De entre todas las partículas que conforman el universo, los fotones van por ahí sin masa. Son los esquizofrénicos de la creación; a veces van de ondas y otras de partículas. 

Se cuelan por la mínima rendija a la velocidad de la luz, siempre tratando de llegar más lejos. ¿De qué huyen? ¿Qué buscan? ¿Será que saben que la noche les persigue y deben darse prisa?

Al entreabrir los ojos por la mañana, los veo entrando a través de la persiana de mi habitación, dibujando líneas paralelas en el aire, chocando contra las paredes, la puerta y el edredón. Se transforman a medida que sale el sol, se vuelven oblicuos, cambian su intensidad, iluminan la estancia creando siluetas y modificando las formas. 

Alargo el brazo para que se posen en mi mano. Puedo notar su calor, impactando una y otra vez sobre el mi piel. Estáticos pero a la vez en continuo movimiento, simbolizan la vida mientras mueren uno detrás de otro, tan visibles como imperceptibles. 

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