INFRAORDINARIO
La mesa para dos estaba puesta, en el centro dos velas listas para ser encendidas, seis rosas amarillas y dos rojas dentro de un florero de cristal. Dos platos mas que limpios acompañados de cubiertos a la izquierda, servilletas de papel, un sobre blanco y dos sillas, la una vacía. Todo quieto y en silencio, menos los latidos de un corazón ansioso y dos ojos puestos en la puerta de entrada que de vez en cuando volteaban a un reloj.
Una hora ha pasado, parece cien años, soledad y desespero mala mezcla en un momento como este. Es mas tarde que nunca y el tiempo lento, mas lento que un amanecer sin sueño y mas lento que un día con hambre.
En el pecho se ahogan las palabras y el pensamiento vuela sin cesar para encontrarlo y arrastrarlo hasta la mesa, una sensación de rabia y fracaso se mezclan en aquella.
Inmóvil permanece sentada. Una hora con quince… dieciséis, que digo ya no cuenta el tiempo. Ya no pasan los segundos. Los labios se muerden y el maquillaje es arrastrado por dos enormes lagrimas que ya no se contienen seguidas de un rio salado. Ahhh y el sobre? Eran dos esperando a un tercero, pero ya no hay mesa, ya no hay cena, ya no hay nada.
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