Orión
Es el tercer día que paso aquí en el hospital y admito que me siento mejor que nunca, no sé si sea porque mis lesiones han mejorado rápidamente o porque la presencia de Zaniah en este tiempo me ha reconfortado; me parece muy tierna cuando se encuentra a mi lado.
Desconozco si también siente algo cuando se encuentra cerca de mí, pero de una cosa si estoy muy seguro y es que me gusta más de lo que creí, su compañía y sus cuidados han sido una gran motivación para mejorar y así poder invitarla a dar un paseo por la ciudad cuando finalmente me recupere.
—Buenos días —decía la enfermera que entraba a la habitación—. En un momento vendrá el doctor para hacer la última revisión de los estudios que se le realizaron el día de ayer, lo más probable es que lo den de alta hoy por la tarde.
—Eso es maravilloso, ¿no Orión? —decía Zaniah con bastante alegría—. Finalmente, ya podrás regresar a casa y así podré ayudarte a estudiar con más calma para los exámenes.
—Claro, ya extraño estar en casa, tu compañía aquí ha sido lo mejor y te lo agradezco mucho —digo mientras toco su mano—. Me alegra saber que Leo y los demás han venido a verme estos días, tengo a los mejores amigos.
—Avisaré al doctor que pase —comentaba la enfermera al salir.
—Gracias —decíamos al mismo tiempo Zaniah y yo.
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Leo
—Solamente pasamos por Maia y las chicas a la escuela y podremos ir a ver a Orión al hospital —decía por mensaje a Calisto.
—Es bueno tenerlo de regreso, además se alegrará mucho con la bienvenida que prepararemos en su casa —contestaba Calisto—. Solamente nos falta afinar unos detalles más antes que lo traigan sus padres.
—Me parece bien, con ayuda de Andrómeda y Maia será más rápido; si necesitan más tiempo junto a Aurora, entretendremos a sus padres hasta que me avisen por mensaje que ya se tiene todo listo —escribía.
—¡Fantástico! Bueno, me despido por el momento, aún tengo que cumplir con los castigos de mis padres por la suspensión —aclaraba Calisto.
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—Se suponía que nos verían aquí —decía Maia revisando los mensajes que le había enviado—. Aunque no me sorprendería que llegaran algo tarde, es típico de Leo.
—¡Miren, ya vienen! —anunciaba Andrómeda señalando el otro extremo de la avenida.
—Disculpen la demora, había bastante tráfico, pero finalmente hemos llegado solo un par de minutos tarde —explicaba Calisto.
—Entonces pediré el Uber
para que nosotros nos adelantemos a la casa de Orión y que su mamá nos reciba antes de que salga al hospital; Aurora y tú van al hospital para avisarnos cualquier cosa —comentaba Maia.
—Hecho. Estamos en contacto —decía antes de despedirnos.
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En el Hospital.
Leo
—¡Qué bueno que ya están aquí, chicos! —decía Zaniah—. ¿Y los demás?
—Nos alcanzarán en la casa de Orión —contestaba Aurora—. Nosotros quisimos venir a verlo y saber cómo seguía.
—Ha mejorado bastante, los doctores se han sorprendido. Por la mañana ya pudieron darlo de alta, sin embargo, han decidió esperarse para la tarde y así estar más seguros.
—Fue tu compañía lo que lo ayudo a mejorar —digo interrumpiendo a Zaniah—. Tu presencia le hace demasiado bien—. Puedo ver como su rostro se empieza a sonrojar, yo diría que harían bonita pareja si se animaran a decirse lo que sienten.
—Gracias Leo, qué lindas palabras de tu parte —agregaba Zaniah. —Bueno, a esperar que finalmente lo den de alta —concluía Aurora.
Después de media hora, la enfermera que cuidaba a Orión salía de la habitación con un par de hojas y pidió a sus padres llenarlos para que lo dieran de alta.
—Les avisaré a los demás que no tardamos en salir, para saber si tienen todo listo en casa —le decía a Aurora.
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Maia
—Leo, ¿qué tal van las cosas por allá? —decía.
—De maravilla, de hecho, ya no tardamos en salir del hospital —anunciaba Leo por teléfono—.
—Me alegro mucho, solamente decoramos la entrada con los globos y terminamos.
—Fabuloso, te mando mensaje cuando estemos por llegar —decía él antes de colgar.
—¡Vamos chicos!, ya no tardan en venir, afinemos los últimos detalles que, si no, nos come el tiempo —animaba a los demás.
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Leo
—¡Sorpresa! —decíamos todos al llegar a la casa de Orión y abrir la puerta—. Bienvenido de nuevo a casa Orión.
Al verlo en la puerta, Maia no dudo ni un segundo en abrazarlo y soltar unas lágrimas de felicidad; por un momento sentía que uno de sus mejores amigos podría dejarlo de ser por culpa de una pelea.
—Aunque te he ido a ver los 3 días que has estado en el hospital, ya extrañaba estos momentos —decía Maia.
—Yo también te he extrañado y los he extrañado, siento como si no los hubiera visto a pesar de que han estado conmigo—. El cálido abrazo que se dieron reflejaba la gran amistad que había surgido en ValeyCity.
Lo que restaba del día, solo nos dedicamos a convivir con Orión y divertirnos con unos juegos de mesa. La nueva compañía de Zaniah reflejaba una gran sonrisa en Orión, de alguna manera lo sucedido con Steve había tenido cosas buenas, si no fuera por eso, nuestra amistad con Aurora y sus amigas no se hubiera logrado; mi mamá en este caso diría que hay que siempre ver el lado positivo de las cosas.
—Esta noche será larga, así que acomódense porque si gustan pueden quedarse a dormir en mi casa, total es viernes —decía Orión.
—Y para nosotros será demasiada larga —decía Calisto con cierta risa—. Total, la siguiente semana que viene todavía tenemos dos días más de suspensión.
—Ni me digas Calisto, que ya extraño ir a clases y estar con ustedes —dije mirando a Aurora, quien es la persona con la que más tiempo quiero estar.
—Pues eso significa que tendré que seguir yendo a tu casa para compartirte mis apuntes —contestaba Aurora regresándome la mirada.
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Lunes por la mañana
Aurora
A pesar de estar gran parte del fin de semana en casa de Leo y solo dedicarnos a ver películas, extraño su compañía en la escuela; escucharlo, participar en clases, observarlo mientras no se da cuenta o tan solo sentir su presencia son motivos para no ir hoy a la escuela.
—Apúrate, Aurora, ya van a dar la 6:30 —me avisaba mi mamá—. Y aún te falta desayunar.
—Ya voy, solo me peino —contestaba.
Mientras desayunaba junto a mi hermana el licuado de chocolate y los waffles que había hecho mi mamá, mi teléfono vibraba sin parar, los 5 mensajes de texto por parte de Apolo me tomarían por sorpresa:
“—Oye Aurora, me gustaría platicar contigo.”
“—Lamento la discusión que tuvimos y sé que mi comportamiento no fue el correcto.”
“—Te espero en las escaleras de emergencia, antes de entrar a clases.”
“—Quiero arreglar las cosas entre nosotros.”
“—Te amo.”
La sorpresa había dejado marca en mi rostro, mi hermana no dudo en preguntarme qué pasaba y cuando vio los mensajes, solamente se limitó a decir:
—No quiero ni imaginar cómo se va a poner cuando le cuentes que Leo, ahora es tu novio.
—Ni me digas, de alguna manera lo sabrá y prefiero decírselo de mi propia voz a que alguien más se lo cuente —comentaba terminando de darle la última mordida a mi waffle—. Y prefiero evitarlo después de contarle.
—Sabes que cualquier cosa cuentas conmigo, y si se atreve hacerte algo por terminarlo se la vera conmigo —decía Melissa mientras me abrazaba.
—Gracias hermana, ¡te adoro!
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Al llegar a la escuela, lo último que pasaba por mi cabeza era ver a Apolo, por lo que decidí entrar al salón a toda prisa, para mi fortuna Andrómeda y Zaniah ya se encontraban platicando a un lado de mi lugar.
—¡Chicas!, me alegra verlas tan temprano —decía con cierto nerviosismo—. Les tengo que contar algo.
—Chismecito —respondía Andrómeda frotándose las manos.
—¿Qué pasa Auro, todo bien? —agregaba Zaniah—. No luces tranquila.
—Mientras desayunaba, Apolo me mando mensajes pidiendo platicar conmigo y diciendo que quería arreglar nuestra relación—. Un ligero silencio se había apoderado del salón. —dijo que quería verme antes de que iniciaran las clases.
—¿Y hablaste con él? —preguntaba Zaniah.
—No, no, de hecho, cuando llegue a la escuela me vine directo al salón —me da algo de miedo pensar que se enojará cuando le cuente lo de Leo.
—Me imagino; la última vez que se enteró de que le gustabas a uno de los miembros del equipo no dudo en golpearlo en los vestidores.
—No olvides que con ayuda de los demás hicieron creer que se había resbalado en las duchas y que ellos solamente lo encontraron inconsciente —agregaba Andrómeda.
—Lo sé, lo sé; ya me tocará evitar que se ponga eufórico.
—Ay Aurora, desde un inicio te dijimos que ser su novia no tendría cosas buenas, pero fuiste a caer en sus palabras bonitas —alegaban las dos.
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El día aún me tendría algo preparado para entender que mi relación con Apolo era tóxica y que era mejor alejarme de él; mientras salía de la escuela y me dirigía al campo de americano para ver a mis amigas y escuchar a los directivos dando los anuncios del próximo baile de primavera, sería sorprendida por Apolo, quien me llevaría al interior del pasillo escolar.
—¿Por qué no has contestado mis mensajes?, Te pedí que nos viéramos en las escaleras —vociferaba Apolo—. ¿Acaso crees que soy tu idiota?
En mi mente analizaba y comprobé que, si es así, es un idiota, piensa que por ser el Core-back del equipo escolar puede manipular a todos, claramente está en un error.
—Apolo, entiende que estoy demasiada molesta contigo y es mejor no seguir nuestra relación—. Aquel comentario destrozó el interior de Apolo, su rostro cambio drásticamente, aquella seriedad y mirada fría me generaron demasiado miedo—. Lo siento, y es mejor que lo sepas de mí que de otra persona, empecé una relación con Leo.
No dudo ni un segundo en enojarse y explotar contra mí, aquel golpe en la pared fue el inicio de mi sufrimiento; su mano derecha tomando mi cuello provocaba que perdiera el aire poco a poco, mientras que su mano izquierda sujetaba mis manos para evitar que me defendiera.
—¡Qué carajos haces, Apolo! —gritaba Pitt, que salía de uno de los salones—. ¡Déjala en paz! —. Aquella acción de Pitt me había salvado de perder la consciencia, como dirían en las peleas de box, me salvo la campana antes de caer en el último asalto.
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