¿Con quién hablo cuando no hablo con nadie?

¿Con quién hablo cuando no hablo con nadie?

Mica Holográfica

21/01/2023

Hoy estoy pensando en qué escribir exactamente. Tengo varias cosas dando vueltas por la cabeza. La ausencia de Ailin, la crisis con mis amistades, la compañía de mi perro. Son todos temas de los que podría explayarme un montón. Igual está todo relacionado. 

Con mi grupo de amigues, los Frootis, como nos llamamos nosotros mismos (explicación que no viene al caso ahora) habíamos decidido que el 2019 había sido una mierda (robos a mano armada, accidentes en autopista con una madre fallecida, abuelos enfermos, problemas familiares, y todas esas cosas que suelen pasar en la vida) así que íbamos a pasar año nuevo todos juntos, esperando que el 2020 sea muchísimo mejor. Obvio no esperábamos tener que atravesar una pandemia. De repente no nos vimos más. Algunos lo pasaron mejor, otros lo pasamos peor, pero bueno. La cuestión es que aquel último verano que habíamos podido vernos nos habíamos peleado. Nos «arreglamos» pero quedó todo medio tenso. Eso, más el distanciamiento social al que nos obligó el covid, terminó por disolver el grupo. 

Bueno, no del todo. Todavía tenemos el grupo de WhatsApp y hablamos cada tanto. Pero no nos vemos. O si nos vemos, lo hacemos por separado, no todos juntos. Algunos ya no hablan más en el grupo. Está cada uno en la suya. Pero entonces digamos que no se disolvió, en realidad se desgastó.

Soy bastante consciente de que «nada es para siempre» pero la verdad con elles no sentía eso. Teníamos un nivel de confianza tan alto que parecíamos indestructibles. No sé si logran entender el nivel de confianza que llegamos a tener. Desde tirarse un pedo, ponerse en cuero independientemente de tu género, vomitar, ver las nudes de tu chongo, o las propias, hablar de la muerte, de las finanzas, practicar entrevistas laborales, debatir política, jugar jueguitos online o juegos de mesa, todas las crisis que mencioné entre paréntesis más arriba y que pasamos juntes, y bueno, la lista podría seguir. Lo bueno y lo malo, siempre con la confianza al 100%. Pero lo que yo no me había dado cuenta, a pesar de que ya lo había vivido con una (ex) pareja, es que la confianza tampoco es para siempre. Eso en algún momento se perdió y yo ya no supe con quién hablar en aquel año tan vulnerable que fue el 2020, con el encierro y las muertes. Al principio no me di cuenta porque tenía une muy buen amigue-novie a distancia con quien también hablaba de todo. Le había pasado algo parecido con su grupo de amigues, entonces atravesando les dos lo mismo, nos conteníamos mutuamente y hablábamos. En un momento esa relación también se terminó, por temas que ahora no vienen al caso. Ahí sí que me cayó la ficha de que no tenía con quien hablar. Pero justo había empezado terapia hacía poquito menos de un mes, por otro tema que me colapsó totalmente, que ahora tampoco viene al caso. Y generé ese lugar de habla y escucha con mi psicóloga, Ailin. Yo siempre la sentí como a una amiga, hasta que después me acordaba que le pagaba. Igual actuaba como una amiga aunque me atrasara con sus honorarios.

Desde entonces nunca volví a generar ese nivel de confianza con nadie. Es decir, nunca volví a tener otro grupo de amigues, o al menos un solo amigue con ese nivel de confianza. Por entonces me alcanzaba con Ailin, pero ahora Ailin tampoco está. 

El único que está siempre es Corchito, mi perro. Lo adopté en pandemia y creo que gracias a él no me maté en ese momento. La verdad es que en pandemia estuve muy deprimida, sin dormir, sin comer, sin bañarme, sin lavarme los dientes. El encierro me aniquiló. No sé como salí de eso, pero por lo que hablé con Ailin, Corcho tiene bastante que ver. En otro momento me volvió a agarrar uno de esos bajonazos enormes en el que no salí de la cama por cuatro días, y el que me logró sacar de la cama fue Corcho, porque quería salir a pasear. Y con su hocico apoyado en el colchón de mi cama, moviendo la cola despacito y mirándome con los ojitos que tiene, me convenció. Y salí de la cama a pasearlo. Esa secuencia se la conté a Ailin, y ahí fue cuando me dio a entender que en pandemia Corcho había tenido ese mismo efecto en mí.

Así que ahora volví a estar sola. Sin amigues, sin Ailin, pero con Corcho. Ojalá Corcho me pudiera responder. Aunque lo hace a su manera.

Bueno, en realidad sí tengo amigues; pero siento que todas esas relaciones que mantuve durante este tiempo son bastante superficiales. Vamos a comer, vamos a bailar, a algún recital, a recorrer algún museo. Lo pasamos bien, no digo que no. Pero con nadie he llegado a hablar tanto como con los frutis, o con Ailin. Y con quienes lo intenté, nunca obtuve la misma respuesta del otro lado. 

Yo en un momento estaba muy enojada por esa situación, le decía a Ailin «no puede ser, la gente no habla, como hacen para vivir así?» y Ailin me decía que en realidad eso era lo que le pasaba al común de la gente, que por eso iban a terapia, para poder aprender a hablar, a demostrar, a compartir. Yo creo que soy un caso medio particular. En ese momento ella me dijo que yo no tenía problemas con hablar y que eso era un don, una cualidad mía. Pero en estos momentos medio que no sé si eso me juega a favor o en contra. 

Igual sería imposible que deje de hablar. Siempre en algún momento exploto y largo todo, si es que intenté guardarme las palabras. No puedo. 

Ahora quizás no tengo a quién contarle todo esto, pero lo estoy escribiendo, así que de alguna manera se lo estoy contando a alguien. A vos, que estás leyendo esto. Gracias por escucharme.

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