En mi próxima vida quiero ser Pinball

En mi próxima vida quiero ser Pinball

Esto es un infraordinario

Al principio creía que me las entregaban motu proprio, que me querían y les gustaba hacerme disfrutar del jueguito erótico.
Pronto me di cuenta de que una persona les obligaba a introducírmelas, y por eso algunos que no querían comenzaron a protestar tomándola conmigo, pobre e inocente parkimetrín. Me golpeaban, pateaban… Aunque no era tan terrible como parece porque debo confesar que algún golpecito que otro me ponía a cien y entonces mi sed de monedas era cada vez más fuerte y me las tragaba sin contemplaciones, y entonces más golpes y yo con cada vez más marcha hasta que se me fundían los cables y tenía que venir el técnico.

Así era mi día a día, con descanso los domingos, días aburridos en los cuales nadie reparaba en mí.

Hasta que vino el tipo de la maza.

Aquél bruto me sacudió tantos mazazos que me dejó inservible y me trajeron a morir aquí. Veo cabinas, farolas, un banco medio destartalado… y me sigue doliendo el botón derecho.

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