas decorando la casa con lazos, globos, restos de profilácticos y carteles de alabanza a Abraham, con temas siempre relaccionados con la magia del pan y ese crecimiento fermentado de la levadura, gente bailando sirtakis , hombres en calzones blancos y botas de cuero saltando y bailando un Pentazoli y dando alabanzas en ese diario milagro del pan nuestro de cada día.
Sémola de trigo duro, aceites, confites, música cascabelera y muchas alegrías. Dicen los sesudos científicos que llevan batas blancas, gruesos lentes y fuman en pipa que los recuerdos se anidan en algun ocuro rincón de nuestra memoria. Se archivan en forma de olores y sabores en algún oscuro pliegue neuronal en la cíngula y la ami´gdala y diversos compartimentos estancos de nuestro cerebro. Cerebro mucho haberte conocido. Nosotros los judíos hemos hecho las diáspora porque nadie nos quiere y todos sienten envidia de nuestra portentosa inteligencia, que nos permite subir peldaños en la sociedad a base de duro trabajo, esfuerzo, sacrificio y superación personal. Y eso nos genera envidias. Endivias y otros vegetales que también comíamos en nuestra casa, proque allí se hacía la Dieta Mediterránea saludable, e la que el pan de carrasca es la base de dicho balance nutricional. ¿que íbamos contando? Ah, si, el pan de carrasca. Bueno , aparte de los recuerdos visuales de pseudoclucinaciones hipnopómpicas no se porqué los recuerdos son tan perturbadores o , en otros casos, nos mantienen con ese ímpetu vital de poder seguir viviendo. Son los agarres que nos mantienen unidos a ésta Vida tan perturbadora. No seríamos nada sin nuestros recuerdos, olors y sabores. La memoria que es selectiva. Todos estos experimentos sobre los recuerdos se han hecho con unos animalitos llamados planarias ( en realidad esta palabreja es una cultez para llamar asi a unos putos «gusanos») . Estas planarias tienen una ADN de 600.000 pares de bases, así que no se rian de ellos, no desprecien a nadie llamándole «gusano», porque esos animalitos tienen más dotación genética que la especie humana. Nosotros tenemos 35.000 genes. Las planarias, 600.000.
Bueno, ya me he descarrilado. He empezado hablando de mis hermosos recuerdos de olor a sémola y en realidad ese falso postureo pseudocientífico. Los recuerdos son imborrables, inalterables, dicen los expertos, que son trozos de RNA que nos teletransportan a nuestra niñez. Restos orgánicos de recuerdos, amalgamados en el circuito neuronal de Papez, que nos permiten ser felices a cuentagotas. Esta Vida sería un Valle de Lágrimas si no pudiéramos retrotraer nuestros más olvidados recuerdos…ese olor a jabón Heno de Pravia, esé olor a levadura fermentando en el horno.Pan de Vida.
Bueno, me he disgregado. Quiero , ya al borde del abismo, lanzar un último suspiro a la Vida, al Amor, a los amigos, al café de Colombia, de Pereyra (traído por Juan Valdez) y a todos los maravillosos amigos del Club de Ecritura Fuentetaja, deseándoles éxitos, abrazos, guiños, besos y cariños miles.
Cómanse la Vida a bocados. Toma pan y moja.
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