Hace millones de años que existen, pero nosotros no lo sabíamos. Vamos a llamarles Ruh y Ah que son los sonidos que emitieron al verse por primera vez.

Él, Ah, estaba sentado en la orilla de un rio cuando pasaron por su lado, muy cerca de su oreja izquierda, tres flechas. Dieron en el blanco, un pequeño dinosaurio, Compsognathus aunque ni Ah ni Ruh sabían su nombre científico, eso vendría más tarde. Ah se giró a la vez que Ruh se percató de su presencia. Sus miradas se cruzaron, y en ese momento emitieron los sonidos que hemos mencionado anteriormente. Los dos sintieron algo extraño, muy profundo que parecía subir lentamente desde las plantas de los pies hasta el cuero cabelludo. No tuvieron demasiado tiempo para reaccionar. Un Tiranosaurio Rex se acercaba a grandes pasos y Ah y Ruh escaparon apresurados por caminos distintos. Ella vivía en lo que hoy conocemos como Portugal, el en Canadá. Los dos países, por aquel entonces, estaban al tocar.

Al cabo de unas semanas se volvieron a cruzar sus caminos. Esta vez se miraron fijamente y se sentaron bajo un gran ginkgo biloba, al lado de una cascada compartiendo bayas y algún que otro gruñido. Así pasaron los días, y los años, y los años. A veces Ruh se quedaba en la cueva de Ah o Ah venía a la casa que tenía Ruh en lo alto de un árbol. Intercambiaban víveres, plantas, semillas, alguna pieza de dinosaurio secado al sol, el Triceratops era especialmente sabroso. Ruh plantó las semillas que le regaló Ah, y el hizo lo mismo con las semillas que le regaló Ruh, en un terreno cerca de su cueva.

Un buen día, Ruh se encontraba arreglando el tejado de su hogar. Últimamente había habido muchas tormentas, el invierno estaba siendo muy largo. Hacía mucho tiempo que no había podido ir a visitar a Ah. En ese momento Ah estaba sentado en su cueva, echando de menos a Ruh, envuelto en muchas pieles. El frio nunca había sido tan intenso.

A la mañana siguiente a los dos les despertó un ruido estrepitoso. Sentían como si les arrancaran el corazón y se lo partieran en dos. Hubo vientos huracánales, tormentas e inundaciones. Duró mucho tiempo y cada uno de nuestros protagonistas, al no poder hacer nada, durmió durante una larga temporada.

Al despertar, cuando el clima se había calmado, lo primero que hicieron fue correr hacia el punto donde siempre se encontraban, pero el punto había desaparecido. En su lugar había una gran masa de agua, un océano interminable. Ah se quedó con las puntas de los pies dentro del agua, al otro lado a miles de kilómetros, Ruh hacia lo mismo. Volvían al mismo lugar día tras día, años tras año, siglo tras siglo hasta el día de hoy.

Hoy Ah se llaman Andrew, hace tiempo que cambió su taparrabos por unos tejanos y una camisa de leñador. Esta impaciente, cada dos por tres mira su reloj, El aeropuerto Jean Lesage de Quebéc, está lleno como siempre, pero él no se percata del bullicio que hay a su alrededor. Está esperando a Ruh. Ruh que ahora se llama Rita. Va vestida con un vestido de color rosa. Su larga melena negro brilla a la luz del atardecer. En sus manos, en lugar de semillas, lleva una botella de Vinho Verdo, típico de su país. Las semillas que le regaló hace tanto tiempo Ah, se convirtieron con el tiempo en un viñedo verde y frondoso. Y Andrew, en lugar de semillas, lleva un ramo de lirios salvajes. Las semillas que le regaló hace tanto tiempo Ruh, con el tiempo se convirtieron en un campo lleno de flores violáceas. Él es alto y rubio, sobresale por encima de la multitud. Se reconocen enseguida, a pesar del largo tiempo que han pasado separados. Él sonríe al oír su voz, los sonidos son diferentes pero la dulzura sigue allí. Ella coge su mano, ya no es tan peluda como antes, pero sigue siendo su mano, la única mano que quiere coger para el resto de sus días, que seguramente serán muchos.

Esa noche cenan a la luz de la luna, sentados muy cerca el uno al lado del otro, en una terraza que da a un lago tranquilo y sereno. De repente, a lo lejos, oyen un estruendo, como si la Tierra se volviera a unir.

Sonidos by ZAPSPLAT

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