Las puertas del vagón del metro se abren y es el libro el que primero se asoma al andén y pone rumbo a las escaleras mecánicas. Un dedo pulgar lo mantiene abierto en el sitio donde se interrumpió la lectura. Así balanceándose hacia arriba y hacia abajo, el libro es un pájaro lazarillo conduciendo a su portador hasta la próxima combinación.

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