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Era el año 1.955 y había dejados los estudios por cosa del fútbol, buscaba trabajo ya que mi padre tenía un quiosco de presa y chucherías, al que yo denominaba «la celda de castigo», pues estaba en ella desde los ocho años; mi denominación era debida al poco espacio del quiosco y a la cantidad de horas que estaba allí, solo me libraba de mi «prisión» cuando iba al colegio o repartir los periódicos con mi bicicleta, también es verdad que me trajinaba a mi madre o a mi hermana para que me hicieran relevos, sobre todo los domingos.

Nuestro Alcalde, un gran aficionado a los deportes, Fútbol, Baloncesto, Balonvolea y sobre todo le encantaba el Atletismo, con él practique casi todos los deportes de la época, aunque en el único que destaqué, sin llegar a gran cosa fue el Fútbol; aquel año yo jugaba ya en el equipo de mi ciudad, aunque no era titular indiscutible, jugaban mas los veteranos, por experiencia y confianza de los entrenadores, que por calidad futbolística, me coloqué de peón de albañil en las obras que hacía el Ayuntamiento, ya que nos permitía asistir a los entrenamientos.


Recuerdo un día que reformábamos la plaza delante del viejo Ayuntamiento, el Alcalde se me acercó y me hizo una proposición; hacer un viaje a Palencia con el Frente Juventudes, para hacer un cursillo de Monitor de Educación Física, en principio me parecía genial, pero tenía que pedir permisos a mis padres y quedé en contestarle al día siguiente; la respuesta fue afirmativa, mis padres en principio no querían, pero los convencí argumentando, que cuando iba yo a tener la oportunidad de conocer Madrid y Palencia, mi Madre cedió y mi Padre acepto de buen grado.
Era a primeros del mes de abril, me hicieron una pequeña maleta de madera en una carpintería y marche hacia Málaga, yo iba vestido con un pantalón largo de color gris y una carniza azul de falange, cuando llegué a la Delegación Provincial me encontré con un chico de Antequera, que también viajaba a Palencia, nos presentaron, él se llamaba Emilio e iba vestido normalito, o sea sin camisa azul ni nada de nada, se mofó de mi, por mis vestimentas y antes de ser recibido por el camarada Delegado Provincial, me fui al cuarto de aseo y me cambié de ropa; El Delegado Provincial estuvo muy atento y nos entregaron unos chalecos de pana que usaban los Falangistas, y que además nos vendría bien por el cambio de temperatura, también nos dieron 200 ptas. para los gastos de comida, desplazamientos, etc. y unos billetes de tren especiales, que RENFE había hecho para este tipo de viajes.

Nos montamos al tren en la estación de Málaga sobre las once de la mañana, saldríamos media hora después, llegamos a Madrid al día siguiente sobre las nueve de la mañana, Emilio tenía unos tíos en Madrid, que vivían en El Paseo de las Delicias, según decía él, sus tíos estaban en muy buena posición económica y efectivamente, eran los propietarios de unos pisos en el citado Paseo de las Delicias. La llegada a Madrid de dos «catetos» provincianos se notó muy pronto; preguntamos por donde andaba el dichoso Paseo y nos indicaron coger varias calles y que siguiéramos preguntando, pues desde allí no era fácil indicarnos, dejamos las maletas en consigna y no echamos andar, pues desconocíamos los autobuses y tranvías que podían llevarnos al dichoso Paseo, preguntando y andando, después de más de una hora de caminata se me ocurrió acercarme a un vendedor de tabaco que estaba en una esquina con un pequeño cajón, con varias marcas, españolas y americanas y le pregunto educadamente, ¿Señor, por favor, puede indicarme por donde se va al Paseo de las Delicias?, aquel señor, de unos sesenta años, empezó a insultarme y fue tal el escandalo, que un Guardia Urbano se acercó a ver que pasaba, cuando le explique al Guardia que no entendía porque este señor se había puesto así por haberle preguntado por el Paseo de las Delicias, el Guardia se echó a reír y me indicó que justo encima de la cabeza del vendedor, en la esquina, había una placa que decía PASEO DE LAS DECLICIAS, menos mal, por lo menos ya habíamos llegado, mis primeras «cagarrutas» en Madrid.


Aquella noche cogimos el tren en la estación el norte y llegamos a Palencia sobre las cinco o seis de la mañana con un frio terrible, cuando bajamos ya eramos seis u ocho personas, algunos de Toledo y otras provincia, volvíamos a estar pedidos y con pocas posibilidades de preguntar, pues a aquellas horas no había nadie en las calles, un sereno nos indicó que atravesásemos la Calle Mayor y siguiéramos adelante por la carretera de Valladolid, pues nuestro destino era el Pabellón de deporte José Antonio Elola; sobre las siete de la mañana nos paró la Guardia Civil de Trafico, pues vio a unos casi encapuchados andando sin rumbo fijo aparente, llevábamos la parte superior del chándal liada en la cabeza a tipo de bufanda, por el frío y menos mal que nos pararon, si no llegamos a Valladolid andando, nos habíamos pasado del cruce, nos indicaron el camino correcto y al fin llegamos.

JUAN LOPEZ ENAMORADO

FUENGIROLA-MÁLAGA- ESPAÑA

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