Vi algo en el cielo.
Eran como serpientes deslizándose entre las nubes.
Señales de cambio; señales de tiempos convulsos.
El origen de mi camino, de mi destino.
Allá en el cielo se abrió una puerta
que me conduciría a un mundo nuevo.
Mi tiempo en la Tierra tenía al fin un propósito.
¿Qué hay de verdad en lo que dices?
¿Qué hay más allá de tu mirada?
¿Qué puedo esperar esta vez?
No tengo más tiempo.
Se agotó en el momento que me dijiste
“adiós” la primera vez.
¿Estás de nuevo para pedirme perdón?
¿O para volver a romperme en dos?
Te he soñado mil noches.
Y en cada amanecer desapareces.
¿Por qué tal tortura?
¿Dónde te escondes?
Mi alma no tiene sentido en este cuerpo.
O mi ser no tiene sentido en este tiempo.
No lo sé.
Lo único que llego a advertir
en la más completa oscuridad
del profundo abismo de la muerte,
es la luz que guía mis pasos de nuevo a tu regazo.
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