Después de cada catástrofe con un sinfín de historias de romance sin amor que fui capaz de escribir bajo los efectos de la heroína y uno que otro amor pasajero estuve tan hastiada de amores que llevaran consigo mi reputación y mis pocos rasgos humanitarios de amor al prójimo. Disfruté de las consecuencias del caos de una vida de artista desenfrenada y sin corazón para entregar; me envolví con cada groupie capaz de entregar su alma para satisfacer la mía solo por hedonismo. Sin complicaciones sentí los placeres del ser un jodido icono y ser objeto de deseo solo por fama lo cual pude asumir al convertir cada muso del día en una estampilla de mi colección. Y ese indiscutible goce de artista ninfómana fue el clavo en mi ataúd; pasarelas de entrepiernas masculinas japonesas, chinas, italianas como adoraba las mexicanas probé de toda nacionalidad solo por un orgasmo inexistente que nunca sació mi herido ego de fama. Mentiría si digo que alguna vez no he amado, con lo poco que me queda de este cuerpo y rasgos humanos lo hice y tal como lo fue en su pasado daría todo por volver a sentir un sentir tan puro tan cercano a un palpitar real enfrascado con alegría. Sin embargo de eso no se basa esta vida; me he convertido en un ser fascinado con la destrucción y desorden con demostrar mi poder de manipulación y control, una vez terminó mi caos añadía un corazón nuevo a mi lista de corazones heridos y sangrantes. Pero no pueden culparme a estas alturas de la vida ¿Podrían hacerlo? Ellos me aman a mí; me siguen alimentando con atención y excesiva idolatría lo que me ha hecho caer en este oscuro personaje que comparó con un dios indestructible, ellos crearon a alguien que ya no puede ser destruido y siguen alimentando. Mis amores, musos, amantes, víctimas o como les digo yo groupies fueron solo peones perfectos en este juego de ajedrez de un depredador que nunca pudo verlos más allá de objetos de su pertenencia, y solo fueron eso, lastimosamente; fueron una inspiración del momento y del montón que se reemplazó cuando paso la estación del año porque el talento lo tenía quien rompía el corazón; el artista.
BARAKAT RUFFILO.
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