Economía del hablar infraordinario

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14/03/2023

(Infraordinario)

Usted piensa en poner una alarma para recordar que debe despertar a su hija. Poner una alarma. Ignora cómo se oirá en otros países la palabra poner pero en el suyo habilita a ciertos excesos, se olvida del tema.

Es viernes, falta una hora, sale al frío del patio a fumar, cree que debió ponerse un pulóver al ver a su vecina poner la ropa que olvidó descolgar ayer. Ella lo mira y usted se pone nervioso porque siente que invadió su privacidad, pone en desequilibrio una armonía social basada en poner cada cosa en su lugar, y eso incluye saber dónde poner las miradas. Ella se pone seria, aunque no pone mala cara. Usted está grande pero se pone colorado, saluda y da media vuelta. Ve un zócalo flojo, lo patea y cae, se agacha, lo pone en su sitio y se pone de pie.

A todo esto, cree ser el único que pone subtítulos inaudibles, en segunda persona, acompañando sus actos, en un monólogo interior que se pone raro. Y percibe decepcionado que abusa del verbo poner. Se siente torpe, limitado, se pone triste. No sabe que le pasa, no puede ponerlo en palabras.

Entra a la casa, pone el noticiero, una cantante pone cara indolente, le recuerda a su hija. ¿Por qué se ponen tatuajes, piercing, prótesis? La mediocridad se impone, piensa. Su mundo era un prodigio cultural pero hoy se pone la vara bajísima, se pone a funcionar la máquina aplasta singularidades y todos se ponen el uniforme tendencia.

El futuro lo pone ansioso, por su hija. Quisiera hablar con ella, poner en valor la riqueza del arte, la ciencia, el lenguaje. Pero lamenta que los jóvenes no ponen atención. Se pone los dedos sobre la frente, está cansado. Atribuye varias culpas a su generación, paternidades que no ponen límites… Se le cruza por la cabeza que algunos solo ponen la semilla… mejor ponerse protección o poner en adopción, antes que no poner compromiso… Nuevamente escucha repetirse y se avergüenza, como cuando su maestra ponía el grito en el cielo por su léxico pobre. Léxico, eso le gustó, pero debe poner primera, arrancar, ponerse a laburar.

Pone el desayuno, escribe una nota a su hija, “Ponete a estudiar”, y se pone de malhumor por el “ponete” pero bueno, asume que si se pone muy estricto con su escritura se bloqueará y no podrá poner casi nada.

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