Me gusta abrir una sandia y oler el perfume de mi infancia, recordando los más tiernos momentos llenos de felices veranos junto a papá, mamá y mi tribu de hermanos.

Los recuerdos están muy caros en estos tiempos que corren, nunca costaron tanto,  tres kilos de cáscara y medio kilo de felicidad en esas maravillosas piscina de Madrid, «La Stella, La Mallorca, La Formentor, etc.   «. En fin … ¿alguien sabe como se escribe un suspiro?. Y sí, siempre acarreando con una deliciosa sandía como objeto de culto.

Desde luego merece la pena pagar por esta maravillosa fruta, tan roja, tan redonda, tan llena de vida,  como mis recuerdos.

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