El poema que no fue

Mirá estos lentes rotos,
cómo mienten al que los ve;
parece que están quietos,
pero en realidad se mueven.

Y estas hojas en blanco,
que parecen tan vacías;
en realidad, están llenas
de posibilidades infinitas.

Tomá un poco de café,
si querés, pasame la jarra;
y mirá por esta ventana,
cómo la lluvia cae sin parar.

Y ahí está el gato en el rincón,
tan tranquilo y tan astuto,
que sabe más de lo que parece,
aunque no sepa hablar como nosotros.

Y la lluvia sigue cayendo,
como un tambor que no para;
y yo sigo aquí, intentando
crear algo que valga la pena.

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